Qué efecto tendría la independencia en la economía y en la vida de los catalanes

    • España perdería un 19% de su PIB, pero Cataluña se encontraría fuera de los organismos internacionales, incluida la UE, y obligada a recortar sus prestaciones y a subir impuestos.
    • España y Cataluña perderían una parte sustantiva de su propia realidad nacional, al separar algo que lleva unido varios siglos, y estimularía el afán independentista de otras regiones españolas.
CCMA ofrece un espacio que compense la Via Lliure pero sin diseñarlo los partidos
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La decisión de Junts pel Sí, la coalición formada por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Demòcrates de Catalunya y Moviment d'Esquerres y numerosas organizaciones que abogan por la independencia de Cataluña, de romper con España en unos meses si los electores les dan un respaldo mayoritario implicaría grandes riesgos sociales y un impacto económico muy importante, tanto en España como en Cataluña.

España perdería de un plumazo prácticamente un 19% de su Producto Interior Bruto (PIB) -es lo que representa Cataluña en el conjunto nacional- y tendría impacto en su presencia en la UE. Sin embargo, peor sería el efecto en Cataluña, obligada a abandonar las instituciones internaciones a las que pertenece España -no solo la Unión Europea-. Podría mantener el euro -como lo hace Andorra, Mónaco o El Vaticano-, pero no tendría voz ni voto en el Banco Central Europeo.

Cataluña debería partir de cero, ponerse a la cola para poder entrar de nuevo en las instituciones internacionales y reorganizarse, en un escenario en el que los elevados impuestos y las bajas prestaciones sociales serían los protagonistas.

En el aspecto social, la secesión estimularía el afán rupturista de otras regiones españolas y europeas y un número indeterminado de catalanes se vería expulsado del nuevo país y los que optaran por permanecer lo harían asumiendo una aceptación resignada y pasiva de la nueva realidad, según apunta Juan Carlos Jiménez, profesor de Sociología de la Universidad CEU San Pablo.

Perder la nacionalidad española

Posiblemente uno de los mayores riesgos, aunque el menos argumentado, es el de la pérdida de la nacionalidad española. Lo advirtió el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y lo respaldó el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo.

El responsable de Exteriores afirmó contundente que los catalanes "en absoluto" podrán mantener la nacionalidad española si Cataluña se independiza del resto de España. "Cuando uno se sale de un país abandona todos los atributos que le da la pertenencia a ese país", señaló.

Salida de la Unión Europea

Si Cataluña declarase su independencia quedaría aislada en Europa y se produciría una retirada masiva de depósitos bancarios, lo que provocaría, indefectiblemente un corralito similar al reciente de Grecia o al de Argentina de hace unos años, asegura contundente el catedrático de Economía Aplicada en la Universidad CEU San Pablo, Javier Morillas

El profesor advierte que los primeros efectos del desafío soberanista ya se están notando en la economía catalana y que las empresas han empezado a marcharse de Cataluña ante la incertidumbre generada.

"Cataluña no tendría encaje en Europa y no se produciría por la oposición de numerosos estados miembros. Quedaría como Kosovo, pero sin representación en ningún organismo comunitario", asegura Morillas.

¿Se podría mantener el euro?

Mas y los partidos y organizaciones que propugnan la independencia coinciden en que Cataluña debería conservar el euro como moneda de cambio si se consigue la independencia. Para ello debería hacerlo con el visto bueno de la UE o, en el peor de los casos, tomar la decisión de forma unilateral.

Cuatro pequeños estados -Mónaco, San Marino, El Vaticano y Andorra- tienen euro, aunque no participan en las decisiones del Banco Central Europeo. Sería la mejor opción para dar algo de viabilidad al nuevo estado, pero necesitaría el respaldo de los países de la UE, incluida España.

El futuro de las pensiones

El futuro de las pensiones en Cataluña es una de las principales y más graves incertidumbres en una hipotética secesión del resto de España. El secretario de Estado para la Seguridad Social, Tomás Burgos, aseguró que las consecuencias para los pensionistas y afiliados residentes en Cataluña a la Seguridad Social serían devastadoras si Cataluña declara unilateralmente la independencia.

La secesión "dejaría en el aire las obligaciones y compromisos de pago en materia de pensiones" y el Ejecutivo catalán se vería obligado a "un incremento brutal" de las cotizaciones o a recortar las prestaciones para mantener el nuevo sistema.

Sin embargo, Junts pel Sí, y la propia Generalitat sostienen que las pensiones estarían garantizadas e incluso serían más elevadas, gracias al dinero que pierde Cataluña a costa de otras comunidades.

No pagar la deuda, una iniciativa contraproducente

El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, ha advertido que no pagar la deuda no tendría consecuencias para España, pero si para Cataluña.

Montoro aseguró que la situación económica de la Generalitat es tan débil que estaría aislada de los mercados si no fuera por su pertenencia a España.

Las consecuencias del impago de la deuda convertirían a Cataluña en país financieramente inviable y políticamente inestable, según el ministro, y el efecto en el bolsillo de los catalanes, demoledor".

Según declaró a El Mundo el ministro, "es evidente que Cataluña se está financiando ahora en buenas condiciones porque forma parte de España" y advirtió que la comunidad tiene actualmente calificación de bono basura y si anuncia que no va a pagar la deuda, "¿quién le va a financiar?, ¿a qué precio?".

Cataluña tiene contraída con el Estado una deuda de 37.487 millones de euros, que equivale a un 18,4% de su PIB regional.

Cataluña y el 'corralito'

El profesor Morillas ha alertado en una entrevista en La Información, en la línea de lo expuesto por el Banco de España, de que no es descartable un corralito en una Cataluña independiente.

Asegura Morilla que se produciría una retirada masiva de depósitos bancarios, lo que provocaría, indefectiblemente un corralito similar al reciente de Grecia o al de Argentina de hace unos años.

"De forma prácticamente inmediata los bancos que ahora están asentados en la comunidad dejarían de estar vinculados a la línea de liquidez y asistencia del BCE", ha asegurado.

La advertencia del Banco de España tuvo respuesta por parte de el conseller de Economía de la Generalitat catalana, Andreu Mas-Colell, que acusó a su gobernador Luis María Linde de sucumbir a las presiones "desmesuradas" del Gobierno central para que irrumpieran en plena campaña electoral de las elecciones catalanas alertando de un corralito.

El comercio con España

Según Societat Civil Catalana, las ventas de Cataluña al resto de España ascienden a 44.000 millones de euros frente a unas exportaciones a la UE de 37.000 millones y 22.000 millones al resto del mundo. El comercio sufriría un fuert impacto tras la independencia, en buena parte por la incertidumbre que generaría la situación. Las ventas, según el Ministerio de Exteriores, se podrían reducir a la mitad y los precios podrían subir entre un 40% y un 50%. El efecto en el empleo y en el negocio de las empresas sería devastador.

Caída de la inversión extranjera y deslocalizaciones

La inseguridad y la incertidumbre ya está teniendo un efecto negativo en la inversión extranjera en Cataluña. En los seis primeros meses Cataluña apenas ha atraído 523 millones de euros de inversión, una tercera parte de la media registrada desde 2010.

Las palabras del presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, repetidas en numerosos foroes, anticipan el escenario postindependencia: "Si Cataluña fuera independiente, el Grupo Planeta se tendría que ir a Zaragoza, a Madrid o a Cuenca".

La vida y las relaciones cambiarían

Juan Carlos Jiménez, profesor de Sociología de la Universidad CEU San Pablo, ha detallado a la La Información algunos de los impactos más importantes, a nivel sociológico, que tendría la independencia de una comunidad integrada durante siglos en España.

Por una parte, España perdería una parte sustantiva de su propia realidad nacional, al separar algo que lleva unido varios siglos y que conforma una realidad nacional incuestionable.

Para el profesor Jiménez, el Estado catalán independiente sería un pequeño Estado aislado, fuertemente empobrecido y sin capacidad real para ofrecer prestaciones satisfactorias a sus ciudadanos

Además, estimularía sin duda el afán independentista de otras regiones españolas, haciendo inviable el actual mapa político español. "Es decir, España no se rompería solo por Cataluña, sino que abriría un proceso disgregador de consecuencias imprevisibles", asegura.

En cuanto a los efectos en el marco de la Unión Europea, admite que serían muy negativos. Se transformaría el mapa político del continente de forma abrupta y se podría estimular experiencias análogas en otras partes, lo que trastocaría todo el entramado organizativo e institucional de la Unión.

Jiménez admite que ya es constatable una división social en prácticamente dos mitades y que existe una idea frentista inherente en la sociedad. "Buena parte de quienes apoyan la independencia de Cataluña están firmemente convencidos de que el Gobierno central no respeta su particularidad y de que económicamente no tienen un trato justo. Evidentemente, son creencias, no realidades, pero las primeras operan en una parte importante de la sociedad catalana como un imperativo de verdad. Y esto es lo verdaderamente importante, no que ese sentimiento victimista sea en realidad cierto o no", asegura

Mientras, "la parte no independentista sigue siendo bastante pasiva y, salvo algunas excepciones, no muestra sensación de ser víctima de una imposición nacionalista. Más bien muestran un conformismo acomodaticio y de renuncia a la significación en un contexto social que perciben dominado por las fuerzas nacionalistas. En realidad, es un problema extremadamente complejo de acomodación social a contextos de fuerte presión social que inhiben manifestaciones de rechazo que, cuando se producen, son más individuales que otra cosa", señala.

El profesor concluye que la independencia expulsaría a un número indeterminado de catalanes, pero seguramente, quienes optaran por permanecer lo harían asumiendo una aceptación resignada y pasiva de la nueva realidad.

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