¡Resistencia!: izquierda radical sale de las sombras en congreso laborista británico

  • Dirigiéndose a los participantes de una reunión contra la austeridad, que coincide con el congreso laborista británico, un diputado guía a unos camaradas bulliciosos a corear "¡Los trabajadores, unidos, jamás serán vencidos!".

Una escena así hubiera sido una curiosidad anacrónica hace sólo unos meses, pero el político en el centro de la misma, John McDonnell, es ni más ni menos el nuevo responsable de temas económicos del laborismo y niño mimado de la extrema izquierda.

"La ola de emoción en nuestro movimiento en este momento es absolutamente enorme", dijo a los asistentes, reunidos en Brighton, en el sur de Inglaterra, para el congreso del partido que se ha celebrado del domingo a este martes.

"Se acabó lo de quedarnos al margen, hay una lucha. Queremos acción directa pacífica, no violenta, y si es necesario, llevar a cabo ocupaciones".

Hace apenas unos meses, esos comentarios habrían sido impensables en un político británico importante, lo que refleja el cambio sísmico que vive la izquierda del país.

McDonnell fue nombrado por su viejo aliado Jeremy Corbyn, un diputado izquierdista tradicional que ganó las elecciones al liderazgo del partido gracias al apoyo masivo de sus miembros de base.

Su toma de las riendas ha puesto nerviosos a muchos diputados laboristas, en particular los fieles al ex primer ministro más centrista, Tony Blair, que creen que Corbyn puede facilitar que los conservadores pasen muchos años en el poder.

Simon Danczuk, diputado laborista, llegó a decir que los "lunáticos han tomado el manicomio", mientras que algunos miembros de alto rango estaban en contra de la designación de McDonnell, quien una vez bromeó sobre el asesinato de la que fue primera ministra Margaret Thatcher.

Pero las facciones de izquierda del partido, siempre en las sombras, ahora se deleitan ocupando el centro del escenario.

La sala de madera en Brighton donde tiene lugar el acto de McDonnell está decorada con banderas sindicales hechas a mano, y se llenó media hora antes de que el primer orador subiera al estrado.

"A los que querían que Corbyn concurriera a las primarias, pero luego se pusieron nerviosos con su victoria, les digo ésto", dijo a los asistentes el diputado escocés Neil Findlay.

"Estás en este planeta una vez, esta es nuestra oportunidad. Mantened la cabeza alta, obtened de nuevo la confianza de la gente, consigamos que el resto del movimiento se sume a nosotros", lanzó.

Una serie de oradores sindicales, cada uno tratando de superar al último en pasión, volumen e hipérbole, habían ya calentado a la multitud.

Hubo llamamientos a la "desobediencia civil" del presidente del sindicato de panaderos Ian Hodson, cuya furia revolucionaria era sólo controlada por un micrófono rebelde.

A pesar del estado de ánimo evangélico, ganarse a la opinión pública británica sigue siendo una perspectiva lejana, si se tiene en cuenta que la mayoría de los electores rechazaron incluso las políticas de izquierda moderadas del candidato laborista Ed Miliband en las elecciones generales de mayo.

El movimiento también debe vencer la lucha interna tradicional de la izquierda.

"No hay nada más divisivo que un llamado a la unidad de la izquierda", bromeó Findlay. "Pero podemos unirnos ahora porque tenemos algo en torno a lo que unirnos", estimó.

Mientras hablaba, una ola de entusiasmo se extendió por la sala al ver a McDonnell en la puerta.

El ministro de Finanzas en la sombra pronunció un discurso sobrio para el plenario de los delegados en el congreso, en el que se comprometió a oponerse a la austeridad.

Pero entre amigos, no hubo cortapisas. "Si surgen grupos de trabajadores que quieren tomar medidas, les apoyaremos de forma automática", dijo.

Otro diputado, Richard Burgon dijo a la multitud que estaban en un momento decisivo.

"Amigos, camaradas... sean fuertes, porque la clase dirigente nos atacará", dijo.

Provocando un rugido de la audiencia, el líder del sindicato de bomberos, Matt Wrack, dijo: "la gente está harta, la gente está hasta las narices de políticos que les desprecian".

Julian Kett, un joven de 19 años que se definió como marxista, dijo a la AFP que había "perdido la esperanza" en los laboristas hasta que Corbyn fue elegido.

"El ánimo está ahí, los tiempos están cambiando", dijo.

"No es sólo una quimera. Esto está sucediendo en un contexto de creciente oposición al capitalismo".

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