Rubalcaba, año I: Váyase señor Rajoy

  • Eva Santos.

Eva Santos.

Madrid, 4 feb.- Alfredo Pérez Rubalcaba está hoy de aniversario: hace un año que fue elegido secretario general del PSOE y, después de doce meses de vaivenes internos, su liderazgo podría quedar definitivamente consolidado gracias a la debilidad de su principal adversario, Mariano Rajoy, al que ha exigido su dimisión.

Doce meses después de ser elegido secretario general del PSOE, Rubalcaba ha dado un paso al frente y ha reclamado la cabeza del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a quien ha pedido que dimita por el caso Bárcenas para restablecer la confianza, la seguridad y la estabilidad que España necesita.

Una apuesta muy arriesgada y que Rubalcaba ha decidido lanzar, según han explicado a Efe fuentes socialistas, después de analizar con sus colaboradores más cercanos la situación creada tras la publicación de los denominados "papeles de Bárcenas", en los que el ex tesorero del PP supuestamente apuntaba pagos a dirigentes del partido, entre ellos a Rajoy.

"¿Cree el señor Rajoy que en sus actuales circunstancias está capacitado para pedir sacrificios a los españoles? ¿Se ha planteado si su permanencia al frente del Gobierno es mejor para la imagen exterior de España?".

Dos preguntas que Rubalcaba no quiso dejar en el aire durante la rueda de prensa en la que pidió a Rajoy que tire la toalla y se marche: "Nuestra obligación, nuestra lealtad para con los españoles es decir hoy que pensamos que no", enfatizó, enfundado en el traje de hombre de Estado con el que le gusta ser reconocido.

Ese papel de hombre de Estado le ha llevado estos meses a ejercer una "oposición útil y responsable", según sus propias palabras, que no siempre ha sido bien entendida por la parroquia más exigente de su partido.

Aunque casi nadie se ha atrevido a llevarle la contraria en persona y ha tenido que enterarse de las críticas internas a través de "teletipos", no han faltado voces criticando su tibieza y reclamando más contundencia frente a las políticas de recortes del Gobierno.

Falta por ver si ese sector se da por satisfecho con la nueva línea de la dirección y también falta por ver si el partido y su líder rentabilizan electoralmente esta crisis en el PP. Ayer mismo, dos encuestas publicadas por sendos medios de comunicación constataban una caída en picado del PP, pero también un estancamiento del PSOE.

Rubalcaba, quien tiene en su haber de este año la victoria en Asturias y el mantenimiento de la Junta de Andalucía, ya ha advertido muchas veces que nadie debe esperar un trasvase automático de votos del PP al PSOE y que los socialistas tienen que trabajar duro, al margen del desgaste de los rivales, para recuperar la confianza ciudadana.

Después de los batacazos electorales de Galicia, País Vasco y Cataluña, el PSOE también se ha visto salpicado por su propia "corruptela": el caso Amy Martin, que se saldó con la destitución fulminante del director de la Fundación Ideas, Carlos Mulas, a la sazón marido de la escritora Irene Zoe Alameda, bajo la que se ocultaba la falsa articulista.

En un plano más interno, Rubalcaba puede respirar tranquilo pensando en que no va a recibir puñaladas al menos hasta las primarias.

Por el momento, ha conseguido acallar las voces que le apremiaban a convocar cuanto antes las primarias para elegir al futuro candidato socialista a la Moncloa y se ha comprometido a fijar una fecha a finales de año, después de la conferencia política de otoño.

Aunque prácticamente todos los dirigentes socialistas consultados por Efe dan por hecho que Rubalcaba no tiene intención de concurrir a esas primarias, el líder del PSOE no ha querido nunca despejar esa incógnita. Incluso en una ocasión llegó a dejar en las manos del altísimo su destino: "Dios dirá", sentenció enigmáticamente hace unos meses ante la insistencia de los periodistas sobre su futuro.

Sea como sea, en estos meses está cumpliendo la promesa que formuló a los suyos en el congreso de Sevilla, pocas horas antes de ganar a su contrincante, Carme Chacón, por 22 votos: "A mí no me van a quebrar", sentenció durante su discurso como aspirante.

Y lo cierto es que no le han quebrado, aunque no han faltado intentos. Algunos de ellos desde sus propias filas.

El más inclemente le llegó por boca del secretario general del PSM, Tomás Gómez, que el pasado mes de diciembre le pidió que dimitiera y convocara un congreso federal extraordinario.

Sin llegar al alcance de la petición de Gómez, otros dirigentes han lanzado andanadas en estos meses que no han gustado en Ferraz y que, en algunos casos, han llegado a molestar, como las ambiguas declaraciones del presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, cuando no se autodescartó para suceder a Rubalcaba.

Ahora, parece que los socialistas están como una piña detrás de su líder, conscientes de que no basta con que los ciudadanos castiguen al PP, sino que necesitan ver un proyecto alternativo en el PSOE, y para ello van a dar la vuelta a su programa "como un calcetín", con una revisión que finalizará en octubre con una gran conferencia.

Hasta entonces, ¿habrá lanzado Rubalcaba algún otro órdago? ¿Se atreverá a presentar una moción de censura a Rajoy, como le piden algunos de los más combativos?

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