Sánchez e Iglesias se unen para colocar a Rivera como la "nueva derecha"

    • El debate ha roto con el esquema de lucha entre el bipartidismo y los partidos emergentes para enfatizar las ideologías.
    • Sánchez e Iglesias exhiben su sintonía. El líder socialista trata de empujar a Ciudadanos a la esfera más escorada del PP. 

El primer debate entre los candidatos que forman la alternativa al PP en las elecciones del 20-D ha servido para que cada uno de ellos defina con claridad la diana de sus adversarios políticos. En ese esquema, ha habido un rival ausente, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y otro presente, Albert Rivera.Pedro Sánchez: legado de ZP y ataques a Rivera

En un momento en que las encuestas atestiguan el sorpasso de la formación naranja al PSOE, el líder de Ciudadanos se ha convertido en blanco de ataque para el dirigente socialista.  Sánchez ha acudido con una estrategia bien marcada: escorarlo a la derecha y asimilarlo a las políticas del PP. El giro ha resultado quizás imprevisible, teniendo en cuenta que sigue siendo Podemos la formación que canaliza el descontento de sus votantes.

El debate ha resultado en muchos momentos un auténtico cara a cara entre ambos candidatos. Sánchez ha mantenido con Rivera un tono especialmente agresivo y desde el primer momento ha marcado sus diferencias de la "derecha" que, en su opinión, propone el líder naranja.

“Es una vuelta más a la reforma laboral del PP”, ha considerado sobre el modelo de contrato único de Ciudadanos. Rivera, por su parte, ha advertido a Sánchez de que “volver al modelo de Zapatero es inútil” y le ha recordado que la última legislatura socialista acabó con un 23 por ciento de tasa de paro. El tono del debate ha llevado incluso a Pablo Iglesias, alejado de la contienda, a ejercer de árbitro en varios momentos. “Creo que es bueno que volvamos al tono, parecemos la vieja política”, ha ironizado con insistencia.

La política educativa volvió a encender la crispación entre ambos. Rivera ha ofrecido un gran pacto por la educación y ha afeado a Sánchez que su única propuesta sea la de derogar las leyes del PP, sin ninguna alternativa. También la cuestión territorial ha sido de punta de lanza para que ambos candidatos se lancen duros ataques por sus políticas de pactos. El presidente naranja ha reprobado a Sánchez su alianza con los partidos independentistas en varios municipios catalanes y éste ha sacado a escena su pacto, en 2009, con la formación Libertas, de corte xenófobo. “No te estoy diciendo que seas de extrema derecha, pero sí de derechas. Y a mí no me llames independentista”, le ha espetado Sánchez.

Al margen de los ataques a Rivera, el líder socialista ha acudido al debate con una estrategia arriesgada, la de poner en valor la experiencia de gestión de su partido y, en consecuencia,  la controvertida herencia de Zapatero. Sánchez ha tratado de marcar la dimensión histórica de su proyecto ya en el lenguaje con frecuentes menciones al “socialismo” y los “socialistas”, y con recurrentes alusiones a las políticas del expresidente, desde la lucha contra ETA, la ley contra la violencia de género o de dependencia, que Sánchez se ha comprometido a “recuperar y revitalizar por convicción ideológica”.

En un tono más relajado, y  en ocasiones incluso cómplice, se ha mostrado con Iglesias con quien ha compartido políticas. Sánchez  ha ironizado incluso con el ‘plagio’ de las políticas de Podemos al PSOE,. “Me hace gracia. Porque a Pablo le oigo decir lo que ya hicimos los socialistas”, le ha espetado en referencia a los niveles de concertación incluidos en su programa. No obstante, también ha atacado al líder morado por los asuntos más sensibles, como las alianzas con Bildu en Navarra o la polémica con el candidato de Podemos en Segovia, Andrés Bódalo, condenado por agredir a un edil socialista en 2012.Rivera: contra el bipartidismo

El líder de Ciudadanos se ha reivindicado como alternativa a la ‘vieja política’ del bipartidismo. Ha marcado con claridad los límites de sus políticas con respecto a las de PP y PSOE- a quienes ha acusado de haber practicado la política del ‘y tú más’- y ha advertido de los riesgos de volver a la “locura” y al “sistema de partidos” de los últimos treinta años de PP y PSOE.

Rivera ha metido a populares y socialistas en el saco de las políticas “ineficaces” de los últimos años de gobierno. A ambos los ha acusado de “pactar” una política de continuidad para perpetuarse en los órganos de poder y blindarse ante la corrupción, del “fracaso” de su modelo laboral, de recortar los derechos sociales reconocidos en la Constitución o de “sacar del debate la cuestión de las pensiones”.

El candidato de Ciudadanos ha evidenciado sus aspiraciones al proponer a sus adversarios un pacto nacional por la Educación. “Si soy presidente del gobierno invitaré a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias a sumarse”, ha ofrecido.

Contra Iglesias, los ataques han sido menos, pero también intensos. Rivera se ha abanderado como la alternativa sensata, frente a los ‘experimentos’ del “populismo”. Le ha afeado su improvisación por los sucesivos cambios de programa-“Primero eran 60, después 65 y más tarde 67”, le ha dicho en referencia a la edad de jubilación- y también se ha desmarcado de sus políticas en Cataluña. “Tendrían que explicar por qué han apoyado a Forcadell”, le ha espetado, en referencia al apoyo de Catalunya sí que es Pot a la presidenta del Parlament. Ambos candidatos han expresado también sus diferencias sobre el sueldo del futuro presidente, que Rivera cifra en 300.000 euros.Iglesias: el moderador del debate en buena sintonía con el PSOE

El tenso intercambio entre Sánchez y Rivera  ha colocado a Iglesias en un papel desacostumbrado. Como una especie de árbitro, el secretario general de Podemos ha asistido en ocasiones como espectador a los ataques entre sus dos adversarios.

Iglesias ha mostrado más afinidad con Sánchez, a cuyo partido ha reconocido incluso logros, que con el líder de Ciudadanos. “El PSOE fue fundamental en la modernización de este país en los años ochenta”, ha considerado, para matizar después, no obstante, que las políticas resultan ahora inapropiadas. También ha admitido que “algunas cosas suenan bien” del programa socialista, si bien ha recordado a Sánchez que “una cosa es lo que prometéis y otra lo que hacéis cuando llegáis al gobierno”.

No obstante, la contienda del debate se ha impuesto y la tónica entre ambos se ha visto rota en varios momentos. En especial cuando Iglesias se ha referido a las puertas giratorias de varios exministros socialistas. “Creo que hay gente que está harta de ver cómo en el Consejo de Administración de Telefónica Trinidad Jiménez está ocupando el sillón de Rodrigo Rato”, ha espetado a Sánchez. El socialista ha pasado al ataque acusando a Iglesias de “mentir”. “Estás confundiendo la nueva política con la difamación. Igual que hace Monedero con Rivera. De Monedero me lo esperaba, pero de ti no, Pablo”, le ha respondido el socialista.

Con Ciudadanos ha mantenido las distancias. Iglesias ha tratado de presentar a su partido como abanderado del cambio que ahora asume Rivera. “Me congratula que Ciudadanos asuma nuestra propuesta de blindaje de los derechos sociales. Antes decía que era populismo”, le ha atacado en un momento del debate.

En cualquier caso, para Iglesias el rival estaba lejos del escenario. Más que contra el bipartidismo, Podemos ha evidenciado el fin para el que nació, hace año y medio. Canalizar el descontento hacia las políticas de Mariano Rajoy, esta noche ausente. Por ello, a Iglesias le ha resultado más sencillo esta noche marcar las diferencias con Rivera,  partido que en las últimas semanas se ha apropiado, con matices, de su mismo discurso de malestar ciudadano.

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