Soberón, exzar antidrogas, advierte que Perú afronta una amenaza "explosiva"

  • Perú, el mayor exportador mundial de cocaína, afronta una amenaza "explosiva" en forma de violencia, corrupción y deterioro del tejido social a causa del narcotráfico, advirtió en Bogotá Ricardo Soberón, exzar antidrogas del país andino.

Esther Rebollo

Bogotá, 5 dic.- Perú, el mayor exportador mundial de cocaína, afronta una amenaza "explosiva" en forma de violencia, corrupción y deterioro del tejido social a causa del narcotráfico, advirtió en Bogotá Ricardo Soberón, exzar antidrogas del país andino.

En una entrevista con Efe, Soberón afirmó que "lamentablemente Perú ocupa un rol estratégico en el circuito de las drogas" con "una tendencia muy peligrosa a la militarización" por parte del Estado.

"Mientras que América Latina está buscando reformas más realistas, Perú está en la vía contraria", insistió con motivo de su participación en la IV Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas.

El expresidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas de Perú (Devida) criticó así al presidente Ollanta Humala, quien le puso en ese cargo hasta su renuncia en enero de 2012, por dejar en manos "de policías y militares las tomas de decisiones" en un contexto tan complejo.

Y es que, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los cultivos de coca en Perú alcanzaron en 2011 las 62.500 hectáreas frente a las 43.400 de diez años atrás en un país donde apenas hay incautaciones por lo que la droga se exporta prácticamente en su totalidad, más de 300 toneladas.

Soberón, director del Centro de Investigación Drogas y Derechos Humanos, con sede en Lima, afirmó que entre los peligros que acechan está la "penetración severísima de la corrupción en el tejido social".

Dijo que "Montesinos se podría quedar corto en relación a lo que puede significar la permeabilidad de la corrupción en la sociedad peruana".

Se refirió así al asesor de inteligencia del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), una etapa en la que Perú registró las más altas cotas de corrupción bajo la batuta del propio Vladimiro Montesinos, encarcelado e involucrado en el tráfico de drogas y armas.

Pero lo más grave, señaló, es que Perú "pueda convertirse en un archipiélago con algunos islotes de hiperdesarrollo de primer mundo en un mar de pobreza e inseguridad".

En esa coyuntura, "el Estado no va a tener capacidad de manejo y las fuerzas irregulares puedan hacer de las suyas", es decir, "grupos delincuenciales peruanos, mixtos e internacionales, asociados a los cuatro grandes tráficos: drogas, oro, insumos (químicos para la elaboración de cocaína) y recursos naturales".

Otro reto para la seguridad son "las distintas formas de Sendero Luminoso", expresó en alusión a las derivaciones del viejo grupo maoísta.

Uno de esos remanentes está en el Valle de los Ríos Apurímac-Ene (VRAE), liderado por los hermanos Quispe Palomino, los que "usando el pretexto de la lucha por el poder se apropian del circuito económico y político", según el exzar antidrogas.

"Está claro que la iniciativa política y militar en la zona la tiene Sendero Luminoso, pero es un Sendero distinto, no es el de Abimael Guzmán, no tiene capacidad nacional", explicó.

Aún así, dejó claro que esa facción, que controla el área donde se produce el 30 % de la droga peruana, estaría acompañada de una serie de movimientos, como el cuestionado Movadef, que busca una salida política al conflicto aún no resuelto.

Factores todos de inestabilidad a los que se sumarían "las fuerzas de seguridad, que, bajo el pretexto del imperio de la Ley, generen negocios" ilícitos.

El sicariato, prosiguió, ha llevado a que en ciudades como Piura, Chimbote y Trujillo, todas ellas costeras y en plena expansión, se hayan "elevado exponencialmente los niveles de inseguridad, las ejecuciones extrajudiciales".

Al buscar razones a la situación que afronta el país, Soberón apunta que "como consecuencia de la demanda minera internacional grandes sectores sociales, que no se han incorporado a ese boom económico, ven en la criminalidad una forma de integrarse al mercado, bien a través de la minería informal del oro o la droga".

Así, "el narcotráfico adquiere una dinámica totalmente amigable, le permite a la población subirse al carro de este crecimiento económico y observa que por vía de la corrupción puede evitarse el peso de la justicia", observó.

"Ese boom económico lo vive Lima y alguna otra ciudad del país, pero el grueso de la sociedad peruana todavía sufre las mismas condiciones objetivas que permitieron el Sendero Luminoso de los años ochenta y el crecimiento del narcotráfico que hoy lo sustenta", según Soberón.

"Todo eso pone en jaque al Gobierno", argumentó el exzar antidrogas, al hablar de un Estado "sin capacidad para atacar el crimen organizado".

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