Sus asesores piden a Iglesias que no se repita y a Rivera, que sea conciso

    • Iglesias se rodea de su equipo y analiza informes. Rivera prefiere descansar.
    • Los dos tienen un encargo de sus asesores: el primero, parecer más amable. El segundo, acortar sus intervenciones.
Pablo Iglesias y Albert Rivera, en el debate celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid.
Pablo Iglesias y Albert Rivera, en el debate celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid.

Informes, informes e informes. Es la única estrategia en la que Pablo Iglesias basa sus debates. En eso y en su (innata) capacidad para la oratoria. Que el líder de Podemos es un avanzado en comunicar pocos lo discuten. Ni siquiera sus adversarios políticos. Al partido morado es el causante, o quizás el culpable, de que la actual campaña se desarrolle en términos muy distintos a los acostumbrados, con platós de televisión en reemplazo de los tradicionales pabellones deportivos.

Iglesias maneja con habilidad la oratoria con un lenguaje cercano y un mensaje insistente y trabajado, porque el líder emergente no es partidario de dejar cosas a la improvisación. Como en sus tiempos de tertuliano, prepara sus intervenciones con detalle y mucha información. Repasa datos, cifras, y estrategias. El 'briefing' con su equipo es sagrado. Sus inseparables, Rafael Mayoral o Irene Montero, le pasan más datos y tiran de la hemeroteca. Si no están, se conectan por skype. Pero la reunión es ineludible. “Organizamos una sesión preparatoria con Pablo, en la que suelen revisarse vídeos y analizar al detalle otras intervenciones”, cuentan desde su equipo. Y si es necesario, se recurre a expertos que le asesoren en una temática concreto.A Iglesias le piden que suavice sus gestos

Desde hace tiempo le han aconsejado que suavice sus gestos y que trate de no caer en la repetición. En Podemos se reconoce que el camino hasta las generales se ha hecho largo y ha provocado un inevitable desgaste en el discurso, que es necesario reactivar con golpes de efecto. Un reto complicado a estas alturas, después de un año y medio de imparable protagonismo mediático.A Rivera le dicen que no se extienda tanto

Descanso y descanso. Es la táctica de Albert Rivera. Sus asesores llevan tiempo repitiéndole que pegue un tijeretazo... a sus frases. “Trata de explicarse bien, habla demasiado y se alarga en sus mensajes”, cuenta uno de ellos.  Es el resultado de su propio carácter, nerviosísimo.  Lo confirma la propia Inés Arrimadas. “No para, y es muy despistado también, siempre se va dejando el móvil, la cartera...” Es el único defecto que se le arranca de su 'jefe'.

Por eso, más allá de la documentación, lo importante para el líder naranja es relajarse. Estar tranquilo, o, al menos, aparentarlo.  Sus asesores confían en sus demostradas dotes para la oratoria. No en vano, ganó la Liga de Debate universitario en sus tiempos de estudiante. En aquella final, tuvo que defender por qué la prostitución era equiparable al resto de profesiones, y Rivera hubo de lidiar no sólo con el argumentario, sino contra el implacable tic-tac del cronómetro. Convenció.

Más allá de las diferencias de la contienda electoral, a Iglesias y a Rivera les une el nexo de ser los líderes de la nueva política. Entre ellos, existe una buena relación y les cuesta especialmente romper el hielo y entrar al ataque. Así se vio el pasado viernes, cuando en el debate organizado por estudiantes de la Universidad Carlos III, el moderador, Carlos Alsina, tuvo que insistir. “Llevamos media hora y esto de debate, poco”. Incluso tras la reprimenda, los candidatos tardaron en entrar en calor y sólo hubo rifirrafe en dos cuestiones: el pacto antiyihadista y los salarios del presidente. La cordialidad se mostró después, cuando ambos abandonaron el escenario con semblante relajado y en buena sintonía. Rivera, por detrás de Iglesias. "Bueno, pues ya está", se le oyó decir mientras descendía la escalerilla.

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