Tom Sharpe, el autor que amaba la sanidad pública y temía por los recortes

  • El escritor británico Tom Sharpe, fallecido hoy en la localidad gerundense de Llafranc, se estableció hace 24 años en este pintoresco núcleo de la Costa Brava seducido por la "maravillosa" sanidad catalana, cuyos recortes en los últimos años llegó a temer e hicieron que se planteara irse de Cataluña.

Hèctor Mariñosa

Barcelona, 6 jun.- El escritor británico Tom Sharpe, fallecido hoy en la localidad gerundense de Llafranc, se estableció hace 24 años en este pintoresco núcleo de la Costa Brava seducido por la "maravillosa" sanidad catalana, cuyos recortes en los últimos años llegó a temer e hicieron que se planteara irse de Cataluña.

Maltratado por un padre autoritario y obsesionado con las enfermedades y la muerte desde los 8 años, según confesó él mismo, Sharpe había llegado a convertir las presentaciones a la prensa de sus últimas obras en auténticos monólogos sobre su estado de salud y las bondades de los centros sanitarios y médicos gerundenses, frente a una sanidad británica que aborrecía.

Ya en el año 2004 dedicó su obra "Wilt no se aclara" a "todos los médicos y cirujanos de Cataluña, sin cuyos excelentes cuidados este libro no se habría escrito", y aseguró entonces que "la sanidad catalana salvó mi tobillo, después de un diagnóstico erróneo en Inglaterra".

Del mismo modo, en una peculiar presentación en 2009 de su novela "Los Grope", Sharpe apenas se refirió a la obra, mientras repasaba sus numerosos achaques, desde un ataque al corazón, una peritonitis y la rotura de un tendón posterior de la tibia.

Tras rememorar sus estancias en los hospitales gerundenses, llegó a mantener que si esos problemas de salud le hubieran acontecido en su Gran Bretaña natal "quizás" habría muerto entonces, motivo por el que decidió dedicar su novela a cuatro médicos catalanes que "en 2006 -subrayó- me salvaron la vida".

No obstante, su admiración por el sistema sanitario catalán se tornó en preocupación ante los anuncios de los primeros recortes en este ámbito, y en 2011 remitió una carta al periódico La Vanguardia en la que se preguntaba si se iba a "echar por la borda" toda esta "excelencia".

"Puedo asegurar que en ningún lugar del mundo he recibido un tratamiento de calidad similar al que me han dispensado en Palafrugell, en el hospital de Palamós y en la clínica Girona", resaltaba Sharpe, que situaba a la medicina catalana como "la tercera mejor del mundo".

En la misiva se mostraba contrariado por "noticias muy sorprendentes y preocupantes" sobre los recortes sanitarios y consideraba que "si los excelentes equipos médicos catalanes y su modo de trabajar están ahora en peligro (...) quizás yo deba volver a mi país e instalarme en Cambridge", un planteamiento que nunca llevó a la práctica.

Tom Sharpe dejó oír también sus quejas un año antes, en otra carta al mismo diario, en esta ocasión con motivo de la gran nevada que afectó a las comarcas gerundenses en marzo de 2010, que causaron un apagón generalizado, y que le llevaron a escribir que "ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial" había pasado tanto frío.

En la carta, titulada "Espero no pillar una neumonía", el padre de Wilt se preguntaba: "¿cómo es posible que semejante catástrofe esté sucediendo en un país civilizado?".

Sharpe mostró igualmente su particular preocupación por la situación de los hospitales, de los que esperaba que dispusieran de generadores, "porque en caso contrario, los enfermos van a caer como moscas", y se resignaba, decía entonces, a "aguantar el frío que estoy pasando y no pillar una neumonía".

Obsesivo con su salud y con la escritura -"cuando no escribo libros, escribo cartas"-, Sharpe desestimó utilizar esta abundante correspondencia para publicar sus memorias alegando que "las memorias son la antesala de la muerte". EFE.

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