Tres hijos de exmilitares argentinos alegan desconocer que llevaban droga

  • Tres hijos de ex altos cargos del Ejército argentino que son juzgados por introducir casi una tonelada de cocaína en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) han asegurado hoy que desconocían que transportaban droga oculta en los sofás y armarios de la avioneta que tripulaban.

Barcelona, 4 dic.- Tres hijos de ex altos cargos del Ejército argentino que son juzgados por introducir casi una tonelada de cocaína en el aeropuerto de El Prat (Barcelona) han asegurado hoy que desconocían que transportaban droga oculta en los sofás y armarios de la avioneta que tripulaban.

En la sección octava de la Audiencia de Barcelona se ha iniciado hoy el juicio contra Gustavo Adolfo y Eduardo Julià, hijos del fallecido brigadier José Juliá, que dirigió la Fuerza Aérea Argentina durante el Gobierno de Carlos Menem, y contra Matías Miret, hijo del exsecretario de Planeamiento durante la última dictadura argentina de José Miret.

Los tres acusados afrontan una pena de 13 años de prisión y el pago de 140 millones de indemnización por haber intentado en enero de 2011 introducir casi una tonelada de cocaína en un avión de transporte médico procedente de Buenos Aires que antes de llegar a Barcelona hizo escala en Cabo Verde.

En su declaración en el juicio, Gustavo Adolfo Julià, el empresario que fletó la avioneta y organizó el viaje a Barcelona, ha asumido la responsabilidad sobre el mismo y ha recalcado que él es el único de los acusados que tuvo la aeronave bajo su control antes del despegue, con lo que ha exculpado a su hermano, que la pilotaba, y al copiloto Matías Miret.

Tras explicar que se dedica al negocio del transporte aéreo internacional desde hace veinte años, Gustavo Adolfo Julià ha argumentado que fue contratado para el viaje a Barcelona por un empresario español con la misión de llevar a Buenos Aires a cuatro pasajeros.

El empresario, sin embargo, ha aducido que no ha aportado a la causa el contrato suscrito para el transporte de esos cuatro pasajeros porque las cláusulas de confidencialidad del mismo le impiden desvelar su identidad.

Gustavo Adolfo Julià ha mantenido que desconocía que llevaba droga en la avioneta, en la que viajaba como pasajero, pero ha afirmado que él era el único responsable de la aeronave, mientras que su hermano y Miret habían sido contratados para pilotarla y, por lo tanto, "sólo hacían una labor estrictamente profesional".

En la misma línea han declarado los otros dos acusados: el piloto y el copiloto han recalcado que en el mobiliario de la avioneta viajaban ocultos 34 paquetes de cocaína y han añadido que esa tonelada de carga extra no tiene por qué notarse en la operación de despegue ni en el pilotaje de la aeronave.

La declaración de Eduardo Julià, desde hace un año en tratamiento farmacológico, ha acabado entre lágrimas cuando relataba el momento en que la Guardia Civil le confiscó la droga: "Vi un agente con un paquete blanco en la mano. No me lo podía creer. Me quería morir".

"¿Se imagina? Alguien que en su perra vida ha visto un gramo de droga encontrarse con 1.000 kilos es muy fuerte", ha añadido el piloto de la avioneta.

También Matías Miret, que trabaja como copiloto en una empresa de aeronáutica, se ha desvinculado de la carga de la avioneta y ha afirmado que aceptó ser contratado para tripular la aeronave de los hermanos Julià por motivos económicos y también porque le hacía "ilusión" emprender su primer viaje transoceánico.

La declaración de los dos guardias civiles que descubrieron la droga en el registro de la avioneta ha echado un capote a Matías Miret, ya que ambos se han referido a la actitud "nerviosa" de los hermanos Julià, en contraste con la del copiloto, a quien "le parecía que estaba ante una cámara oculta", ha contado un agente.

Los guardias civiles han añadido que, una vez descubiertos los primeros paquetes con cocaína, el propio Gustavo Adolfo Julià les indicó dónde podían encontrar el resto de la droga, mientras aseguraba que los otros dos tripulantes "no sabían nada" del alijo, un relato que el principal acusado ha negado hoy.

La defensa de Gustavo Adolfo Julià, precisamente, ha planteado ante el tribunal la nulidad del registro de la droga en la avioneta, ya que según su versión no se llevó a cabo en presencia de los procesados.

Los agentes de la Guardia Civil, por su parte, han admitido que desalojaron el avión para facilitar las tareas del perro detector de droga, pero que en cuanto se encontró el primer rastro de cocaína se hizo entrar a los acusados para proceder al decomiso en su presencia.

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