Un mandingo en Navalmoral

  • José Asenjo.

José Asenjo.

Madrid, 13 feb.- Una comparecencia del presidente del Consejo General del Poder Judicial para exponer la Memoria que este órgano elaboró hace casi dos años no es, a priori, el asunto más apasionante al que uno puede enfrentarse un lunes, pero la que hoy ha protagonizado Carlos Dívar ha tenido momentos inolvidables.

No ha sido, desde luego, por sus referencias a la actividad de los tribunales en 2010, trufadas de cifras ya por todos conocidas y que ni se diferencian demasiado de las del año anterior ni, a buen seguro, se alejarán mucho de las correspondientes a 2011, que ofrezca en su próxima comparecencia, previsiblemente a finales de curso.

Sin embargo, la reciente condena a Baltasar Garzón por ordenar las escuchas del "caso Gürtel", que supondrá su expulsión de la carrera judicial, ha animado el debate de Dívar con los portavoces de los grupos parlamentarios, especialmente cuando ha intervenido el de la Izquierda Plural, Gaspar Llamazares.

En una comparación más propia del nuevo fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce -hasta ahora más conocido como crítico de cine que por su actividad en el Ministerio Público-, el diputado de IU ha acusado a Dívar, rememorando la película "La Reina", interpretada por Helen Mirren, de haber adoptado la misma actitud que Isabel II cuando su nuera Diana murió en accidente.

"Ella se fue a Balmoral de vacaciones. Podría decir que usted está en Babia, pero esa región -cercana a la Asturias natal de Llamazares- es tan bonita que prefiero decir que usted también se ha ido a Balmoral", ha señalado el diputado.

Cuando el presidente del CGPJ ha respondido a Llamazares, ha quedado claro que, una de tres: o no va mucho al cine, o su oído ya no es el de antes o la Geografía no es su fuerte.

"Yo no estoy en Navalmoral ni en Babia", ha sido la respuesta de Dívar, lo que ha provocado la natural hilaridad de sus señorías... y de los periodistas que -eran casi las cuatro de la tarde- seguían la intervención con un ojo puesto en el reloj.

Y es que el pausado ritmo que el presidente del Poder Judicial imprime a sus intervenciones ha convertido la lectura de su discurso, de veinte folios, en una sesión "agotadora", en palabras del diputado del PNV Emilio Olabarria.

Tanto es así que, cuando el presidente de la Comisión de Justicia, Alfredo Prada, ha ordenado a eso de las tres menos cuarto un receso de veinte minutos, los diputados se han tomado casi cuarenta y durante un rato se ha visto a Dívar solo en la sala Constitucional del Congreso, esperando a que sus interlocutores volvieran.

"Sí que debe ser agotador, porque veo que el señor Olabarria no ha vuelto", ha comentado cuando ha retomado su comparecencia ante los diputados.

Olabarria -que conste en acta- ha regresado poco después, ya recuperado, y ha revelado un dato hasta ahora desconocido: Dívar y él han charlado en ocasiones en euskera, ya que el presidente del CGPJ conoce esa lengua "en algunos aspectos". Que van más allá, se supone, de las palabras zulo, talde y kale borroka, que habrá manejado durante su etapa como juez de la Audiencia Nacional.

No ha sido la única referencia a las lenguas cooficiales, porque a punto ha estado de armarse una buena cuando, preguntado por las dificultades que sigue habiendo para utilizarlas en la Adminstración de Justicia, a Dívar no se le ha ocurrido otra cosa que recordar que una vez tuvo que interrogar a una persona que solo hablaba mandingo y que se encargó personalmente de encontrar un intérprete.

"Retire o aclare esa referencia desgraciada a la lengua mandinga", ha tronado entonces el portavoz de ERC, Joan Tardà, que ha considerado la anécdota "ofensiva" para los catalanoparlantes, que el diputado ha cifrado en diez millones.

Dívar, por supuesto, se ha disculpado, no sin antes asegurar a Tardà que una de sus lecturas preferidas es Salvador Espriu. Ya saben, el de "Diversos són els homes i diverses les parles (Diversos son los hombres y diversas las lenguas)". Pues eso.

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