Unzueta dice que la Iglesia participa del alivio en Euskadi por el fin de ETA

  • El vicario de la diócesis de Bilbao, Ángel María Unzueta, asegura que la Iglesia participa del alivio y de la satisfacción contenida que se puede observar en el País Vasco tras el anuncio de ETA del fin de su actividad.

Madrid, 24 mar.- El vicario de la diócesis de Bilbao, Ángel María Unzueta, asegura que la Iglesia participa del alivio y de la satisfacción contenida que se puede observar en el País Vasco tras el anuncio de ETA del fin de su actividad.

En un artículo del último número de la revista "Tiempo de Paz" titulado "Tiempo de reconciliación", Unzueta señala que en este momento "aguarda una tarea ardua, delicada y apasionada a la vez".

Añade que diversos sectores de la sociedad vasca mantienen expectativas ante la acción de la comunidad cristiana con su pluralidad de sujetos a favor de la paz y de la reconciliación.

En su opinión, es probable que esas expectativas sean exageradas, pero es innegable que, a pesar de todo, se ve a la Iglesia como "factor de extraordinaria importancia para contribuir a hacer las paces, a construir la paz".

Ello, precisa el vicario de Bilbao, resulta alentador y, en las actuales circunstancias, constituye una llamada a la responsabilidad.

A su juicio, las instancias eclesiales seguirán haciendo buena parte de las tareas que ya realizaban, "tratando de adecuarse a la etapa que ese está abriendo en estos momentos".

Advierte de que "toca escuchar y actuar", y añade que es tiempo de intensificar gestos que acompañen a las palabras y a las intenciones.

"El camino es largo y, más que velocistas, se necesitan corredores de fondo", escribe Unzueta.

En la causa de la paz, dice, la Iglesia en el País Vasco ha entendido que su contribución ha de orientarse en la búsqueda de la reconciliación social, que va más allá de la resolución de conflictos.

Entiende que paz y reconciliación han sido y seguirán siendo dos conceptos afines para encauzar objetivos, gestos y acciones de la comunidad cristiana y de sus responsables.

Destaca que la paz, entendida como final de una etapa de terror e intimidación, requiere un proceso de diálogo tendente a lograr acuerdos, "con sus fases y su fecha de caducidad".

Precisa que resulta imprescindible, pero necesita el complemento de la reconciliación, que es más cuestión de espiritualidad que de estrategia, "entendida ésta en su mejor sentido como proceso articulado para la desaparición de la violencia".

De ahí que la aportación de la comunidad cristiana tenga que verse sobre todo desde la perspectiva de "luces largas" y señala que, con todo, el carácter reconciliador de la Iglesia "no es algo que ella se arrogue o que le corresponda sin más, sino que ha de ganárselo o avalarlo con su praxis".

Para Unzueta, está legitimada para ejercer el ministerio de la reconciliación en la medida en que apuesta por la búsqueda de la verdad histórica, "es llamada a ello por quienes más han sufrido y sufren, y es consciente, en sus miembros y como institución, de sus propias limitaciones y pecados, por omisión o por comisión".

Entre las líneas de actuación de la Iglesia cita a las víctimas, de las que "su número encoge el corazón" y que, por su variedad, exige "tratamientos diferenciados".

"Sobre cualquier otra consideración -prosigue-, existe un número escandaloso de personas asesinadas, testimonio de una llaga irreparable".

Cree que la comunidad cristiana necesita aprender de la sociedad civil en la que está inserta y el aprendizaje incluye la disponibilidad para dejarse criticar.

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