Así silencia China a los críticos con el régimen

  • Tras salir de prisión, Ai Weiwei no ha dicho nada. Pero no es el único. Las voces disidentes de China están más calladas que nunca. Ésta es la estrategia que está desarrollando el Gobierno para silenciar a los más críticos.
Kathleen E. McLaughlin, Pekín (China) | GlobalPost

China liberó la semana pasada a dos de sus más conocidos críticos, pero se las ha arreglado para silenciarles. Y no son los únicos.

En los meses posteriores a las llamadas fallidas instando a la revolución en Pekín que provocaron una respuesta masiva de seguridad, las críticas de los detractores del régimen han sido amordazadas y acalladas a través de diversos medios. En todo caso, parece que las autoridades han dejado claro que el riesgo de hablar es mayor que la carga de guardar silencio.

El artista Ai Weiwei fue liberado bajo fianza el miércoles, mientras que el activista y bloguero Hu Jia completó sus tres años y medio de prisión y se reunió con su familia el domingo por la mañana. Ambos hombres, que han sido considerados varias veces como celebridades por los medios internacionales de comunicación por no tener miedo a criticar al Gobierno y por pedir la libertad de expresión en China, han dicho ahora que deben guardar silencio.

Entonces, ¿cómo ha conseguido el Gobierno forzar a sus más feroces críticos para que se mantengan callados? De una manera simple: con la intimidación, la coerción y con las amenazas de que lo peor está por llegar. Eso no quiere decir que todos los disidentes se hayan apagado, pero parece que el objetivo prioritario era acallar a los críticos más visibles en el mundo exterior.

"Lo que se está diciendo a la gente no es: tienes que estarte quieto, no ir a Twitter, no hablar con los medios extranjeros", explica Joshua Rosenzweig, director de la Fundación Dui Hua, un grupo de derechos humanos que se centra en los detenidos y presos. "Esos son los canales que están siendo cerrados, y creo que es justo decir que es porque el Ejecutivo tiene un menor control sobre ellos".

Hablando por teléfono a una cadena de televisión en Hong Kong, el recientemente liberado Hu Jia explicaba cómo funcionaron en su caso las tácticas de prisión. La sentencia de Hu incluye la pérdida de un año de sus derechos políticos, lo que no incluye específicamente la prohibición de publicar online.

"Cuando vi a mi familia, me di cuenta de lo mucho que les quería, especialmente a mis padres, mi esposa y mi hijo. Me di cuenta de que no he hecho nada por ellos. Hay un proverbio chino que dice que "el patriotismo y el amor filial no van de la mano'", explicaba.

"Me dijeron que sea un buen ciudadano y que no entre en conflicto con el sistema. Este sistema es muy brutal. Utiliza el poder del Gobierno para violar la dignidad de las personas. Sólo puedo decir a mis padres que seré cuidadoso".

Ai Weiwei, quien fue detenido durante casi tres meses sin cargos formales, se reunió brevemente con los periodistas en la puerta de su estudio, diciendo que esperaba que ellos comprendiesen que no podía decir nada. Ai está en libertad bajo fianza y de nuevo, aunque no se le ha prohibido específicamente utilizar Twitter u otras plataformas, la realidad es que no está diciendo nada.

Los socios de Amnistía Internacional, los abogados de derechos humanos, los blogueros y los artistas atrapados en la represión de mano dura de esta primavera se mantienen en silencio.

"Hicieran lo que hicieran, y que probablemente ha sido diferente en cada caso, el objetivo era la intimidación", destaca Rosenzweig. "El objetivo era dejar claro a la gente que hay nuevas reglas, que hay un nuevo "sheriff" en la ciudad. Que tienen que quedarse más lejos de la línea".

Puede parecer sorprendente que Ai, Hu y otros, anteriormente muy abiertos y sin miedo, se hayan callado. Pero los activistas y otros dicen que cuando las autoridades quieren acallar las críticas crean problemas y dejan caer la impresión de que lo peor podría estar por llegar. Algunos dejan China y los que se quedan permanecen en silencio o continúan enfrentándose a problemas peores.

Wan Yanhai, un conocido activista chino por la causa del sida, es uno de los que eligió marcharse. Después de repetidas detenciones y del acoso, Wan huyó a EEUU hace 13 meses.

"Es una combinación de factores lo que me empujó a salir, incluido el insistente acoso del Gobierno, el mismo que controla los fondos extranjeros enviados a China (las ONG) y otros temas", dice vía e-mail. "Y yo estaba realmente cansado después de un acoso tan repetitivo".

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