El virus frena la recuperación y 'golpea' al Gobierno 

La sexta ola es ya una amenaza para la salida de la crisis y supone un handicap para la estrategia económica que Sánchez había puesto en marcha, en la recta final para la retirada de los estímulos del BCE.

La sexta ola de la Covid es ya una realidad preocupante que viene a empeorar aún más la hoja de ruta que el Gobierno se había marcado para la recuperación. Al aumento de los precios, el freno al turismo y la falta de estímulos para el consumo que se estaba sufriendo y que ha dado al traste con todas las previsiones económicas oficiales, se une ahora un posible parón que puede dar la puntilla definitiva a una recuperación a partir de 2023 y prolongar la vuelta a la situación precovid, cuando menos, una año más. A ese conglomerado de obstáculos se le une una encrucijada sin salida en Europa en pleno nuevo azote del virus: el BCE está pendiente de retirar cuanto antes los estímulos a la economía que, en el caso de España, son cruciales para seguir avanzando. 

Hasta ahora, Sánchez y su Gobierno de coalición  bailan capeando los diversos frentes que van apareciendo de forma imprevista fruto de la pandemia del coronavirus. De momento, Europa mantiene la música a base de estímulos (comprando nuestra deuda), aunque los socios europeos ya se miran de reojo conscientes de que esta política monetaria ‘festiva’ que ha establecido Lagarde, dentro de poco, se frenará y no habrá sonido con el que seguir bailando. España hoy registra una deuda histórica del 122% del PIB (60% es lo que exige Europa), su déficit estructural es del 4,5% (más del 3% se considera excesivo) y la inflación está en el 5,5% (por encima del 2% fijado). Plantarse ante los inversores con esta presentación tan deficiente imposibilitaría atraer financiación.

La Covid-19 se ha vuelto a instalar en las conversaciones de los españoles. El número de casos está aumentando hasta el máximo riesgo y todos los epidemiólogos consultados confirman la sexta ola en España. Frente a los mensajes de tranquilidad que lanza el presidente Pedro Sánchez, desde la oposición, Pablo Casado (PP), utiliza estos datos pesimistas como un arma arrojadiza contra la política del Gobierno. Aunque desde el equipo económico de Calviño se mantiene una previsión de crecimiento económico optimista (que alcanza el 7% del PIB para 2022), la realidad es que cada vez menos indicadores económicos lo respaldan, siendo el propio Banco de España la última institución en hacerlo. Sin embargo, con este escenario -de aparente pesimismo- hay fuentes que aseguran que "el aumento de la incidencia se está utilizando para meter miedo a la población y tener cierto clima de tensión que ayude a que Europa mantenga relajadas las exigencias de equilibrio financiero y el BCE continúe con su barra libre abierta”.

Con ese escenario tan complicado para avanzar, los analistas han advertido ya que abogar por una prolongación de la permisividad del BCE sería una actitud por parte del Gobierno que generaría problemas a medio y largo plazo (por el ahorro forzoso, que impediría la inversión), pero que a corto plazo (como suelen pensar los políticos) supondrá una “limitación en el consumo que generará una serie de desequilibrios que se irán cubriendo el balón de oxígeno de Europa que hace que las ventajas sean mayores que los problemas inmediatos”.

En el caso de que Europa no sea condescendiente con la sexta ola que atraviesa España supondrá, según María Jesús Fernández, economista senior del centro de análisis Funcas, “una prueba importante para el país porque se creará un descenso brusco de los bonos que nos compra el BCE; y hoy nuestra ratio de deuda sobre el PIB se mantiene en una senda ascendente y de insostenibilidad”. Para la economista, este posible plan del Gobierno es una “mala noticia” porque “lo que queremos es que la economía se recupere, aunque eso suponga endurecer las políticas expansivas. No podemos estar inyectando liquidez de forma masiva como se ha estado haciendo”. El problema es que, si queremos reducir esa ratio de deuda sobre el PIB y frenar la política monetaria expansiva, es necesario disminuir el déficit público. Una medida nada fácil teniendo en cuenta la apuesta del Ejecutivo por el aumento de oferta pública (que le ha permitido, en parte, tener unos resultados de empleo favorables) y la indexación de las pensiones al IPC.

Los economistas, contra las restricciones

Valentí Pich, presidente del Consejo General de Economistas, afirma que “tenemos que ser todos un poco humildes. Esta crisis de la pandemia nos ha dado un baño de realidad y es una prueba también de que el comportamiento humano con los temas económicos no los podemos controlar al 100%”. Pich asegura que lo que sufrimos hoy son “contaminaciones endémicas” con las que habrá que “convivir” y pide “dejar atrás esta economía subvencionada” para ser más “competitivos” porque la pandemia tendrá “los días contados”. Yolanda Fernández, profesora de Economía Política en la Universidad de Comillas Icade, asegura que la improvisación continua de las medidas crea una “incertidumbre en la economía muy fuerte” y apuesta por una “restricción más estricta, como se han hecho en otros países, en lugar de estar jugando con las cifras todo el rato”.

El economista Francisco Coll Morales asegura que estamos ante “un escenario bastante complejo que podría provocar que España se descolgase, más aún, de un proceso de recuperación, que ante tanta amenaza (nueva variante de la Covid, inflación, retirada de estímulos), parece no ver la luz al final del túnel”. El economista no apuesta por las restricciones como una salida a esta situación y se escuda en los últimos informes que publica el Banco de España, que afirman que “cerca del 75% de la caída registrada en el PIB (-11%) estaría justificada por dichas restricciones a la movilidad”. Una realidad que también defiende el economista Santiago Niño Becerra, que pone como ejemplo lo ocurrido en nuestro país entre marzo y diciembre del año 2020.

Hasta ahora la economía y la sanidad solo iban de la mano para explicar, de forma amable, los efectos macroeconómicos que ocurrían en los territorios. Así, como si de un paciente se tratara, cuando el ciclo económico iba mal, los economistas hablaban de ‘depresión’ y ‘crisis’ y cuando, de nuevo, volvía a ir bien la situación se utilizaba el concepto de ‘recuperación’. Sin embargo, con la irrupción de la Covid, esta afable relación que mantenían se ha desvirtuado: en los últimos meses hemos asistido a un tira y afloja entre los epidemiólogos, más inclinados por las medidas restrictivas, y los economistas, más propensos a evitarlas. En medio, han estado los políticos tratando de buscar las oportunidades que la pandemia ha ido ofreciendo.

Los epidemiólogos piden el pasaporte Covid 

Desde finales del mes de noviembre el número de casos nuevos por la Covid-19 ha ido aumentado de forma sigilosa y paulatina en nuestro país. Un hecho que comenzó a alertar a los expertos ante el temor de estar ante las puertas de una sexta ola. Sin embargo, la sociedad española, desde ciudadanos corrientes hasta propios sanitarios, -tras meses de restricciones y protegidos con la pauta completa de la vacuna- optó por hacer caso omiso a estas advertencias y recuperar la normalidad tan ansiada que el virus les había robado. Pero, este no ha dado tregua a la ciudadanía y así se ha reflejado en los datos del mes de diciembre. Así, la incidencia acumulada ha aumentado un 145%, el número de hospitalizados un 73% y el de pacientes en UCI un 83%. Todo apunta a que han sido dos las causas de estas subidas porcentuales: la pérdida de efectividad de las vacunas por el paso de los meses y el aumento de las reuniones en grupo y sin mascarilla.

“En la sexta ola estamos desde hace días. Da la impresión de que esto subirá bastante y que el pico se alcanzará en una o dos semanas. La situación es preocupante porque va a ser una ola mucho más importante de lo que mucha gente se pensaba” afirma Joan Caylà, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Aunque el epidemiólogo remarca que la vacuna “ha evitado que no estemos viendo hoy la cantidad de muertes que había al principio de la pandemia”, reconoce que “se está subvalorando la Covid ya que el Ministerio está notificando cada día decenas de muertes que pasan desapercibidas y que muchas de ellas podrían ser evitables”. Caylà pide mirar las restricciones “serias” de Alemania (cuyos casos están ya bajando) y tomar “medidas” como, por ejemplo, la instauración del “pasaporte Covid” en todo el territorio.