Los taxistas de Alepo, aliviados por la tregua

  • Bajo un cielo sin bombas ni aviones de combate, los taxistas de Alepo, la segunda ciudad de Siria, esperan que la frágil tregua les permita ganar algo de dinero.

Una semana después de la entrada en vigor del alto el fuego en Siria, un país en guerra desde hace casi cinco años, los taxis amarillos recorren de nuevo las calles llenas de escombros de los barrios controlados por los rebeldes opuestos al presidente sirio Bashar al Asad.

Ayub, de 27 años, vive en el barrio rebelde de Bustan al Qasr, colindante con la línea del frente.

"Los bombardeos, los desplazados, todo esto tenía consecuencias graves para nosotros", explica este padre de dos hijos.

Hasta hace unos días resultaba muy difícil conseguir clientes, debido a que muchos habitantes han huido a Turquía y otros permanecían enclaustrados en sus casas por miedo a los bombardeos aéreos.

La aviación siria y la rusa atacaban por aire las zonas en poder de los insurgentes y los barrios progubernamentales situados al oeste de la ciudad eran blanco de cohetes disparados por los rebeldes.

El 27 de febrero, primer día de la tregua, los alepinos volvieron a salir de casa para ir a los mercados e incluso al parque.

"Desde que la tregua entró en vigor, volvimos a trabajar, gracias a Dios. La gente se siente segura porque puso fin a los bombardeos", declara Ayub.

Antes del alto el fuego, Ayub mataba las horas esperando algún cliente. Algunos días no ganaba ni para gasolina. Hoy comenzó el día limpiando su taxi amarillo, y con una taza de café.

Wahid, un taxista de unos 40 años del barrio de Machad, está encantado con conducir de nuevo. "Antes de la tregua, no me atrevía a salir de casa debido a los bombardeos diarios de los rusos", reconoció.

Los ataques comenzaban a primeras horas y seguían por la tarde, obligándolo a trabajar de noche. "Las cosas mejoraron y el número de clientes aumentó", afirma satisfecho.

Con su hija sentada en la parte trasera, Abu Mohamed, de 26 años, serpentea las calles del barrio de Sukari para visitar a su hermano. "Ahora que los disparos disminuyeron, ya no tengo miedo", sonríe.

La profesión acusó el golpe con el comienzo de los combates en la ciudad, en 2012, y se vino abajo con la división en dos zonas: la de los rebeldes y la prorrégimen.

Los vehículos no conseguían cruzar los barrios. Además, debido a la crisis económica, los habitantes optaban por el autobús o los servicios colectivos, en vez de los taxis.

Los coches se convirtieron en un objeto de lujo en Alepo, tanto para los taxistas como para los residentes.

Abú Mohamad, un carpintero del barrio de Zabdiya, vendió recientemente su coche y va a trabajar en taxi.

"Me vi obligado a vender mi coche por miedo a un estado de sitio en la ciudad. Pensé que era más útil tener dinero que un coche sin gasolina", explicó a la AFP.

El precio del trayecto en taxi se disparó con la guerra.

Abu Mohamad afirma pagar 300 libras sirias (1,40 euros) para ir a trabajar cada día, cuando desplazarse de un extremo al otro de la ciudad costaba 75 libras (menos de 40 céntimos) antes de los combates.

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