Una Feria de las Fallas con dos caras y Morante para el recuerdo

  • Paco Aguado.

Paco Aguado.

Valencia, 20 mar.- La feria taurina de Fallas ofreció dos caras muy distintas, tanto en la arena como en el tendido, por la división de los abonos en bloques temáticos, aunque la gran nota a destacar fue la faena que cuajó Morante de la Puebla a un toro de Juan Pedro Domecq en al corrida que cerraba el ciclo.

Dividido el abono por la empresa en tres bloques temáticos -feria de las novilladas, de los encastes y de las figuras- sólo el último apartado arrojó buenos resultados artísticos y económicos, coincidiendo con los verdaderos días festivos de la ciudad.

La tercera novillada y las cuatro corridas "toristas" se anunciaron en días laborables y a las cinco de la tarde, situación poco propicia para la asistencia de un público masivo. Y ante unos tendidos semidesiertos, lo que se vio en la arena tampoco dio para muchas alegrías.

Fueron muy pocos los toros y novillos que en esa gris primera parte de la feria dieron un mínimo juego, con un utrero -"Tañidero", de Fuente Ymbro- y un cinqueño -"Aviador, de Adolfo Martín- muy por encima de la pobre media de casta del resto de los astados.

Al primero le cortó una oreja el valenciano Román, que, aun resultando lesionado, fue el novillero más destacado de los diez que hicieron el paseíllo en Valencia.

La consiguiente feria de los encastes debió llamarse más bien de los descastes, a tenor del pésimo resultado de la inmensa mayoría de los toros asignados a este bloque, casi todos con los cinco años cumplidos.

Salvo el citado "Aviador", decepcionaron los saltillos de Adolfo Martín, excelentemente presentados; resultó mansa la corrida de Miura, igual que la de Alcurrucén, de encaste Núñez, y fueron descastados y deslucidos los domecq de Fuente Ymbro, por mucho que algún toro de las últimas "se dejara", como dicen los taurinos.

Precisamente a un ejemplar de Fuente Ymbro le cortó Iván Fandiño la única oreja concedida en este apartado, por una faena de valor y recia técnica.

Pero, justo al llegar los días festivos, desde el sábado 16, el ambiente taurino valenciano dio un giro de ciento ochenta grados. Para empezar, ese mismo día se colgó el cartel de "no hay billetes" y, como en los toros los encasillamientos siempre son relativos, las ganaderías supuestamente "comerciales", destinadas a las figuras, le enmendaron la plana clamorosamente a las "toristas".

La clase de los ejemplares de Domingo Hernández, la variada bravura de los de Núñez del Cuvillo y Jandilla -estos, además, de serio trapío- y, en menor medida, la nobleza de los de Juan Pedro Domecq propiciaron espectáculos triunfales, en los que la afición local pudo expresar su entusiasmo taurino.

Estas Fallas dejan para el recuerdo del aficionado catador la clase y la hondura de dos toreros que salieron andando de la plaza: un fresco Finito de Córdoba y, sobre todos, un Morante de la Puebla capaz de reconvertir con su toreo una sala de fiestas en un templo.

Morante cuajó una gran faena ayer al quinto toro de la tarde, un Juan Pedro Domecq falto de entrega, pero que el diestro compensó derrochando clase en una faena de larga duración en la que no cortó orejas, al fallar con la espada.

Por el resto, durante los días de fiesta se cortaron muchas orejas, a veces con demasiada generosidad, y abrieron la puerta grande El Cordobés, El Fandi, Juan José Padilla y Daniel Luque, así como los rejoneadores Andy Cartagena y Diego Ventura en la matinal del día 19.

La tónica general para el triunfo, en una "feria las figuras" donde no todos se comportaron como tales, fue la de un toreo populista y animoso que conectó a la perfección con unos tendidos metidos en fiesta.

Y también por ello hubo orejas para Sebastián Castella y José María Manzanares, que hicieron faenas menores y poco intensas, a diferencia de las de los extremeños Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante.

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