Personajes 

Anthony Hopkins, una historia de talento, de Hollywood a la pintura

  • Compone música, toca el piano y pinta. El actor dice que ya no necesita la interpretación para disfrutar. Ahora estrena 'Now is everything'.
Anthony Hopkins
Anthony Hopkins
Anthony Hopkins
'Now is everything' (2020).

Dice encontrarse en paz. Disfrutar de la vejez. A sus 83 años, el actor Anthony Hopkins (Gales, Reino Unido, 1937) parece encarar una etapa introspectiva que no oculta. En sus entrevistas tiende a hacer balance para acabar reconociendo que ha tenido una vida extraordinaria, no exenta de errores, y que ahora, en su vivienda en Malibú junto a su tercera esposa, Stella Arroyave, llena con dos de sus pasiones: tocar el piano y pintar. Es un talento para todo lo artístico, quizás porque no lo fue tanto para lo académico. La idea de retirarse del cine le ronda de cuando en cuando por la cabeza, pero el cine no parece dispuesto a dejarle. No es fácil renunciar a quien es considerado, unánimemente, como uno de los mejores actores vivos; uno de esos escasos portentos capaz de dotar de credibilidad y profundidad a todo lo que toca.

Anthony Hopkins

El inolvidable Hannibal Lecter de la trilogía que inició 'El silencio de los corderos' (1991).

Lo hizo recientemente, en Los dos papas (2019), donde interpreta a Benedicto XVI en un diálogo ficticio con el Papa Francisco, encarnado por Jonathan Pryce. El filme, dirigido por el brasileño Fernando Meirelles (Ciudad de Dios, El jardinero fiel…), le valió una nominación al Oscar como mejor actor secundario que, finalmente, no consiguió, como le ocurrió con Lo que queda del día (1993), Nixon (1995) y Amistad (1997), pero que ya había logrado en 1991 con su inolvidable Hannibal Lecter de El silencio de los corderos, uno de esos personajes asentados en el imaginario colectivo por generaciones. En el horizonte, varias películas más, aún sin fecha de estreno en España: Now is everything, de Valentina de Amicis y Riccardo Spinotti, un film de suspense sobre una desaparición; o The Father, de Florian Zeller, una historia sobre la vejez.

La ciudad de Ojai es considerado el Shangri-La de los habitantes de Los Ángeles, y ahí se esconde Anthony Hopkins. Los famosos atardeceres californianos se tiñen de rosa en esta ciudad por una condición geológica de la sincronía de sus valles. Allí está el rancho de Reese Whiterspoon, al que huyó Robert Pattinson tras la ruptura con Kristen Stewart; fue aquí donde John Lennon y Yoko Ono visitaron al sabio hindú Jiddu Krishnamurti y donde a Mark Frost se le ocurrió Twin Peaks antes de llamar a David Lynch. Es un valle idílico al que Hopkins se escapa para pintar. En este paraíso están prohibidas las franquicias, por lo que las tiendas brindan productos únicos y exclusivos de artistas y artesanos locales. En su avenida principal se encuentra la galería Primavera, donde venden en exclusiva los cuadros de este actor.

Anthony Hopkins

En 'Regreso a Howards End', de James Ivory (1992).

Usted ha rodado muchas películas relacionadas con la Iglesia.

La espiritualidad siempre ha sido un tema complicado para mí. No crecí dentro de la religión porque mi padre era ateo y mi madre agnóstica, supongo que por eso siempre me he sentido atraído por ella. Siempre que viajo me gusta visitar iglesias y una vez hablé con un sacerdote sobre la posibilidad de convertirme al catolicismo. Me di cuenta de que en aquellos momentos tenía problemas en mi vida y no debía olvidar que soy humano.

¿Hubiera preferido un personaje joven?

No. No tengo ilusiones sobre mi vejez. Todos vamos a morir y la vanidad no despierta mi interés. Me resulta totalmente indiferente la imagen. Sé que estoy en forma, que soy fuerte y que tengo salud porque hago mucho ejercicio. No me importa cómo me ven los demás.

¿Cómo da forma a villanos inolvidables?


Me gusta crear personajes que, contra su naturaleza, no se parecen a lo que se espera de ellos. Una vez, Elia Kazan me dijo que para interpretar a un psicópata lo mejor era dotarlo de tranquilidad.

¿Sigue desarrollándose como artista en otras áreas?


Claro, en la música y en la pintura. De hecho, voy a presentar mis cuadros en varias exposiciones por diferentes partes del mundo.

¿Qué le brinda el mundo de la pintura que no encuentra en la interpretación?

No soy un académico preparado, no tengo educación como artista. Pinto libremente lo que siento y mis cuadros se venden. También escribo y compongo música, aunque nunca estudié. Mi trabajo, en ese sentido, es libre. Me gusta compararme con gente como Stravinski.

Anthony Hopkins
'Lo que queda del día', otra de sus grandes interpretaciones, que le valió una nominación al Oscar. Dirigida por James Ivory (1993).

¿Cómo consigue mantenerse en forma y saludable?


Trato de evitar pensar en la mala salud. Me mantengo activo. Hago ejercicio cada día y sólo ingiero mil calorías diarias. Además, suelo hacer pesas y caminar ocho kilometros en la máquina.

¿Suele ver las películas que interpreta?

Con la vejez te vas distanciando. Ahora estoy desconectado de todo lo que hago.

¿Quisiera reconectar con su pasado?

Sí. Me siento perseguido por mi pasado. Muchas veces sueño con la ciudad en que nací. Sueño que regreso, reconecto con mi pasado y pongo todas las piezas juntas. La vida es una ilusión.

Todo el mundo tiene una debilidad, ¿cuál es la de sir Anthony Hopkins?


Las galletas Big Nags para el desayuno. Esa es mi mayor debilidad. Mi mujer tiene que esconderlas. Y cuando le pregunto si tiene alguna galleta y me dice que no, entonces yo le contesto que está mintiendo. Me ama y me trata como si yo fuera un alcohólico.

Anthony Hopkins

En 'Los dos papas', como Benedicto XVI (2019).

¿Cuál es el mayor placer de su vida ahora?


Tocar el piano y pintar, esos son mis placeres. Toco el piano muchísimo y escribo música también. Disfruto mucho componiendo.

¿Por qué eligió pintar?

Unos amigos de mi mujer tienen una galería, nosotros somos sus socios y les ayudamos. Mi mujer me pidió que empezara a pintar y lo hice. Entonces les envié a la exposición cien pinturas, todos paisajes. Las vendieron en seis días, luego envié otras cincuenta. Lo hago por diversión. Lo hago rápido y nunca sé lo que estoy haciendo, no tengo ningún tipo de preparación en la pintura. Pongo un montón de colores sobre el lienzo y las hago, ayer hice cuatro, con muchos amarillos y algo de rojo terminé haciendo unas flores bellísimas. El rojo rompe como primera base de color sobre el lienzo y luego crea su propia forma. No sabía lo que estaba haciendo, pero me encanta pintar paisajes.

¿Alguna vez ha pensado en retirarse?

Ahora tengo muchas cosas que hacer, pero cada vez que digo que voy a retirarme de la interpretación aparece un guion que me atrapa. Lo que sí es cierto es que ahora vivo una vida plena y no necesito la interpretación para disfrutar.

Anthony Hopkins
Pintar se ha convertido en una de las pasiones del actor, que vende sus cuadros en una galería de Ojai (California) y prepara exposiciones por otros países.

¿Cree que cada uno puede ser el creador de su propia felicidad?


Sí. La gente me pregunta eso todo el tiempo. ¿Cómo he conseguido estar donde estoy ahora? La verdad es que con un poco de talento, trabajando duro, soñando mucho y a lo grande y una pizca de suerte, esa es mi receta. No sé si es mi destino o buena fortuna, pero estoy feliz donde estoy. Tengo 82 años y no sabía que se podía estar tan en paz y tan contento al hacerme viejo. Jamás he disfrutado tanto como ahora. Cuando miro hacia atrás no puedo explicar nada de mi vida pasada. Cuando tenía 17, empecé a actuar con la compañía YAMC. Jamás había actuado antes, y conseguí un papel en la Royal Academy, donde pude entrenarme y prepararme. Yo no era un buen estudiante, era poco disciplinado, rebelde y tenía un sentido profundo dentro de mí. Creo que entonces era demasiado perfeccionista, quería cumplir mis metas en el momento en que lo había planeado, pero la vida no es así. Aprendí pronto a dejar pasar las cosas, tal vez porque tuve un poco de visión de futuro. Ahora sólo vivo en el momento y eso es algo increíble.

Mostrar comentarios