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Viaje a Tailandia: el placer de relajarse entre arrozales y naturaleza virgen

Un resort de lujo situado en un frondoso bosque en Mea Rim, al norte de Tailandia, que ofrece disfrutar de la mejor experiencia oriental para escapar y olvidar la rutina de la ciudad. 

El área de piscinas, en el espectacular jardín, del Four Seasons Resort de Chiang Mai.
 

Prestar atención no tanto a la cantidad de tiempo como a la calidad, disfrutarlo en una especie de suspensión entre campos de arroz, estanques, spa y yoga que dé sentido al deseo temporal de escapar: de uno mismo, de los compromisos, del móvil. Y mecer los sentidos al ritmo de un gong que camina lentamente sobre las horas del día, consagradas al arrullo de los cuidados del cuerpo y el alma. La cadena canadiense de hoteles de lujo Four Seasons Hotel and Resorts ha diseñado bajo el lema 'Tómese su tiempo' un programa de experiencias inmersivas que llevan a los clientes a una dimensión de paz donde se puede elegir qué hacer: tumbarse en el borde de una piscina rodeado por mayordomos dispuestos a satisfacer cualquier capricho o, simplemente, dejarse mecer en el tiempo y el espacio.

La experiencia, que tiene un éxito extraordinario, alcanza su culminación en un espectacular resort en Mea Rim, cerca de Chiang Mai, en el norte de Tailandia, en el Asia profunda, silenciosa y de antiguos ritos. La tranquilidad del entorno envuelve al huésped como un sueño y lo acuna a través de una naturaleza incomparable o entre los miles de servicios ofrecidos. Para quienes lo deseen, la animada ciudad de Chiang Mai, a unos diez kilómetros de distancia, ofrece grandes templos para visitar, tiendas de calidad, bio restaurantes, mercados de artesanías y frutas y diversos entretenimientos, incluido un teatro 'drag queen'.

El resort cuenta con pabellones, villas y residencias privadas.
 

El resort, lejos de cualquier tráfico, se eleva en un bosque ligeramente empinado. A sus pies, en una cuenca propicia para las caminatas en paz, se extiende un campo de arroz que termina en un pequeño lago. Una frondosa vegetación tropical, muy bien cuidada, cobija 64 pabellones, 12 villas con piscinas privadas y 22 residencias privadas. Desde cualquier habitación se puede disfrutar del paisaje rural, pero desde las orillas del estanque o desde las dos piscinas de las áreas comunes las habitaciones no se pueden ver, gracias a la habilidad con la que se ha distribuido el espacio en aras del respeto absoluto a la privacidad.

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Espacios y detalles de las instalaciones del hotel y los cultivos de arroz cercanos. 
  

Bajo una puesta de sol única, los campesinos abandonan los campos en dirección a sus botes entre las aves que levantan el vuelo a su paso. Poco después, al caer la noche, las antorchas iluminan la cuenca para alumbrar las veredas preparadas para el paseo. Para los más vagos, hay un servicio de pequeños autos eléctricos en los que viajar como pasajeros mientras nos llevan a cualquier punto de la finca.

El hotel cuenta con una exquisita decoración oriental, en sintonía con una naturaleza frondosa y silenciosa,
 

La comida y el bienestar se entrelazan en los tres restaurantes de este resort, uno de ellos administrado por el chef italiano Marco Avesani, y en el spa, que combina la tradición oriental y un conocimiento vanguardista en nutrición. Es posible, por lo tanto, degustar refinadas ensaladas con productos de kilómetro cero, adornadas con pescado crudo o langostinos, tés especiados y aromáticos y bebidas en los que la hierba de limón y la cúrcuma crean nuevos sabores con raíces antiguas que forman un todo único y saludable. Por la mañana, el yoga en un pabellón específico, junto a acogedores espacios de agua, sirve para reconciliar el espíritu antes del nuevo día. Luego, si lo desea, puede disfrutar de un desayuno occidental, pero quien aprecia las sugerencias orientales, en cambio, prueba suerte con bebidas calientes y sabores tailandeses completamente naturales y refinados. 

Aspecto del salón y cocina Rim Tai del hotel, rodeados de árboles centenarios y espesa vegetación tropical. 
 

El día puede continuar con un paseo en bicicleta por el campo o asistiendo a una clase de cocina tailandesa en el restaurante Kao, después de acompañar al chef Suwattana Boonyarattananusorn al mercado de Chiang Mai para comprar las materias primas. Entre los puestos triunfan las especias y las hierbas, carne de cerdo y pescado, y solo el ojo infalible de este especialista en tradiciones le permite comprender qué comprar y cómo construir los sabores típicos del país y la zona. En los grandes woks de una cocina al aire libre (pero equipada como las de Masterchef), Suwattana enseña el arte de cocinar, de aromatizar, de mejorar la materia prima con salsas preparadas instantáneamente sin condimentos grasos, pesados o dañinos. Incluso en este escenario el relax es obligado: todo es lento, delicado, delicioso. Una forma interesante de tratar de adentrarse en el espíritu y la cultura de este país extraordinario. 

Los alrededores del hotel proporcionanel clima perfecto para una estancia volcada al relax y el hedonismo.
 

Como lo es, también, una escapada a los mercados de la zona. En Bor Sang (una villa anexa a Chiang Mai conocida como el Pueblo Paraguas) es posible comprar cualquier tipo de paraguas: en papel de arroz, pintado a mano y con varilla de bambú, es el objeto típico de la zona, en miniatura o en tamaño sombrilla para enormes terrazas. La seda es también una especialidad de la zona, en cojines de decoración, manteles o colchas. El algodón, por su parte, es muy querido por los jóvenes diseñadores tailandeses. Puede encontrar sus coloridas chaquetas junto a tés, especias, artesanías y comida y bebida en puestos callejeros.  

Imagen de una de las salas de relajación del spa del hotel, donde se ofrecen tratamientos tradicionales  a base de hierbas medicinales para relajar los músculos. 
 

De vuelta al resort, el spa, protegido por una pared corrugada como la cola del dragón en el que está inspirado, consiste en una sucesión de habitaciones con ventanas a la vegetación, estratégicamente situadas para que el aire siempre circule, incluso en los días más calurosos. El masaje tailandés, en sus diferentes variedades, es la estrella, realzado por el aroma de los aceites esenciales más puros utilizados para mimar la piel, aflojar los músculos, relajarse y dejar disfrutar a los sentidos. Una tradición centenaria renovada por el conocimiento moderno y por la fusión entre Oriente y Occidente. ¿El tratamiento más especial? El que se centra en la cara, que dura una hora durante la que el cuello y los hombros recuperan el bienestar y el rostro se relaja con un efecto duradero que desprende frescura y serenidad.

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