Marcela Temer, de modelo a primera dama de Brasil

  • Es la primera vez en la democracia de Brasil que no hay ni una sola mujer en primera fila del Gobierno, pero sí primera dama.

    Marcela  se hizo un tatuaje con el nombre de su esposo en el cuello.

Marcela Temer, de modelo a primera dama de Brasil
Marcela Temer, de modelo a primera dama de Brasil
S.Campo

Cuando Marcela Tedeschi ganó con 19 años el título de Miss Paulínia, una ciudad de Sao Paulo, probablemente no imaginaba que se casaría con un político 43 años mayor que ella, Michel Temer, que llegaría a la Presidencia de Brasil y la convertiría en primera dama del país. Como si de un cuento de hadas se tratara, Marcela es el único rostro femenino de la política brasileña tras el nombramiento del nuevo ejecutivo. Es la primera vez en la democracia de Brasil que no hay ni una sola mujer en primera fila del Gobierno, pero sí una hermosa y joven primera dama.

La exreina de belleza llamó por primera vez la atención durante la toma de posesión de Dilma Roussef en enero de 2014.  Vestida con una blusa marrón con hombro al descubierto, una falda tubo color beige y una trenza hacia un lado, Marcela Temer eclipsó al resto de asistentes a la ceremonia. Su belleza y juventud robaron la atención de las cámaras. Con razón, ya que la ex modelo se casó con Michel Temer en 2003, ella tenía 19 y él 62 años.

En un reportaje en la revista Veja, Marcela Temer se define como “buena esposa " , señora de "casa" y "recatada”. Dedica sus días a llevar a su hijo Michel, de siete años,  a la escuela y a cuidar de su casa en San Pablo. También su cuidado estético está entre sus prioridades: "No tengo estilista, no me gusta llevar joyas llamativas y mi madre me ayuda en mi estilo", aseguró  en una entrevista en O Estado de Sao Paulo.

Pero pese a las críticas, Marcela declaró en varias ocasiones su admiración por el rol de la mujer en la política haciendo hincapié en Rousseff, a quien calificó de “elegante e inteligente”.

Marcela conoció a Temer durante una convención del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en Paulinia, su ciudad natal, cerca del puerto de Santos, en San Pablo, en la que acompañaba a un tío y a su madre. Ella tenía 19 años y una corta carrera de modelo. Enseguida encandiló al político, en la primera cita ya hubo un beso y la promesa de casamiento que terminó consumándose un año después, en 2003 y en secreto, con una ceremonia civil de 12 invitados. 

Marcela  se hizo un tatuaje con el nombre de su esposo en el cuello, y declaró al diario O Estado de Sao Paulo: “En nuestro caso no hay edad, es como si mi marido tuviera 30 años, él tiene su pasado y la llegada de nuestro hijo nos unió mucho más”.

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