¿Alivio mundial o error histórico?

    • Para quienes han negociado, los próximos seis meses servirán para mejorar el acuerdo; según Israel, Irán los utilizará para afianzar su programa nuclear.
    • Ahora toca rebajar el pánico de Israel a ser destruido por sus vecinos, una tarea tan difícil como necesaria para el futuro de la región.
Netanyahu enviará a un equipo encabezado a su asesor de seguridad nacional a EEUU para hablar sobre Irán
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Jesús Martín Tapias

Lo más sobresaliente es la valoración que unos y otros han hecho del acuerdo. Tan similar, porque las dos partes aseguran que es positivo, y tan diferente en función de lo que proclaman haber conseguido. Mientras el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, sostiene que prohíbe a Irán seguir enriqueciendo uranio, el primer ministro iraní, Hasan Rohaní, ha expandido por Twitter la idea de que no existe tal impedimento.

La única explicación posible a este dislate es que cada contendiente necesita argumentos para vender el acuerdo a los suyos. Suele ocurrir. A partir de ahí, el arreglo alcanzado se puede descomponer en tres partes para una mejor comprensión:Para entender mejor el acuerdo

Uno. Según la letra pequeña, Irán renuncia a la parte de su programa nuclear que le permitiría conseguir una bomba atómica a corto o medio plazo. Pero no a todo, y es lo que más preocupa a Israel porque ello permite a los Ayatolás la posibilidad de retomarlo si dentro de seis meses las partes no logran concretar los términos del "principio de entendimiento". A cambio, Irán recupera una parte de sus fondos bloqueados por el embargo internacional que le permitirán aliviar su asfixiada economía.

Dos. Detrás está lo que no se puede contar, es decir, lo que haya podido cocerse en las conversaciones secretas mantenidas en paralelo entre Estados Unidos e Irán. Se irá conociendo poco a poco en función del desarrollo de la verdadera negociación.

Y tres. Lo más tangible y prometedor, lo que ha quedado recogido en el escueto comunicado rubricado por la responsable de la política exterior, Margaret Ashton, y el ministro de Exteriores iraní: después de tres décadas de enfrentamiento las principales potencias mundiales han arrancado al díscolo Irán la promesa de reincorporarse al seno de la comunidad internacional como un miembro más. Con intenciones pacíficas y con lo que eso conlleva en este momento para el futuro de Oriente Próximo, con la guerra de Siria como principal telón de fondo.La desconfianza de Netanyahu

Como es lógico, el gobierno israelí se ha quedado con la parte voluble del acuerdo, la que queda por concretar, de la que no se fía. El medio año que se han dado los negociadores al primer ministro Netanyahu le parece un plazo peligroso. Una simple tregua, dice, tras la cual los clérigos proseguirán con su verdadero objetivo: construir la bomba y destruir Israel.

Netanyahu y su gobierno califican el acuerdo de "error histórico" por dos razones: la primera es que el ayatolá Jamenei, líder supremo de Irán y verdadero poder fáctico del país, volvió a repetir hace unos días que Israel está "condenado a desaparecer". Segunda, porque en su opinión responde a una nueva estrategia diplomática de Estados Unidos basada en tender la mano al enemigo y que denota una gran debilidad.Israel ante la amenaza existencial

La política israelí suele responder a un comprensible miedo existencial, pero en su seno conviven históricamente "halcones y palomas". Los primeros han comparado el acuerdo con Irán con el alcanzado en Munich en 1938 que dio alas a Hitler para llevar a cabo su campaña de exterminio. Los segundos confían en que Estados Unidos nunca abandonará Israel a su suerte.

Los países más peligrosos son los que se encuentran entre la espada y la pared. Irán estaba así y la comunidad internacional ha querido aliviar la tensión para evitar una explosión violenta. De ahí el acuerdo. Ahora toca rebajar el pánico de Israel a ser destruido por sus vecinos, una tarea tan difícil como necesaria para el futuro de la región.

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