Atribuirse no es asumir

  • Estado Islámico ni ha ordenado, ni ha planificado, ni ha ejecutado ataque alguno en Niza. De la misma manera, no puede decirse que Estado Islámico ha reivindicado porque no es correcto o, cuanto menos, ajustado a la realidad.

El ministro del Interior matiza que no está confirmada la motivación yihadista en Niza
El ministro del Interior matiza que no está confirmada la motivación yihadista en Niza
Salvador Burguet, CEO de la compañía de Inteligencia AICS

Al momento de escribir estas líneas han transcurrido más de veinticuatro horas desde los trágicos sucesos de Niza y la agencia de noticias Amaq, oficialmente Wakilat A´maq al-Akhbariyye, ha emitido un comunicado en el que califica al conductor suicida de Niza como “soldado del Estado Islámico, que llevó a cabo la operación de Niza como respuesta a los llamamientos de atacar a los ciudadanos de los países de la coalición que luchan contra el Estado islámico”. Este es el comunicado que, según Amaq procede de una Fuente Militar.

Que la tardanza en lanzar de este comunicado es significativa no hay dudas, como tampoco lo hay de que Estado Islámico ni ha ordenado, ni ha planificado, ni ha ejecutado ataque alguno en Niza. De la misma manera, no puede decirse que Estado Islámico ha reivindicado porque no es correcto o, cuanto menos, ajustado a la realidad.

Ya en la misma noche del jueves 14 de julio, desde AICS se dijo que si Estado Islámico emitía algún comunicado no iba a ser responsabilizándose de la autoría de los hechos, sino buscando sacar beneficio mediático de los mismos. Dicho y hecho. El comunicado de la agencia de noticias, y esta sí que pertenece a la organización terrorista, es escueto, parco en detalles y sin citar nombres, lo cual es una prueba más de la nula relación entre Siria y Niza. Sin embargo, y a pesar de estas claras pruebas de que solo se busca rédito propagandístico, se puede leer en algunos medios que “Estado Islámico reivindica”. Más allá de la libertad de cada uno de llamar a las cosas de una manera u otra, y sin menospreciar la labor de esos profesionales que se juegan muchas veces la vida para que los demás sepamos qué pasa en el mundo, es de justicia y objetiva observación puntualizar que este tipo de errores no hacen sino favorecer a quienes se debe derrotar.

Mucho se ha escrito hasta este momento sobre la tardanza de la organización terrorista para asumir los hechos luctuosos de Niza. Dejando de lado las explicaciones, todas respetables aún cuando un tanto difíciles de entender, dadas por más de un experto sobre si “como hay problemas de comunicaciones quizá no se han enterado del atentado” (referido a los dirigentes de Estado Islámico ubicados en Siria), o que “este atentado es la respuesta a la muerte de al-Shishani” (a la sazón dirigente destacado de la organización terrorista muerto en combate hace dos días en Sirqat, Irak), lo cierto es que Estado Islámico ha movido ficha, tarde y sin responsabilizarse directamente, y seguramente porque, a pesar de opiniones en contra que hoy se pueden leer, ver u oír en los diversos medios de comunicación, ni esto es un atentado “low cost”, ni es la “nueva táctica” de Estado Islámico, sino más bien la acción individual de una persona aislada que, muy probablemente fruto de su relación con ciertos elementos radicales o del consumo desmedido de la propaganda islamista, ha decidido, con pocas luces, nula preparación pero desgraciado acierto, llevar a cabo una acción suicida en pro de su malentendida lucha por el Islam. Estado Islámico ni ha preparado nada, ni ha planeado cosa alguna, ni ha ordenado acción de ningún tipo.

Más allá explicaciones que se han podido oír y ver en algunos canales de televisión u otras que se pueden leer en algún que otro periódico, los motivos son más reales, tangibles y, si se me permite, lógicos.

Si algo caracteriza a Estado Islámico es la rigidez de sus estructuras, el cumplimiento estricto de las órdenes por sus miembros y, sobretodo, el seguimiento sin fisuras, vaivenes y devaneos de los preceptos programáticos del Islam en su versión más radical. Unido a ello, existe otro mandato, no escrito pero de imperativo cumplimiento, y es el relativo a preservar la vida de los musulmanes. Un ejemplo de este último condicionante se pudo apreciar cuando en junio de 2015 Estado Islámico canceló un ataque a un vuelo de Tunisia Airlines simplemente (o gracias a que) “no se podía asegurar que no hubiese musulmanes en el avión” (y así se retransmitió por sus canales de comunicaciones y como tal fue recogido por AICS). De la misma manera, tampoco fue reivindicado el atentado contra el aeropuerto de Estambul, de trágico y reciente recuerdo, simplemente porque habían muerto musulmanes. Y es que Estado Islámico lo que no puede permitirse, bien por principios bien por cuestiones tácticas, es aparecer como una organización que también mata a los suyos. Eso va en contra de su propaganda de actuación solo contra el infiel, el apóstata y el demócrata, tres definiciones para un mismo arquetipo social, Occidente. Sin embargo, y a pesar de estas consideraciones, en este caso la organización terrorista sí ha considerado acertado saltarse esos preceptos. Con el comunicado de hoy, Amaq demuestra que por encima de todo está el daño psicológico que se puede hacer a Occidente, es decir que el fin justifica los medios. Esto solo indica que Estado Islámico se está muy poco a poco debilitando y con ello perdiendo sus valores intrínsecos que le hicieron crecer hasta lo que es hoy, por lo que necesita mantener esa llama viva a pesar de retorcer la realidad casi hasta el límite.

Además, y volviendo a los preceptos de obligado cumplimiento de todos aquellos que forman la Ummah particular del Estado Islámico (como virtual Estado), las informaciones sobre el autor de la masacre de Niza, publicadas con diligencia y profesionalidad en este medio, indican que no era precisamente el modelo de musulmán que podría figurar en los carteles propagandísticos de la organización terrorista. La prueba de esta afirmación es el cambio de reacción experimentado en las redes sociales más usadas en la actualidad por los que de una manera u otro apoyan a Estado Islámico, Telegram. Si en la noche del 14 al 15 de julio, la actividad fue frenética, con innumerables comunicados, foto-montajes y posters alabando la acción en Niza, a partir de las nueve y media del día quince esa actividad cayó vertiginosamente hasta casi desaparecer. De hecho, los comentarios a la masacre en Francia fueron mínimos, para volver a centrarse en su día a día que es Siria e Irak. Tampoco esta vez, como ocurriere con los atentados de París o Bruselas, hubo celebraciones en la calles de ar-Raqqah, la virtual capital del virtual Califato, con entrega de caramelos a los conductores y repartiendo besos y abrazos en honor al golpe al infiel. Tampoco el comunicado de Amaq ha tenido repercusión en los canales mediáticos ni entre los seguidores de la organización terrorista.

Pero, yendo más allá en los hechos y analizándolos desde el punto de vista de Inteligencia y sin pretensiones de enseñar a nadie, sino de puntualizar algunos aspectos, existen ciertos detalles que son importantes y que parecen estar siendo obviados.

Más allá de las explicaciones relativas a los problemas de comunicaciones o las venganzas por la muerte de terceros (por cierto en la que nada tuvo que ver Francia ni la Comunidad Internacional), los “atentados low-cost” o las “nuevas tácticas”, subyace un elemento principal en lo ocurrido en Niza y es el poder de la propaganda islamista. La acción suicida protagonizada por Bouhlel se llevó a cabo siguiendo, casi paso a paso, las directrices dadas en la revista Inspire, publicada por al-Qaeda, en su número 2. En aquella ocasión, el objetivo eran los Estados Unidos, algo lógico teniendo en cuenta quién edita la publicación, pero las formas, técnicas y procedimientos son de aplicación en el resto del mundo y por el resto de organización (por cierto no solo islamistas), como se ha podido comprobar. Esto debe llevar a pensar que todas las publicaciones que hasta ahora han visto la luz en las que se habla de formas de cometer atentados tienen su macabra utilidad en las manos equivocadas. En AICS la base de datos de Inteligencia cuenta con más de 50 manuales, folletines y anotaciones obtenidas por nuestras Fuentes sobre procedimientos para confeccionar bombas indetectables a un arco de seguridad, explosivos camuflados en ambientadores para la casa, o granadas de mano fabricadas con trozos acodados de tubería. Nos guste o no, que seguro que no, esos artículos, más propios de un catálogo comercial por la forma en la que están escritos e ilustrados, son el abecedario para estos terroristas de nuevo cuño que ahora se han instalado en las sociedades occidentales. Y ante esto, nadie parece tomar conciencia más allá de algunos medios que sí se hacen eco de estas biblias del terror, como el que publica estas líneas.

El segundo aspecto a tener en cuenta es el posible efecto de imitación que la acción de Niza puede tener sobre aquellos que piensan que ha llegado el momento de defender el Islam en casa. Si hace unas semanas hablábamos de las nuevas técnicas aplicadas por Estado Islámico en sus atentados, poniendo como ejemplo la última acción armada en Bangladesh, donde se buscaba el efecto mediático mediante la atracción de los medios de comunicación para multiplicar el efecto psicológico de la operación, ahora toca hacerlo de las altas posibilidades de que este tipo de acciones (la de Niza) se repitan. Las formas sencillas, básicas podríamos decir de su ejecución, la nula necesidad de elementos logísticos y de apoyo, y el éxito conseguido son rentables para una organización que solo busca causar daño, esparcir el terror y provocar desgracias.

El tercer aspecto, más sensible, es el relativo a los medios de comunicación. Si de algo vive Estado Islámico es de la publicidad. La propaganda, directa o indirecta, es su fuente de sustento por cuanto de atracción de nuevos voluntarios tiene. Cualquier acción en la que, bien por constatación de hechos bien por mera intuición, su nombre sea relacionado es bueno para sus intereses. Aquí aparece el eterno problema, la dicotomía existencial de la propia profesión del periodista y es el hasta dónde se puede informar o qué se debe decir. Sin menoscabo de la profesionalidad de todos aquellos que dedican su vida a que los demás sepamos qué ocurre en este mundo (y a colación viene la definición que un gran profesional como D. José María García dio de la profesión que creada Mariano José de Larra, “contador de cosas”), nunca suficientemente reconocidos y muchas veces denostados por muchos, eso sí después de leer, ver u oír las crónicas, es necesario establecer unos patrones generales de tratamiento de la información, no dando pábulo a rumores o comentarios, muchas veces sin fundamento, de esos expertos que solo hacen que alimentar la aureola de protagonismo de quien no lo tiene. Que el atentado de Niza tiene tintes y características propias de una organización islamista es cierto, como también lo es la inspiración en las formas y dictados de Estado Islámico y en menor medida al-Qaeda, pero no es cierto afirmar que ha sido una u otra organización terrorista la que ha planificado, ordenado, dirigido, e incluso ejecutado la acción. En este caso, como en Bruselas, como en Charlie Hebdo o como en el Hypermarche judío de París, sería faltar a la objetividad de los hechos. Con ello solo sale un beneficiario y se llama Estado Islámico.

El cuarto y último aspecto a destacar es la capacidad de Francia en este caso, para afrontar una amenaza como la que representa el terrorismo islamista. Según el Presidente Hollande “se habían tomado todas las medidas de seguridad”, en referencia a los actos que se celebraban en Niza. Eso está fuera de toda duda, y gracias que se habían tomado habría que decir, ya que el arrojo demostrado por los policías en sus esfuerzos por detener al conductor suicida fueron determinantes y salvaron muchas vidas. Sin embargo esas “todas las medidas” se han demostrado insuficientes pero no por falta de empeño sino por ausencia de Inteligencia. Cuando un dispositivo de seguridad falla provocándose una masacre como la de Niza el problema hay que buscarlo no en la Seguridad sino en la Inteligencia. Hace unos días, un alto cargo francés hacía unas declaraciones en las que instaba en la necesidad de una “renovación de los Servicios de Inteligencia”, ahora más que nunca se hace evidente y urgente esa medida. Que la costa sur de Francia, en especial Niza y sus alrededores son históricamente un punto de atracción de musulmanes emigrados principalmente del norte de África es algo que se sabía. Que además existe una amplia diáspora islamista asentada como más o menos libertad de acción entre esa comunidad musulmana, también era conocido, de hecho un porcentaje elevado de aquellos que antes, ahora y luego están en Siria o Irak proceden de esa parte del país. Ante ello, se antoja difícilmente asumible que no existiese un control de esa comunidad por parte de los Servicios de Inteligencia.

Me preguntaba ayer por la mañana un corresponsal de una de las agencias de noticias españolas más importantes si “esto en España puede ocurrir”. Mi respuesta fue que sí, claro que puede ocurrir, pero es mucho más difícil.

Por contraposición a lo ocurrido en Francia, en nuestro país un acontecimiento de esas características siempre cuenta con un despliegue de seguridad, principalmente de Policía Nacional y sus Unidades de Intervención Policial (las llamadas UIP), que pone las cosas muy difíciles para que alguien lleve a cabo una acción de esas características. Además, ese despliegue está acompañado de un trabajo intenso, más cuando como en Francia se está bajo un Estado de Emergencia, de información que permite valorar la amenaza y con ello determinar el despliegue operativo. En Niza, desgraciadamente, eso no ha ocurrido. No se trata de desplegar doscientos policías en la calle, apoyados por unidades militares, sino hacerlo de manera coherente y eficaz, y para eso hace falta Inteligencia. Lo que parece que Francia aún no quiere admitir es que sus Servicios de Inteligencia deben evolucionar y adaptarse a la nueva amenaza. Como ocurriese en París en noviembre de 2015, o antes en el ataque a la revista Charlie Hebdo, los que llevaron a cabo la acción habían sido en algún momento controlados por los Servicios de Seguridad y sin embargo gozaban de una libertad de movimientos inexplicable.

No es momento de hacer leña del árbol caído, ni de sacar los colores nadie, tampoco es la intención, pero sí de ser objetivos. El enemigo de Francia, como el de España, Bélgica, Alemania o Italia, por citar los países más comentados en los círculos islamistas, está en casa, no en desiertos lejanos y montañas remotas, como diría alguien. Es cierto que hay que combatir a los islamistas en otros escenarios, pero no lo es menos que es imperativo también hacerlo en nuestro propio suelo. Si eso no se consigue, las posibilidades de que atentados como el de Niza, uno de los más peligrosos por su procedimiento y forma, vuelvan a ocurrir son altas o muy altas.

Si de algo podemos estar seguros en España, también en el punto de mira islamista, es que nuestra Guardia Civil y nuestra Policía Nacional gozan de una experiencia y buen hacer que las colocan entre las mejores Fuerzas de Seguridad del mundo. No estamos exentos de que algo así ocurra, pero podemos dormir tranquilos porque miles de hombres y mujeres, vistiendo uniforme verde o azul, trabajan para que el día siguiente sea, cuanto menos, tan tranquilo como el anterior.

Estado Islámico no ha reivindicado el atentado de Niza solo está sacando beneficio de la acción. Estado Islámico no ha planificado, preparado, ordenado o ejecutado el atentado de Niza. Ni Estado Islámico ha ordenado que se actúe de esta manera en particular, por muy “low cost” que pueda ser. Ante ello solo queda aprender de los errores y seguir luchando para eliminar esta amenaza que se antoja enquistada en Occidente y que, de no ser contundentes, se esparcirá cual cáncer mortal.

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