Ben Alí, el hombre de los pies ligeros

  • Después de 23 años recibiendo críticas por parte de organizaciones pro derechos humanos, el presidente tunecino, Zine el-Abidine Ben Alí ha puesto los pies en polvorosa. Su rápida escalada al poder al principio de su carrera también ha terminado de manera fugaz. Mohamed Ganuchi, el primer ministro ha asumido el Gobierno, mientras que el Ejército ha toma el aeropuerto y otras posiciones estratégicas dentro del estado de emergencia proclamado horas antes.
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23 años reteniendo el poder. El siete de noviembre de 1987, Zine el-Abidine Ben Alí subió al poder de Túnez bajo la figura de Presidente de la República. Desde entonces, las libertades de los tunecinos han disminuido año a año. Durante años, las ONG han definido a Ben Alí como un gobernador con"mano de hierro".

Los últimos coletazos del mandato de Ben Ali fueron a finales del año pasado. Coincidiendo con varios disturbios, realizó una remodelación parcial de gobierno. Sin embargo las revueltas siguieron extendiéndose por Túnez hasta mediados de enero. Sesenta muertos son el resultado de las protestas por las desigualdades sociales y el alto nivel de paro.

De las críticas tampoco se salva la familia de su mujer, Leila Trabelsi. Ella y su familia han sido criticados por los manifestantes, que afirmaban que ambas han saqueado el país.

Las reelecciones de Ben Ali

Su última  reelección fue en 2009, y si todo hubiese seguido calmado para Ben Alí, habría permanecido en la presidencia hasta 2014. De hecho, antes de salir el presidente dio ésta como opción: esperar a las elecciones de dentro de cuatro años.

La diferencia entre el Ben Ali de 2004 y el de 2009 es importante. En las primeras elecciones del nuevo siglo el presidente dijo querer “animar el pluralismo en el paisaje mediático”. Cinco años más tarde, en la víspera de su reelección advirtió: “Se aplicará la ley contra cualquiera que haga acusaciones o ponga en duda la integridad de la operación electoral sin proporcionar pruebas concretas».

La doble cara

Desde que Ben Alí asumió el cargo, ha habido tiempo para muchos cambios, idas y venidas. Una ley de partidos teóricamente democrática y un discurso sobre pluralismo parecía suficiente para que Occidente hiciese la vista gorda. Eso sí, luchar contra los islamistas también era un requisito que el presidente tunecino supo cumplir.

Las amplias limitaciones del pretendido pluralismo hicieron que al régimen le costase algo mantener una apretada libertad de prensa y una persecución constante de la disidencia. La Liga Tunecina de Derechos Humanos y Amnistía Internacional son los principales organismos que han documentado la represión.

Ben Alí dejó ver la diferencia con su predecesor durante la guerra del Golfo. La posición pro occidental ya no se podía dar por hecho. Condenó la invasión de Kuwait y se mostró hostil hacia la intervención militar de EEUU contra Saddam Hussein. Sin embargo, esta crítica no implicaba su favor hacia los islamistas, hacia los que preparaba una fuerte ofensiva.

 

Escalada política de velocidad

La estela de Ben Alí se alzó una vez su predecesor,Habib Burguiba había conseguido declarar la independencia de Túnez en 1957. El principiante que sería presidente durante 23 años buscó un hueco en el recién creado Estado tunecino, dónde ocupo diferentes puestos estratégicos de la administración.

El comienzo de sus altos vuelos políticos fue 1985. Ministro de Seguridad Nacional fue su cargo, y un año después se responsabilizada de la cartera de interior. Lo que normalmente es una carrera de fondo, para Ben Ali era ya una prueba de velocidad.

Tras una tremenda carrera política, Ben Alí se había convertido en el candidato favorito para sustituir a Burguiba. Y no tuvo que esperar mucho. Dos años más tarde después de llegar a las altas esferas, su predecesor le nombraba delfín. Túnez veía en Ben Alí una esperanza de apertura política, nada más lejos de la realidad que ha terminado con una escapada en toda regla.

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