Berthieu, el jesuita francés que luchó contra la injusticia en Madagascar

  • El jesuita francés Jacques Berthieu (1838-1896) fue un pastor infatigable que luchó contra la injusticia, aliviando a los pobres y los enfermos y que sufrió el martirio, pero que así lo prefirió antes que renunciar a la fe, dijo hoy Benedicto XVI tras proclamarlo santo.

Ciudad del Vaticano, 21 oct.- El jesuita francés Jacques Berthieu (1838-1896) fue un pastor infatigable que luchó contra la injusticia, aliviando a los pobres y los enfermos y que sufrió el martirio, pero que así lo prefirió antes que renunciar a la fe, dijo hoy Benedicto XVI tras proclamarlo santo.

"Que la vida de este evangelizador sea un acicate y un modelo para los sacerdotes y que su ejemplo ayude a los numerosos cristianos que hoy en día son perseguidos a causa de su fe", afirmó el papa.

Berthieu nació en Montlogis (Francia) el 26 de noviembre de 1838. Sacerdote profeso de la Compañía de Jesús, trabajó como misionero en una pequeña población de Madagascar, donde se dedicó por completo a la enseñanza del catolicismo, la asistencia a los leprosos y la ayuda al mantenimiento de una escuela de niños hijos de indígenas.

El postulador de la causa de su canonización, Anton Witwer, destacó que Berthieu siempre permaneció "fiel a la fe y fiel a la gente cristiana de aquel territorio".

"Siempre se sintió atraído por la gente simple, la gente pobre, la más necesitada", recalcó.

Por motivos políticos, tuvo que dejar durante algunos periodos Madagascar para ir a trabajar con los soldados franceses, pero siempre tuvo el deseo de volver lo antes posible con su gente, para ayudarles y asegurarse que pudieran vivir plenamente la fe cristiana.

"Toda su vida fue una preparación al martirio: estaba dispuesto a ofrecer su vida por los demás", agregó el postulador.

Durante la guerra entre Francia y Madagascar, el sacerdote fue capturado por los insurgentes mientras acompañaba a los cristianos evacuados de la población.

Cuando los grupos de la tribu de Menálamba, que querían eliminar la fe cristiana del país, vieron el crucifijo que Berthieu llevaban en el cuello, le dijeron: "¿Este es el amuleto con el que quieres engañar a la gente?. Su respuesta fue: "Seguiré rezando por vosotros".

Ante su rechazo a abandonar la fe, le asesinaron el 8 de junio de 1896 y lanzaron su cadáver al río.

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