Bosnia intenta tomar las riendas de su futuro 15 años después

  • Han pasado casi 15 años desde que los Acuerdos de Paz de Dayton pusieron fin a la guerra en Bosnia. Tras el conflicto, la comunidad internacional se embarcó en una de las tareas más ambiciosas y caras de la historia: reconstruir un Estado. Ofreció miles de soldados y más de 15.000 millones de dólares para estabilizar, reconstruir y desarrollar la infraestructura e instituciones políticas y económicas. Sin embargo, las buenas intenciones y las montañas de dinero sólo sirven hasta cierto punto. En algún momento, la población local tiene que acoger y materializar el cambio. Las elecciones bosnias, el próximo octubre, servirán para ver qué pasará con este "experimento" internacional de paz y reconstrucción nacional.
Jon Western and Patrice McMahon | GlobalPost

(Massachusetts, EEUU). No hay duda de que la participación y el dinero de la comunidad internacional han producido éxitos tangibles. La violencia entre etnias acabó inmediatamente tras la firma de los Acuerdos de Dayton en noviembre de 1995; la gran mayoría de los dos millones de desplazados pudieron regresar a sus hogares o recibieron alguna compensación; la economía ha crecido por encima del 10 por ciento anual y una gran parte de las tres etnias que conforman el país –bosnios, croatas y serbios- han vuelto a su rutina diaria.

Sin embargo, muchos de estos éxitos esconden una situación mucho más compleja, que muestra una realidad inquietante y un futuro complicado. El acuerdo de paz incluía una serie de concesiones para acabar con la guerra: creaba un estado débil y descentralizado, en el que la mayor parte del poder recaía sobre dos entidades: la federación musulmana, controlada por los croatas y la Republika Srbska (RS), controlada por los serbios.

Actualmente el Gobierno bosnio sólo tiene una autoridad constitucional limitada. Debido al enorme poder de ambas entidades, la reconciliación ha sido lenta y no se ponen de acuerdo sobre el futuro del país. Esta estructura dual ha provocado un complejo laberinto de normas regulatorias, códigos tributarios, derechos de propiedad y otros asuntos básicos, que a menudo compiten entre sí o se contradicen unas a otras.

El desempleo se sitúa alrededor del 30 por ciento, la modernización de la economía socialista ha quedado en segundo plano y el sector público continúa consumiendo casi el 50 por ciento del PIB.Esto contribuye a una enorme corrupción y a redes de favoritismos (basadas en la raza) que entorpecen el desarrollo económico de Bosnia.

La inacción política ha frenado la promulgación de nuevas leyes y las reformas constitucionales, que aspiraban a fortalecer la estructura regulatoria del sector privado y expandir el intercambio comercial. Además, la recesión mundial ha exacerbado las tensiones políticas y la retórica nacionalista. Los líderes de ambas entidades han protagonizado enfrentamientos sobre una serie de reformas políticas y económicas, necesarias para acercar a Bosnia a los estándares mínimos para entrar en la Unión Europea.

Recientemente, Milorad Dodik, el primer ministro de RS declaró que sólo la intervención internacional mantenía la unión del país y que era hora de pensar en su disolución. Si bien la participación internacional fue muy importante en una época, actualmente su influencia es cada vez menor.

El vicesecretario de Estado de EEUU, James Steinberg, y el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos en representación de la UE) viajaron recientemente a Sarajevo para presionar a los líderes bosnios para acabar con las disputas y acelerar el ritmo de las reformas políticas y económicas. Los diplomáticos declararon que hubo progresos, pero que no se había llegado a ningún acuerdo ni compromiso formal de los diversos grupos.

La verdad del asunto es que la campaña diplomática internacional se ha visto entorpecida por las divergencias entre Washington y Bruselas sobre qué hacer con Bosnia. La situación no sólo es una desilusión sino que podría tener graves consecuencias para el futuro del país. Después de una década de éxito relativo y algunos logros notables, la autocomplacencia se ha apoderado de la situación y la unidad internacional también se ha desintegrado.

EEUU comenzó a retirar sus tropas con la llegada de George W. Bush y modificó su apoyo desde los ataques del 11 de septiembre. Y la UE, que prometió hacerse cargo de la transición en Bosnia, ahora se ve confrontada con menores recursos, otros compromisos globales o regionales y la fatiga de quienes han colaborado.Washington está a favor de mantener la Oficina del Alto Representante que se creó bajo los Acuerdos de Dayton para dirigir y gestionar la reconstrucción y el desarrollo económico y político. Pero Bruselas ha expresado el deseo de cerrarla y reducir aún más las tropas de la UE hasta dejar sólo una fuerza de supervisión.

Debido a la autocomplacencia internacional y al creciente abismo entre Washington y Bruselas, los partidos políticos nacionalistas y sus líderes han aumentado sus ataques contra los moderados. Y una vez más utilizan la retórica nacionalista para echarle leña al fuego y atemorizan a la población. Estas tácticas probablemente recobrarán más fuerza ahora que el país se prepara para las elecciones generales. Los próximos seis meses serán cruciales para Bosnia y los esfuerzos internacionales de reconstrucción nacional. En octubre, los bosnios tomarán una gran decisión.

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