Brasil concede créditos al buen tuntún

  • Mientras Londres, Hong Kong o Madrid han sufrido una de sus peores crisis económicas en gran parte por culpa de concesiones crediticias inseguras, los bancos de Brasil siguen tensando la cuerda y concediendo tarjetas de crédito a todas las personas de forma que hasta los más pobres pueden comprar un par de zapatos a diez meses sin intereses.
Myrna Domit | GlobalPost

(Sao Paulo, Brasil). En Brasil incluso los pobres pueden tirar de tarjeta de crédito para llevarse a casa televisiones de plasma, equipos de música y cafeteras express.

El crédito no sólo abunda en este país, sino que es virtualmente gratuito y democrático. Y todo se debe a la versión brasileña de los pagos a plazos, sin intereses. Estos planes permiten a los consumidores comprar sus productos en 17 o más cuotas a través de sus tarjetas de crédito y sin pago de intereses.

Estos atractivos planes no son algo nuevo, pero en los últimos dos años, con la inflación baja y una economía boyante, los brasileños que andan justos de liquidez se muestran más confiados que nunca.“Los consumidores de ingresos bajos creen que su momento finalmente ha llegado”, dice Marcelo Neri, economista de la Fundación Getulio Vargas. “Los brasileños están recuperando ahora los años que han estado conteniéndose en el gasto”.

Subidos a la ola del crédito, los brasileños están comprando a plazos su futuro. La inflación ronda el 4,5 por ciento, algo que los brasileños consideran bajo si se compara con el 2.500 por ciento que tuvieron en 1993, un año récord.

Los bancos garantizan los pagos a las tiendas y asumen todo el riesgo en caso de que los consumidores no hagan un ingreso. Tiendas, consumidores y bancos saben que saltarse un pago conlleva unas importantes tasas de interés, especialmente porque en Brasil son de las más altas del mundo. Los consumidores saben además que a veces no consiguen un negocio perfecto con sus compras, ya que a menudo las tiendas cobran más por los productos que venden en pagos aplazados.

Con los clientes deseosos de comprar más productos a crédito, los vendedores se aseguran de satisfacer a la clientela estirando al máximo posible el número de cuotas a pagar.En abril de 2010 los créditos al consumo sumaron 267.000 millones de dólares en Brasil, marcando un crecimiento anual del 18,2 por ciento, según el Banco Central.

Casas Bahia, una exitosa cadena de tiendas que vende electrodomésticos y muebles a crédito, ha extendido en el último año sus planes de financiación de 10 a 17 cuotas, y a veces incluso más, según explica su gerente Marcilio Bonfim.

Maria da Conceiçao, de 58 años, lleva 13 años gastándose el sueldo en Casas Bahia, y dice que su casa es prácticamente una pequeña extensión del centro comercial.

“Trabajo como limpiadora y gano unos 600 dólares [475 euros] al mes. Si tuviese que pagar todo de golpe, no tendía ni una cama en la que dormir”, afirma mientras compra dos licuadoras y un reproductor de DVD a 10 cuotas sin intereses.

Al igual que Conceiçao, la mayoría de los consumidores de bajos ingresos de Brasil se pasan el año entero pagando deudas que les permiten tener productos que de otra manera no podrían comprar.

“Prefiero pagar en 10 o más cuotas. Estoy acostumbrado a ello y me permite tener así más cosas”, dice Ronaldo Rodrigues, un conserje de 57 años. “Todos los aparatos de mi casa los he comprado en Casas Bahia: la nevera, el microondas y la lavadora”.

Los consumidores se muestran fieles a su compromiso de pagar las cuotas.

Los impagos han decrecido un 6,7 por ciento entre enero y marzo, comparado con el mismo periodo de 2009, lo que supone un descenso récord de los impagos desde mayo de 2000, según Serasa Experian, la mayor agencia de crédito de Latinoamérica. Serasa Experian no difunde la tasa total de impagos, solo variaciones de año a año.

En ShoeBiz, una zapatería en el centro de Sao Paulo, unos carteles llaman la atención de los clientes en grandes letras mayúsculas: “Llévese un par de zapatos a casa y pague en 10 cuotas sin intereses”.

La peluquera Nilma Lopes de Santos tiene a dos de sus hijas probándose zapatos en la tienda y, con la MasterCard en mano negocia aplazar el pago en 10 cuotas con el vendedor. “Siempre pago a plazos. No puedo permitirme comprar zapatos y pagar en efectivo”, dice.En Ponto Frio, otra cadena de electrodomésticos, los vendedores dan el precio de las cuotas mensuales del plan aplazado antes de dar el precio total del producto.

“El 90 por ciento de nuestros clientes compran a plazos porque no pueden permitirse pagar un producto de 500 dólares [395 euros] de golpe”, asegura Edson Alves, de 34 años, gerente de la empresa.Los economistas alertan a los clientes sobre estos planes llamativos, y les aconsejan que negocien un precio más bajo si pagan en efectivo.

“La población tiene que despertar, porque las tiendas suben los precios y lo camuflan en estos planes de financiación atractivos”, explica Jose Dutra Oliveira Sobrinho, vicepresidente del Consejo de Economistas de Brasil. “Si los compradores entendiesen esto presionarían a las tiendas para venderles productos a un precio menor si pagan en efectivo”.

Aún así, para muchos brasileños esa no sería una opción posible.

Incluso con una economía boyante, la creciente clase media de Brasil gana entre 600 y 2.600 dólares al mes, insuficiente para permitirse comprar una nevera corriente de 300 dólares y llegar a fin de mes.

“Sé que aumentan los precios cuando ofrecen los planes de pago a plazos, pero yo no puedo comprar nada en efectivo, y necesito una televisión para ver el Mundial de Fútbol”, llegó a decir Maria do Carmo, una peluquera que buscaba una televisión en Casas Bahia cuando el campeonato aún estaba en marcha.

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