Huaxi, la ciudad china donde solo viven millonarios... ¿un paraíso de comunistas ricos?

La torre que es el emblema de Huaxi.
La torre que es el emblema de Huaxi.
Diego Caldentey
Diego Caldentey

Huaxi es una aldea china donde todos los habitantes son millonarios. Aunque parezca mentira, hace 50 años era una pequeña localidad humilde y hoy se ha convertido en epicentro del lujo y el glamour, situado a menos de dos horas de Pekín. Sus habitantes deben cumplir con tres reglas esenciales para poder residir en esta auténtica meca del buen vivir: invertir en la comuna, demostrar arraigo y trabajar.

Entre las particularidades de este pueblo destacan algunas más que sorprendentes. Sus habitantes no deben sacar cuentas con la calculadora para saber cuánto dinero deben desembolsar cada mes en materia de educación para sus hijos, en salud o en vehículos. Todos estos servicios son absolutamente gratis para los residentes.

Todas sus viviendas, en tanto, son casi clónicas y cuentan con 400 metros cuadrados de superficie. Se trata de amplios y señoriales chalets, más que confortables, que tampoco implican gastos de arrendamiento o alquiler a sus moradores. Claro que para respirar en las calles de Huaxi es necesario penetrar en un selectísimo club compuesto por 400 familias.Empresas cooperativas

Todas ellas han sido las fundadoras de esta aldea. Por este motivo, no existe ningún ciudadano que no trabaje en las empresas cooperativas de Huaxi y que reinvierta más de 80% de sus ganancias en su ciudad. La idea de continuidad y el legado familiar también resultan allí inquebrantables.

La Ley de oro no escrita en esta ciudad es que sus pobladores jamás deben traicionar el terruño y marcharse a otras localidades chinas o del extranjero. Si alguien intenta irse de la localidad por otro motivo que no sea el turismo, perderá automáticamente todos sus beneficios, según ha publicado el medio The Independent.

Cuando hace poco más de 50 años este lugar fue habitado por los primeros moradores, quienes fundaron la aldea con muy pocos recursos económicos, se instalaron allí un millar de personas. Casi todas enfrentaban diversos pesares y atravesaban precarias condiciones de vida. En realidad, huyeron de las condiciones de pobreza en las que se encontraban sumergidos en las localidades campesinas chinas de la periferia.

Pero un sujeto llamado Wu Renbao, que era fabricante de tornillos, diseñó un modelo de habitabilidad y desarrollo fijándose en una referencia sorprendente: Dubai. Su pensamiento fue el siguiente: "Si ellos lo hicieron en medio del desierto, nosotros también podemos". A partir de entonces trazó un lema del que no se apartó jamás en su vida: "La producción es lo más importante".

Ese hombre llegó al poder de la mano del Partido Comunista en 1963. Lo que más llama la atención de Huaxi tal vez sea esa increíble paradoja que combina la riqueza y opulencia por un lado y los ideales comunistas de los orígenes por el otro. Nada más contrapuesto... En el pueblo considerado como el "más socialista de China", todos trabajan incansablemente para mantener una calidad de vida elevadísima para ellos y para los demás. ¿Dónde lo hacen? En más de 40 años de trabajo, Renbao abrió doce empresas cooperativas. Hoy siguen siendo propiedad exclusiva del municipio.

En las afueras de Huaxi, una humilde vivienda de paredes blancas y techo de paja muestra una pequeña placa. Allí luce el nombre del ideólogo de todo esto, que con solo 17 años fabricaba tornillos con una máquina rústica para ganarse la vida. Los habitantes del pueblo no han querido derribar esa construcción porque les recuerda las condiciones duras y difíciles que supusieron los orígenes del lugar.

En la actualidad, el derroche de dinero en esta aldea ha llevado a la construcción de monumentos estrafalarios. En su superficie se ha construido una réplica de la Gran Muralla china, del Capitolio norteamericano, de la Ópera de París, de la Casa de la Ópera de Sidney, del Arco de Triunfo francés y hasta de la Estatua de la Libertad, entre otros.Símbolo del éxito

El símbolo del éxito económico del pueblo y emblema turístico es una inmensa mole de cristal y metal de 328 metros de altura. Ha costado a las arcas de Huaxi más de 440 millones de euros. Esa construcción alberga dentro el Longxi International, un hotel cinco estrellas donde la noche en una suite cuesta la friolera de 12.000 dólares.

No es casualidad la altura de esa edificación. Se trata de la misma medida que el edificio más alto de Pekín y suma el 32, número asociado a los negocios, con el 8, vinculado a la prosperidad. La atracción principal del edificio es una escultura de un buey hecha en oro macizo que pesa una tonelada.

En 2013, el artífice de todo este singular parque de atracciones de magnates falleció. Pero Wu Renbao fue muy previsor. Ha dejado como sucesor a su hijo, Wu Xie, quien ahora afronta el desafío de "cambiar el modelo de producción" de la aldea, altamente contaminante y barato, a uno más especializado y ecológico. Él se ha encargado de completar la fórmula que lleva al secreto de la felicidad de Huaxi: "La economía colectiva, que se distingue por la prosperidad común, es la clave del éxito de Huaxi".

Su curioso desarrollo ha despertado la curiosidad de los turistas, que año a año visitan la localidad para conocer "el modelo de villa socialista".Activos por más de 8.000 millones de euros

En 1963, la población de Huaxi no llegaba a las 1.000 personas, como quedó dicho, y los activos colectivos eran de 25.000 yuanes (ni alcanzaban los 4.000 euros). En 2013, el pueblo produjo 58.300 millones de yuanes (más de 8.000 millones de euros), según la agencia oficial Xinhua.

Para entrar a vivir en Huaxi solo existen dos fórmulas. O naces ahí y perteneces a su selecto grupo de familias, o intentas tramitar el permiso de residencia. Pero obtenerlo no es nada sencillo. Debes pagar primero a la comuna cifras siderales, con dinero o con la instalación de nuevas fábricas.

Los viejos vecinos del pueblo confiesan que viven tranquilamente, pero que las nuevas generaciones de Huaxi no son tan sacrificadas en materia de trabajo como las anteriores. Si Wu Renbao se levantara de la tumba, entonces tal vez se decepcionaría. Aunque pensándolo bien, al ver a su aldea tan rebosante, quizás se le inflaría el pecho de orgullo.

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