Creciente apoyo de Rusia a Siria zarandea a países occidentales

  • El creciente apoyo de Rusia a Siria zarandea a los países occidentales, que no logran ponerse de acuerdo sobre una estrategia diplomática común, sobre todo en lo que respecta al presidente Bashar al Asad, con el que un diálogo es cada vez más evocado.

En vísperas de la Asamblea General anual de la ONU en Nueva York, de la que Siria será uno de los temas principales, Rusia aumentó la presión el jueves al anunciar maniobras militares navales en el este del Mediterráneo.

Maniobras de "rutina", según el ministerio ruso de Defensa, pero que se agregan a un apoyo militar creciente de Rusia a Siria, que recibió aviones de combate y nuevas armas para luchar contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

Esa ayuda militar va a la par de una ofensiva diplomática del presidente Vladimir Putin, que va a exhortar la semana próxima en Nueva York a formar contra EI una gran coalición internacional que incluya al régimen de Asad, al que Rusia aporta un respaldo sin fallas desde el comienzo de la guerra, en 2011.

Esas acciones militares y políticas obligan a los países occidentales, divididos e impotentes ante la tragedia siria, a tratar de encontrar una posición común.

Gran Bretaña, Francia y la OTAN manifestaron el jueves su "preocupación" por el reciente refuerzo de las capacidades militares rusas en Siria.

"¿La voluntad de los rusos es asegurar sus posiciones, históricas en esa parte de Siria? ¿Proteger a Bashar al Asad? ¿Atacar a Daech (acrónimo árabe del EI)? Corresponde a Rusia decirlo", planteó el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian.

"Estamos preocupados igualmente por la llegada de refuerzos rusos a Siria", dijo, por su parte, su homólogo británico, Michael Fallon, estimando que los mismos "sólo van a complicar más una situación ya difícil".

Rusia debe "desempeñar un papel constructivo" y cooperar con Estados Unidos en la lucha contra EI, sostuvo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

El canciller francés, Laurent Fabius, reúne el jueves por la tarde en París a sus homólogos británico, Philip Hammond, y alemán, Frank Walter Steinmeier, y a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, en una cena de trabajo consagrada a Siria.

"La idea es clarificar las posiciones, saber qué piensan unos y otros sobre una transición política en Siria, hacer que surja una posición europea común antes de la Asamblea General de la ONU", indicaron fuentes diplomáticas francesas.

Ese encuentro se realiza al día siguiente de las declaraciones al respecto de la canciller alemana Angela Merkel, quien estimó que hay que hablar con Asad para solucionar la crisis siria.

"Tenemos que hablar con muchos actores, esto incluye a Asad, pero también a otros", dijo Merkel citando a Rusia e Irán, ambos aliados de Damasco.

Por su parte, el presidente francés François Hollande pidió una "nueva conferencia" de la ONU sobre Siria, como las organizadas ya en junio de 2012 y febrero de 2014.

La partida de Asad, considerada mucho tiempo por los occidentales como condición previa a una negociación sobre la transición política, es evocada ahora de manera menos tajante.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y Philip Hammond estimaron a mediados de septiembre que Asad tiene que irse, pero que el calendario es "negociable".

"Estamos ante un tal callejón sin salida que es evidente que los occidentales tienen, de manera más o menos asumida, la voluntad de salir de él por cualquier medio, incluyendo la rehabilitación de Asad", estima Myriam Benraad, investigadora del Centro francés de Investigaciones Internacionales (CERI).

No obstante, Benraad, al igual que otros expertos, considera que rehabilitar al presidente sirio es "un error" y no solucionará ni los problemas de los refugiados ni la amenaza terrorista en Europa.

Damasco se congratula por esa evolución. Busaina Chaabane, consejera de Asad, declaró incluso que "el clima internacional actual se dirige hacia la distensión y hacia la resolución de la crisis siria".

En la zona de combate, el ejército sirio utilizó por vez primera drones provistos por Rusia, y un alto funcionario sirio estimó que "el efecto de las armas rusas empieza a sentirse".

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