Domitilla Ordini, la heroína que salvó decenas de vidas la noche que naufragó el crucero Costa Concordia

  • La doctora Ordini, de 46 años, era la única médico de guardia en la Isla de Giglio la noche que zozobró el navío con más de 4.000 personas en su interior. Ella sola prestó los primeros auxilios a los supervivientes, los clasificó y los derivó, según su gravedad, a los centros médicos. 
REscate de supervivientes del crucero Costa Concordia
REscate de supervivientes del crucero Costa Concordia
Agencias
Roberto Arnaz
Roberto Arnaz

A las 22.40 de la noche del pasado viernes sonó el teléfono en casa de la doctora Domitilla Ordini. La única médico de guardia en la Isla de Giglio levantó el auricular pensando que sería la llamada de un familiar o un amigo. Sin embargo, al otro lado la línea estaba el responsable del puerto quien, con voz nerviosa y atropellada, le transmitió un mensaje: "Un barco ha encallado, baja enseguida al puerto".  

Ordini, de 46 años y madre de dos hijos, colgó el teléfono, cogió su equipo médico y se dirigió a toda velocidad al puerto. En sus 11 años en el servicio de emergencias de esta pequeña población de apenas 1.500 habitantes jamás había recibido una llamada como aquella. El invierno en Giglio suele ser tranquilo, no hay apenas emergencias.

Por eso, cuando la doctora divisó los restos del naufragio del Costa Concordia y vio la magnitud del accidente, se derrumbó por un instante. "Parecía el apocalipsis", ha reconocido en una entrevista concedida al diario 'Corriere de Siena', ciudad de la que es originaria.

"Me encontré una escena dantesca. Delante de mí tenía una marea humana que pedía ayuda, algunas personas tenían fracturas abiertas, otras hipotermia o se encontraban en estado shock", recuerda Ordini, que tras la impresión inicial comenzó a prestar los primeros auxilios a los supervivientes, a los que iba clasificando y derivando, según su gravedad, al único ambulatorio de la isla.

Ante la escasez de recursos, la responsable médico decidió solicitar a los policías locales "que me ayudaran a seleccionar a los heridos entre la gente que únicamente necesitaba abrigo o apoyo psicológico". Además, desbordada, buscó ayuda entre los pasajeros del crucero.

"Pregunté si entre los pasajeros había algún médico", recuerda. Enseguida contó con el apoyo de "tres ángeles", un croata, un español y un francés, "que se pusieron a trabajar sin descanso".

Tripulación negligente

La única queja de Ordini apunta directamente a la tripulación del Costa Concordia: "vi al oficial médico del barco durante algunos minutos, pero luego desapareció". Un malestar que compartían los pasajeros que, exhaustos, iban alcanzando la costa.

Cuando recuperaban el aliento, los supervivientes contaban el caos que se vivió durante la evacuación del barco. "Todo el mundo hablaba de una pésima organización", asegura Ordini, que escuchó de primera mano los primeros testimonios de la tragedia.

Según le atestiguaron los supervivientes, "les dijeron que fueran a la popa del barco, pero no les explicaron lo que tenían que hacer". Además, "casi ningún oficial hablaba italiano y daban órdenes contradictorias", lo que contribuyó a provocar situaciones de pánico que acabaron solventando "los camareros, precisamente el personal menos formado para este tipo de tareas".

Sobre la maniobra que provocó el naufragio, Ordini también tiene su opinión muy clara: "he visto cientos de veces como los cruceros se acercan a la costa. Es un ritual: de noche el barco toca la sirena y se ilumina para saludar. Aunque nunca había visto a una nave tan cerca de la costa. Parece que en esta ocasión cometieron un error grave y arriesgaron demasiado".  

La importancia de los voluntarios

A medida que se fue conociendo el accidente entre los habitantes de la isla, cada vez más voluntarios se acercaron al pueblo. Unos elaboraron caldo para calentar a los náufragos que presentaban síntomas levas de hipotermia, otros se encargaron de atender, entretener y reunir a los niños con sus padres y todos pusieron a disposición sus teléfonos móviles para que los supervivientes pudieran avisar a sus familias.

Esta ayuda fue fundamental para tener la situación bajo control apenas ocho horas después de que saltara la voz de alarma. Ordini trabajó sin descanso durante toda la noche hasta que, ya cerca del alba, pidió "un café". A pesar de todo, la heroína del naufragio de Costa Concordia sólo reconoce un único mérito en su actuación: "no perder la calma".

Una actitud que contrasta con la actuación presuntamente negligente y cobarde del capitán del barco, Francesco Schettino, quien ha asegurado ante la jueza que lleva el caso que "no es verdad que abandonara la nave, es que me caí accidentalmente sobre el techo de una de las barcas de salvamento y luego no pude volver a subir al barco".

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