La primavera árabe floreció con muchas expectativas. Dos años después, esa primavera no ha dado frutos y se ha convertido en una pesadilla. Europa y Occidente aplaudieron con la nostalgia del 68. Craso error. Oriente Medio es otra cosa y Egipto está al borde del caos. La sociedad egipcia está dividida y se dirige hacia uno de los peores escenarios: una sociedad enfrentada. La represión y la mala situación económica del país pueden provocar que los egipcios se vuelvan contra quien gobierne, en este caso el ejército.
La democracia no se construye de la noche a la mañana. Es un trabajo duro que exige esfuerzos y consenso, una agenda y unos tiempos. Dos años después de que la gente tomase la plaza Tahrir de Egipto, la situación parece la misma. Los militares han vuelto al poder y los Hermanos Musulmanes sean excluidos del futuro juego político. Esto provocará que un número importante de egipcios se quede sin una opción política a la que dar su voto. Y eso siempre se paga, pese al radicalismo de los Hermanos Musulmanes.
Cuando los movimientos de protestas de la Primavera Árabe derrocaron al gobierno de Mubarak en 2011, las elecciones lo reemplazaron con los Hermanos Musulmanes. Esta elección democrática de un gobierno islámico fue un golpe para los yihadistas ya que se demostró que había un futuro para el Islam político a través de medio democráticos. Sin embargo, los Hermanos Musulmanes no conformaron un gobierno inclusivo con socios de gobierno laico sino que instauraron la ley islámica y pusieron en marcha una serie de reformas en las que no existía el diálogo.
Lareconciliación nacional en Egipto será difícil porque el país está cada día más polarizado como consecuencia del golpe a la frágil transición egipcia dirigido por los militares que expectantes esperaron hasta que se dieran las condiciones para recuperar el poder que nunca perdieron durante casi medio siglo.Entre las consecuencias de su vuelta al poder está la salida de la cárcel del expresidente Hosni Mubarak, derrocado en 2011 y que dirigió el país durante 30 años el país. Se encuentra en bajo arresto domiciliario. Sin embargo, su sucesor, Mohamed Mursi, derrocado en julio por el ejército se encuentra en prisión preventiva por presunto espionaje contra el país.
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