En 1999, Rafid Ahmed Alwan Al-Janabi, un ingeniero químico iraquí, pidió asilo político en Alemania afirmando que él mismo había supervisado un laboratorio móvil donde se fabricaban armas biológicas.
Para el entonces Secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, aquella confesión estaba basada en "hechos y conclusiones determinantes", como dijo ante las Naciones Unidas en 2003.
Pero todo era mentira.
Al-Janabi confiesa el engaño, con una media sonrisa, en el documental de la serie 'Espías Modernos' que estrena la BBC2. Y trata de justificar sus actos en un bien mayor que la verdad.
"Mi objetivo era derribar la tiranía en Irak, porque cuanto más estuviese en el poder el dictador, más sufriría la gente la opresión", confiesa Al-Janabi.
"Fuimos a la guerra por una mentira. Y esa mentira fue suya", le insiste el periodista de la BBC 2. "Sí", contesta sin titubear el químico.
El coronel Lawrnce Wilkerson, jefe de gabinete de Colin Powell, ya declaró hace años que habían maquillado la confesión del desertor para justificar el ataque.
La amenaza de armas químicas fue el pretexto utilizado por Estados Unidos y sus aliados (el más importante, Gran Bretaña, aunque también fue apoyada por España, Australia, Polonia, Dinamarca, Italia, Bulgaria, Ucrania y Holanda) para comenzar la llamada Segunda Guerra del Golfo, con la invasión de Irak el 20 de marzo de 2003.
Aunque la valoración del número de víctimas mortales es confuso, es seguro que han sido más de 100.000.
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