La espeluznante historia del hombre que mató a sus dos mujeres en la cárcel

  • Gabriel 'Chirete' Herrera, argentino, de 39 años, cumplía condena a reclusión perpetua por haber matado a su primera pareja durante una visita vis a vis. Diez años después ha hecho lo mismo con su segunda novia, a quien estranguló delante de su bebé, de un mes.

    El hecho ha conmocionado Argentina y ha desatado un vendaval político: el jefe del Ejecutivo de la provincia de Salta, donde ocurrió el hecho, ha decidido intervenir la cárcel. También ha desplazado a las principales autoridades de ese centro de reclusos.

Gabriel 'Chirete' Herrera.
Gabriel 'Chirete' Herrera.
Diego Caldentey
Diego Caldentey

Los hechos tuvieron lugar en el calabozo 372 de la cárcel argentina de Villa Las Rosas. Esta unidad carcelaria está situada en Salta, provincia norteña del país sudamericano. Allí cumple condena a reclusión perpetua Gabriel Roberto Herrera, de 39 años, por haber estrangulado con una camiseta a su primera mujer, Verónica Castro, cuando ésta fue visitarlo en 2006 para mantener un encuentro vis a vis.

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En aquella oportunidad, Herrera se encontraba (desde 2003) cumpliendo una pena por haber realizado un asalto con intimidación. Cuando su primera pareja ingresó en su celda, la asfixió hasta matarla. Después él mismo comunicó lo que había hecho a los guardiacárceles. Por este motivo, la Justicia amplió su condena privándole de la libertad de manera indefinida.

Poco más de una década después, el preso volvió a cometer un crimen aberrante, de características similares. Hace poco más de un año, Andrea Neri, una joven que iba a visitar a su primo a la cárcel donde Herrera se encuentra alojado, le conoció en los pasillos del penal y comenzaron una relación sentimental.

Fruto de este noviazgo, tuvieron recientemente un hijo. Neri decidió ir el 22 de diciembre pasado a visitar a su pareja a la cárcel. Lo hizo con su bebé. La intención era que Herrera conociese a su descendiente, de solo un mes de edad.

La chica, de 18 años, entró al calabozo. Pero su pareja, en un momento dado del encuentro, ahorcó y después apuñaló a la víctima delante del bebé. Acto seguido, notificó a los empleados del servicio penitenciario lo que había hecho, con el niño en sus brazos.

El caso ha causado enorme conmoción en Argentina. También ha generado un enorme revuelo político. Nadie se explica cómo a un hombre con esos antecedentes (haber matado a su primera pareja en el calabozo) le fueron concedidas las visitas íntimas y familiares, esta vez con su segunda mujer.

Herrera, alias 'Chirete', estaba considerado un preso de máximo riesgo dentro del penal de Villa Las Rosas. Pero las autoridades penitenciarias miraron para otro lado a la hora de concederle ciertas licencias. Ahora, cuando ya es tarde y la tragedia se ha tornado irremediable, el Poder Ejecutivo de Salta intenta tomar cartas en el asunto.

El gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, ordenó a la ministra de Justicia y Derechos Humanos, Pamela Calleti, que pase a disponibilidad al jefe y al subjefe de la cárcel de Villa Las Rosas y que decrete la intervención de la cárcel.

El Fiscal que instruye en el caso adelantó que la imputación a Herrera podría ser "homicidio calificado por el género y la existencia de una relación familiar", a la vez que ratificó que la relación del preso con la víctima "nació, se desarrollo y terminó dentro de la unidad carcelaria".

No se trató de un hecho aislado. Muy cerca de esa cárcel, en la provincia limítrofe de Tucumán, el 22 de diciembre pasado un preso alojado en el penal Villa Urquiza mató a su esposa durante una visita familiar y después se suicidó. El asesino, Conrado Viruel, de 34 años, purgaba una condena por el por el homicidio agravado de una mujer. Delante de sus dos hijos, de 6 y 14 años, también asesinó a su esposa.

Ambos asesinos tenían condenas por haber matado mujeres entre rejas. Pero los directivos a cargo  de las cárceles, fruto de la desidia y la irresponsabilidad, les permitieron las visitas vis a vis con sus esposas. El infierno, en ambos casos, volvió a repetirse una vez más.

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