Europa se sumerge en los festivales de jazz

  • Están a punto de comenzar los festivales de jazz por toda Europa. Jazz à Juan, el festival más viejo en Europa, celebra este año su 50 aniversario en Antibes Juan-les-Pins (14- 25 de julio), no lejos de otras dos veteranas convocatorias que ya suman 44 años: el festival Jazzaldia en San Sebastián (21-25 de julio), y el de Montreux, en Suiza.
Comienzan los festivales de jazz del verano
Comienzan los festivales de jazz del verano
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Valerie Gladstone | GlobalPost

(París, Francia). Creado en 1960 como un tributo al saxofonista Sidney Bechet, que se había instalado a vivir en Antibes en la década de 1940, Jazz à Juan provocó el nacimiento de otros festivales similares a lo largo y ancho de Europa; tantos, de hecho, que algunos de los músicos estadounidense más populares se pasan los veranos enteros en el viejo continente e incluso se compran casas, como Wynton Marsalis, que tiene una mansión y un viñedo en Marciac.

"Europa, y Francia en concreto, se enamoraron del jazz después de la II Guerra Mundial, cuando los músicos estadounidenses que sufrían la segregación racial en su país se escaparon y aquí fueron bien recibidos. Para nosotros, la música de jazz venía a simbolizar la libertad", explica Jean Rene Palacio, director artístico del Jazz à Juan.

Aunque han pasado ya varias décadas desde entonces, la pasión de los europeos por el jazz no ha disminuido, y se ha fortalecido con la aparición de músicos con el suficiente talento como para sustituir a gigantes del género como Dizzy Gillespie, Miles Davis, John Coltrane y Ella Fitzgerald.

Wynton Marsalis, Roy Hargrove, Kenny Garrett, Christian McBride, Brad Mehldau y Jacky Terrasson están a la altura de sus predecesores, y ya tienen un lugar asegurado en los corazones de las nuevas generaciones de melómanos.

Aún hay grandes pioneros que rondan los 80 años y siguen actuando en los festivales europeos, como Ahmad Jamal, Roy Haynes, Sonny Rollins y Dave Brubeck, o como Hank Jones, que no paró de tocar hasta su muerte en mayo, a los 91 años.

Los festivales además, suelen ofrecer otros alicientes, como unos entornos espectaculares. El Umbria Festival se celebra en la ciudad renacentista italiana de Perugia, mientras que el Jazzaldia de San Sebastián lo hace al borde del mar y el de Montreux tiene como fondo los Alpes. Juan-les-Pins está rodeado de pinos y el festival de Marciac transforma durante unos días las calles de una tranquila localidad agrícola francés. Estos eventos ofrecen además la oportunidad al público de disfrutar de las actuaciones musicales en un entorno íntimo, lo que siempre ha sido uno de los aspectos diferenciadores del jazz.

Según Palacio, no importa cuán famoso sea el artista invitado, a estos festivales nunca llega nadie en grandes limusinas con enormes dispositivos de seguridad, como hacen las estrellas de pop y rock. Además, es habitual que los músicos interactúen y se mezclen con el público. "Al igual que la música del jazz, sus intérpretes fomentan las relaciones humanas. Conectan con sus fans. En el jazz hay una calidez que no se encuentra en otra disciplina artística", añade.

El tiempo no pasa en vano, sin embargo, y los directores de los festivales diseñan la programación teniendo en cuenta las nuevas tendencias, por mucho que quieran permanecer fieles a los confines de lo que se considera jazz tradicional.

Al igual que la mayor parte de festivales, Jazz à Juan, que atrajo el año pasado 23.000 visitantes durante nueve días, incluye en su programación unos cuantos músicos más asociados a otros géneros, como Georges Benson, que está más cerca del pop o del R&B. Este año, actuarán entre otros el guitarrista flamenco Paco de Lucía, y el bajista Marcus Miller tocará junto a la Filarmónica de Montecarlo."Me gusta emparejar bandas y artistas que parecen fuera de lugar", asegura Palacio. "Ayuda a expandir la aproximación de la gente a la música".

Jan Willem Luyken, director del North Sea Festival de Rotterdam (Holanda) coincide en ese planteamiento. Rara vez invita a artistas de hip hop o de beat, pero este verano ha programado un cartel con la figura del pop Stevie Wonder, el pianista clásico Lang Lang y el icono del jazz Ornette Coleman. En 2009 acudieron al festival 70.000 personas.

"Históricamente el jazz se ha mezclado con otras formas de música", explica. "Creo que la escena del jazz europeo es en cierto modo más aventurera. Estamos bastante abiertos a colaboraciones cruzadas. En cuanto se empieza a segregar la música se pierden seguidores potenciales. El jazz sigue fuerte por ser abierto".

A diferencia de muchas otras disciplinas artísticas, ser joven no significa ser más popular en el mundillo del jazz. De hecho, son los artistas más veteranos los que atraen más audiencia, no los jóvenes. "Han tenido tiempo para establecer su público", dice Claude Nobs, director del Festival de Montreaux. "Como la escena musical ha cambiado, los músicos más jóvenes han tenido que encontrar nuevas maneras de ganar seguidores. Es bastante difícil hoy en día, pero soy optimista y creo que encontrarán el modo de conseguirlo".

Los directores de festivales siempre están buscando maneras de satisfacer a los fans. Palacio, por ejemplo, ha decidido que Jazz à Juan incluya conciertos en la playa con un bar abierto. El director de Jazzaldia, Miguel Martín, ha creado nuevos escenarios al aire libre y dedica un par de escenarios a la música independiente. Sus innovaciones consiguieron que el año pasado acudiesen al festival donostiarra 105.000 personas, bastantes más con respecto a la edición anterior.

Jean-Louis Guilhaumon, director del Festival de Marciac, utiliza también como gancho el amplio museo dedicado al jazz que tiene la localidad, con amplia documentación y vídeos sobre el género, así como las excelentes virtudes gastronómicas de la región.

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