Gadafi impulsa una rama del islam después de años de restricciones

  • El líder libio, Muamar Gadafi, prohibió el culto sufí al llegar al poder hace más de 40 años por considerarlo una rama pervertida de la religión musulmana, pero últimamente parece preocuparle la expansión del wahabismo, una rama más conservadora. Para intentar compensar esta tendencia, está abriendo la mano a la práctica del sufismo.
Muamar Gadafi, líder libio
Muamar Gadafi, líder libio
Iason Athanasiadis | GlobalPost

(Zliten, Libia). Docenas de niños y hombres jóvenes pululan alrededor del oscuro vestíbulo de la madrasa de la ciudad sagrada sufí de Zliten, en el noroeste de Libia. Los peregrinos entran y salen de la enorme mezquita, construida recientemente en el lugar donde está enterrado un venerado musulmán. Además de libios, a esta escuela islámica acuden numerosos estudiantes africanos y asiáticos que profesan la doctrina suní.

"Estudian el Corán y la Sharia, y realizan trabajos como misioneros para el Islam en África y Asia para enseñar sus principios", explica Abd as-Salam Milad Shomeyla, uno de los guardianes del sepulcro del santo sufí del siglo XV Abd as-Salam al-Asmar, donde grupos de derviches -una suerte monjes mahometanos- participan en bailes extáticos y sesiones de rezo.

El santuario de Zliten está ahora en pleno auge, pero durante muchos años estuvo en la lista negra del presidente libio Muammar al-Gadafi, que retiró el control de sus asuntos financieros de manos de una fundación privada y se lo asignó al Ministerio de Asuntos Islámicos.

La medida formaba parte de las restricciones impuestas por Gadafi a las órdenes sufíes en su intento de controlar el islam en Libia. Lugares de culto sufíes fueron clausurados o demolidos, bajo el pretexto de que fomentaban una forma pervertida del islam. Libia está ahora sufriendo las consecuencias de esa política.

Las ceremonias sufíes han sido históricamente un pilar de la cultura islámica popular en Libia. Desde los tiempos del Imperio Otomano hasta el colonialismo italiano e incluso durante la era del depuesto rey Idris, los sufíes han tenido un importante papel social y político. A su llegada al poder en 1969, Gadafi disolvió las principales hermandades sufíes y persiguió con especial crudeza a la de Sanusiya, que tenía una amplia red de intereses económicos y de caridad.

Pero Gadafi ha cambiado su política y ahora impulsa el sufismo, aparentemente porque está preocupado por el aumento del apoyo en Libia a una rama del islam más fundamentalista, el wahabismo.Los libios creen que Gadafi cambió de actitud en torno al sufismo después de un accidente casi mortal de su comitiva de coches cuando pasaba un día cerca de Zliten. Interpretando supuestamente ese suceso como una señal divina de descontento del santo sufí, el dictador decidió devolver de inmediato el control financiero del santuario a sus propietarios originales.

Pero la razón verdadera podría tener más que ver con algunas informaciones que indican que un importante número de yijadistas libios han atacado a tropas de Estados Unidos en Irak. Un informe de 2007 del Ejército estadounidense detectó que la cifra de combatientes libios en Irak respecto al año anterior había aumentado notablemente, pasando del 4 al 19 por ciento, lo que les convierte en el segundo grupo de yijadistas extranjeros más voluminoso, detrás de los saudíes.

Los campos de entrenamiento de milicias se han multiplicado en el estéril y despoblado desierto del Sáhara. Tras el reacercamiento de Gadafi a Occidente con el deshielo político de 2003, los servicios de inteligencia de Libia vigilan la difusión del radicalismo islámico en el Sahel africano.

En 2004 descubrieron un campamento de operaciones en el desierto perteneciente a los islamistas argelinos del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).En Benghazi, la segunda ciudad Libia en tamaño después de Trípoli, el radicalismo va en aumento.

El puerto mediterráneo fue un día tan multicultural que llegó a ser calificado por sus residentes extranjeros como "la Alejandría de los pobres". Aunque sus tiendas están repletas de productos de importación, pocas mujeres caminan solas por la calle, y quienes lo hacen salen cubiertas con burkas o yihabs (velos). Todo un contraste con la atmósfera más liberal que se vive en la capital del país.

Otras señales del aumento del fundamentalismo musulmán en Libia son las manifestaciones en 2006 a causa de las caricaturas danesas de Mahoma, durante las cuales la multitud acabó incendiando el consulado italiano. En 2008 el público lanzó piedras contra un escenario en el que iba a actuar el cantante Bob Geldof, que acabó cancelando su concierto, que había organizado el hijo "occidentalizado" de Gadafi.

Amenazado por el aumento de los islamistas radicales, Gadafi está ahora impulsando la rama más suave y tolerante del sufismo.Hoy en día Zliten está en pleno crecimiento debido a un aumento radical en la llegada de peregrinos. Además de la monumental mezquita nueva, el Ministerio de Educación de Libia ha contratado a la empresa estadounidense para supervisar la expansión de la Universidad Islámica Al-Asmariya.

A lo largo de todo el país, las órdenes sufíes acaban de celebrar durante 40 días el nacimiento del profeta Mahoma, desfilando con sus cánticos y música por las calles principales de las ciudades."Demolieron las zawaya [salas de rezo sufíes], pero ahora las están reconstruyendo, porque se dan cuenta que el wahabismo ha fallado y que esta es la única manera de combatir la influencia de EE UU", asegura Khalifa Mahdaoui, un antiguo militar y asesor del Gobierno que ahora dirige un centro cultural en Trípoli. "El sufismo calma las pasiones, mientras que el wahabismo las inflama".

Pero el creciente conservadurismo musulmán (al que a veces se denomina "wahabismo" en general por la tendencia teológica que sigue Arabia Saudí) se deja notar cada vez más en la sociedad libia. La cultura beduina nunca fue espontánea y liberal como la del Irak Baatista o la de Siria en las décadas de 1960 y 1970, pero la política islamista post revolucionaria de Gadafi hizo que la sociedad libia se volviese aún más conservadora.

"En la década de 1980 sólo había una cola de fieles a la hora del rezo en las mezquitas, mientras que ahora están llenas", afirma Abu Ajayla bin Khalid, que acude a rezar a la mezquita central de Trípoli, la de Bourguiba.

Cuando Gadafi se hizo con el poder en 1969 tras un golpe de Estado al rey Idris as-Sanussi, prohibió el alcohol y elevó la importancia del islam en este país desértico de mayoría suní y de 6 millones de habitantes. Aplastó las órdenes sufíes, especialmente la de Sanussiyah, relacionada con el depuesto rey Idris, y que se destacaban por sus importantes redes de ayuda social en pueblos y ciudades.

"Cuando llegó el wahabismo a finales de la década de 1980 empezaron a considerarnos herejes y a decir que nos habíamos desviado de la verdadera religión", dice un seguidor de la orden sufí de Aroosiah, que insiste en no revelar su nombre. "Empezaron a aparecer los de las barbas y a hacer pronunciamientos sobre qué es halal y qué es haram, algo que no había pasado jamás antes".

La región de Cyrenaica, al este del país, sigue siendo un centro de militantes antigubernamentales. El Gobierno libio mantuvo una guerra con los militantes islamistas en la década de 1990 y asegura haber acabado con las milicias, pese a que continúa habiendo ataques ocasionales. Y en los últimos tiempos una enorme cantidad de libios parecen estar combatiendo en Irak.

La nueva islamización parece estar produciéndose en un momento en que también se está registrando una llegada al país sin precedentes de bienes de consumo. El alcohol continúa prohibido, pero se están abriendo nuevos hoteles de cinco estrellas en Trípoli y a lo largo de la capital se pueden ver las grúas que empiezan a cambiar el horizonte al estilo Dubái.

Lejos de los objetivos de las cámaras, jóvenes libios laicos se divierten en fiestas particulares y en excursiones a la playa, donde se consumen drogas de diseño, bebidas alcohólicas caseras y botellas de vodka pasadas de contrabando desde la vecina Argelia.Aunque los espacios públicos siguen siendo totalmente islámicos, las prostitutas marroquíes, argelinas y de África occidental suelen frecuentar los barrios menos recomendables de la ciudad y los de inmigrantes africanos, cerca de la ciudad vieja.

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