Haití promueve la banca por telefonía móvil en uno de los países más pobres del mundo

  • Los dos principales bancos haitianos se han asociado con teleoperadoras para ofrecer servicios de pago por móvil. Este sistema está siendo un éxito en otros países en desarrollo, aunque muchos se muestran escépticos. El 40 por ciento de los haitianos no sabe leer, y el doble vive con dos dólares al día.
Los bancos haitianos ofrecen servicios de pago por móvil
Los bancos haitianos ofrecen servicios de pago por móvil
Getty
Ezra Fieser, Saint-Marc (Haiti) | GlobalPost

Adeline Alexandre se gana la vida vendiendo productos haitianos en Fifi Boutique, una pequeña tienda en una calle sucia, llena de socavones del tamaño de bañeras. Su caja registradora es un simple cajón de madera astillado, lleno de billetes arrugados y monedas sin brillo. Está detrás del mostrador, sobre un asiento gris arrancado a un coche. "Siempre ha sido así", dice. Aunque quizás no lo sea por mucho tiempo.

Las empresas de telecomunicación y los bancos haitianos intentan que personas como Adeline se suscriban a planes de pago de teléfono móvil a teléfono móvil. El dinero se almacena en una "cartera electrónica", en la tarjeta SIM del teléfono.

Al menos dos de los principales proveedores de servicios de telefonía han lanzado programas de banca móvil en colaboración con bancos haitianos y agencias de cooperación internacionales. La fuerte campaña de captación está impulsada además por una recompensa de 10 millones de dólares por parte de la William and Melinda Gates Foundation y de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional. El dinero será entregado a la empresa que logre registrar más transacciones móviles.

Cobrar a través del teléfono móvil quizás parezca algo incongruente para una mujer como Adeline Alexandre, que tiene una pequeña tienda en la que no se aceptan tarjetas de crédito o débito, y en un país en donde tan solo el 10 por ciento de sus ciudadanos tienen cuentas bancarias.

Pero la banca móvil está siendo un éxito en otros países en desarrollo. El servicio M-Pesa en Kenia, que los promotores del sistema muestran como el proyecto estrella, tiene 9,5 millones de usuarios, casi la mitad de los 20 millones de usuarios de teléfonos móviles del país.

Quienes defienden este método de pago electrónico creen que se extenderá aún más rápidamente en Haití. "Esta tecnología tiene el potencial para hacer cambiar los servicios financieros tradicionales", dice la directora de la misión de USAID en Haití, Carleene Dei.

Los beneficios para los más pobres pueden ser cuantiosos, ya que muchos de ellos jamás han tenido una cuenta bancaria o ni siquiera han entrado en un banco. Su historia bancaria a través del pago móvil puede servirles para lograr préstamos o para solicitar otros servicios financieros. Además, es más seguro que manejar dinero en metálico y más barato que mantener una cuenta bancaria tradicional.

"He conocido a gente que nunca ha entrado en una oficina bancaria", asegura Kokoevi Sossouvi, encargado de los servicios financieros de Mercy Corps, una organización humanitaria que está incorporando el dinero móvil en un programa de ayuda alimentaria para 20.000 personas en Saint-Marc y alrededores.  "Este es un método seguro para que puedan tener acceso a una gama completa de servicios financieros. Nuestro objetivo es la inclusión financiera".

Pero no todo es puro altruismo. "Obviamente, detrás de esto hay una razón empresarial", explica Jean-Robert Desrouleaux, consultor de Unibank, uno de los dos principales bancos haitianos que se han asociado con teleoperadoras para ofrecer estos servicios.

En un país en donde tan solo hay dos oficinas bancarias por cada 1.000 habitantes (frente a 50 o más en algunos países desarrollados), el modelo móvil significa una oportunidad de crecimiento para bancos y teleoperadores.

"Hemos alcanzado un punto de crecimiento lento en los teléfonos móviles, una meseta", admite Alex Bouchereau, que supervisa la implantación de la banca móvil para Voila, una de las mayores operadoras de telefonía de Haití. "Dentro de un año veremos un crecimiento significativo si esto va bien".

Ni Bouchereau ni Desrouleaux revelan cuánto cobrarán sus empresas por este servicio. Pero en otras partes del mundo la banca móvil cuesta un promedio de 3,90 dólares al mes, según datos del Banco Mundial. Eso es un 19 por ciento menos que la banca tradicional, pero aún así es una cantidad significativa para los haitianos. Ya antes del terremoto de hace un año, que dejó miles de muertos, un millón de personas sin hogar y una economía bajo mínimos, el 80 por ciento de los haitianos sobrevivían con dos dólares al día.

"La vida se ha encarecido. Antes, tres latas de leche se vendían por 10 gourdes. Hoy, una cuesta 40 gourdes", dice Duthard Charles, de 54 años, que acudió recientemente a una demostración de banca móvil. Tiene una cuenta en el banco, pero asegura que no la usa porque solo guarda allí el saldo mínimo.

Al igual que los teléfonos móviles se están expandiendo en comunidades que nunca han tenido línea telefónica fija, los partidarios de la banca móvil creen que el nuevo sistema superará a las cuentas de ahorro y las tarjetas de crédito y débito en los países en desarrollo.

"Tiene un potencial transformador, puede llegar a gente que nunca ha tenido acceso a servicios financieros", afirma Sarah Rotman, analista del Consultative Group to Assist the Poor del Banco Mundial.

Mercy Corps está incorporando el dinero móvil en su programa de ayuda de alimentos, que entrega 40 dólares mensuales a las familias para comprar alubias, arroz, aceite de cocinar y maíz. En lugar de distribuir vales en papel, Mercy está enviando ese dinero a cuentas de móviles.

Los beneficiaros que van a comprar a comercios autorizados, en lugar de pagar con efectivo tienen que teclear una serie de números en sus teléfonos (incluida la cantidad a pagar y un código secreto), y el tendero recibe al instante un mensaje diciendo que el dinero ha sido transferido.

En principio, se trata de una simple combinación del método de compra tradicional y el envío de un mensaje sms. Pero en realidad, especialmente en un país en donde cuatro de cada 10 adultos no pueden leer, implantar ese servicio no es algo tan sencillo.

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