"Hay una ignorancia absoluta sobre el modo de ayudar a los haitianos"

  • Cuando regresó a su casa en Haití el pasado diciembre, Michele Montas no tenía pensado quedarse. Sólo había vuelto para recargar las pilas después de dos años como portavoz del secretario general de Naciones Unidas. Pero después se produjo el terremoto de enero. El descanso de Montas llegó a su repentino final justo con el primer temblor, hacia las cinco de la tarde de aquel 12 de enero. Ahora continúa allí de forma indefinida asesorando a la misión de la ONU en el país caribeño.
Los haitianos limpian los escombros para dejar sitio donde erigir refugios céntricos
Los haitianos limpian los escombros para dejar sitio donde erigir refugios céntricos
Alice Speri | GlobalPost

(Nueva York, EEUU). Michele Montas estaba en su casa de Petionville el pasado 12 de enero, esperando a unos invitados que venían a cenar, entre los que estaban Hedi Annabi, el jefe de la misión de la ONU en Haití. Annabi fue uno de los 101 empleados de la ONU muertos en el cuartel general del organismo en Puerto Príncipe.

Al cabo de unos días, Montas estaba trabajando de nuevo para la ONU, esta vez como asesora especial para el jefe en funciones de la misión en Haití, Edmond Mulet. "Mi idea no era quedarme, pero por supuesto las circunstancias decidieron por mí", dice Montas, que ha prolongado su estancia en Haití de forma indefinida.Eso quiere decir que Montas se tendrá que desplazar con guardaespaldas en el futuro inmediato.

Ella y su marido, Jean Dominique, dirigieron la popular y combativa Radio Haiti-Inter en Puerto Príncipe durante 30 años, hasta que él fue asesinado en el año 2000. Tras sobrevivir también ella a un intento de asesinato en 2003, Montas fue al exilio, regresando sólo para estancias cortas, como la que había comenzado poco antes del terremoto.

Durante una reciente visita a Nueva York, Montas y su hija estaban en el Lincoln Center cuando de repente se paró y se encogió. "Vi que el edificio se derrumbaba", le dijo después a su hija."No fue real, simplemente era que estaba reviviendo todo", explicó Montas recientemente en un coloquio con estudiantes en la Universidad de Columbia.

¿Cómo está soportando la gente de Haití las pérdidas?

La gente ha encontrado un gran apoyo en la oración. Recuerdo que las dos primeras semanas después del terremoto todos dormíamos al aire libre, porque no queríamos estar cerca de los edificios. Había réplicas constantemente.

Mi casa en Petionville está a mitad de camino entre dos plazas donde había desplazados viviendo en tiendas de campaña y refugios improvisados. Se podía oír a la gente rezando y cantando toda la noche. Creo que eso fue lo que salvó la salud mental de muchos.

¿Qué piensa de la tan repetida frase "esta es una muy buena oportunidad para Haití"?

Creo que es una gran oportunidad. Creo que todo el mundo se está dando cuenta de que no podemos reconstruir Haití de la misma manera. Haití ya tenía defectos antes. Había injusticias, como el hecho de que a tanta gente en el país nunca le hubieran preguntado sobre sus vidas, sobre su Gobierno, excepto cuando había elecciones, cuando votaban, y eso era todo.

Nunca tuvieron realmente voz, y creo realmente que el tema de cómo reconstruir Haití es tan importante como el dinero que llega. En la conferencia internacional de donantes [en la sede de la ONU en Nueva York en marzo], algo de esto salió a la luz.

La gente dijo que la descentralización es algo necesario. Todo acaba estando en Puerto Príncipe, incluso servicios básicos como el papeleo de los pasaportes, los documentos de identidad… todo el mundo es consciente de que esto ahora tiene que cambiar.

Se ha hablado mucho sobre esta recaudación de fondos sin precedentes para Haití, con su largo historial de corrupción...

¿De la corrupción de quién estamos hablando? ¿De la de las ONG? Por supuesto que hay prácticas corruptas en Haití. No son nuevas y no somos únicos en ese sentido. Sin embargo, antes del terremoto, el Gobierno sólo recibía algo como el 5 ó el 6 por ciento que llegaba a Haití. Así que hablar de corrupción es como decir "Haití es el país más pobre en el hemisferio occidental".En la conferencia de donantes en la ONU todo el mundo habló del pasado y la necesidad de cambiar las cosas y de pedir responsabilidades.

¿Cree que se verán algunos cambios?

Hay una ignorancia absoluta sobre la cultura haitiana y el mejor modo de ayudar a los haitianos. Les puedo dar un ejemplo. Cuando comenzó la época de lluvias el Ejército de EEUU recibió la orden desde Washington de trasladar a la mayor cantidad de gente posible a lugares seguros. Tenían la orden de transportar a 10.000 personas.

Pero las personas no son cosas, son personas. Tienen su propia cultura, se les tiene que dar una opción sobre a dónde se les va a llevar, y se les debe explicar por qué deben marcharse.

Las nuevas tiendas estaban colocadas una al lado de la otra, siguiendo criterios internacionales, los mismos que se aplicaron en Aceh [la zona más afectada por tsunami de 2005]. Se supone que los campamentos tienen que estar separados por determinados metros, y se hizo del modo correcto. Pero los haitianos se sentían totalmente perdidos en esos campamentos.

Los haitianos viven en comunidades, hablan los unos con los otros. Las casas se construyen alrededor de una zona central, que es común. Los niños se crían todos juntos; son las comunidades las que crían a los niños.

Las iglesias, ONG y grupos trabajando en Haití tienen las mejores intenciones del mundo. Sin embargo, si las cosas no se hacen de acuerdo con la cultura de la gente, no se llegará a ninguna parte.

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