La industria de las armas en EE.UU., insaciable: presiona para masificar la venta de silenciadores

  • El uso de supresores se ha disparado en los últimos años: de los 360.500 vendidos en marzo de 2012, pasaron a los casi 800.000 en la actualidad.

    Los representantes del poderoso sector pretenden ahora que el Congreso suavice las restricciones para su comercialización. El argumento esgrimido es que buscan proteger la audición de aquellos que utilizan armas de fuego.  

La venta de silenciadores se ha disparado en EE.UU.
La venta de silenciadores se ha disparado en EE.UU.
D.C.

El término silenciador, en el contexto de la industria armamentística, ya de por sí tiene connotaciones negativas y se asocia a sicarios, asesinos profesionales y crimen. Claro que los hay para la práctica de la caza, por ejemplo. En Estados Unidos, uno de los epicentros del planeta donde los defensores de las armas representan uno de los sectores más fuertes, sus representantes parecen insaciables.

Ahora, han iniciado una campaña para mejorar la 'imagen pública' de los silenciadores y lograr que se suavicen las leyes que los regulan, en un intento de masificar su venta como elemento supuestamente destinado a proteger la audición de aquellos que utilizan armas de fuego.   

Los defensores de las armas se encuentran en la actualidad presionando al Congreso norteamericano para derogar las barreras legislativas que requieren un proceso de selección de meses de duración para los compradores de un silenciador.

Hasta ahora, la presión ejercida por las empresas sobre el Gobierno federal y los estados ha llevado a la legalización de los silenciadores en más de doce de éstos últimos desde 2011. Sin embargo, la industria tiene que hacer frente a una serie de leyes que datan de la década de 1930 y que obligan a los compradores de estos dispositivos a pasar por un largo proceso para lograr su adquisición.

Aún así, las ventas de silenciadores, o supresores, como se les conoce en la industria, han aumentado hasta casi triplicarse en los últimos años. Han pasado de los algo más de 360.500 vendidos en marzo de 2012 a los casi 800.000 registrados en febrero de 2015, según datos de la Organización de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) estadounidense.¿Daños a la audición?

Quienes impulsan la desregulación señalan que los silenciadores podrían ayudar a soldados y cazadores a evitar daños a la audición. Pero los detractores de la medida señalan que ésta solo esconde la ambición de la industria armamentística, y que en realidad provocaría un aumento de la criminalidad.

En 1934, el Congreso restringió el acceso a las ametralladoras, recortadas y otro tipo de armas utilizadas por las mafias en sus ataques. No obstante, la popularidad de los silenciadores ha crecido de forma exponencial recientemente. La inflación ha erosionado el precio del permiso de compra y las nuevas empresas a cargo de su facturación han creado modelos más ligeros y asequibles. El coste habitual del producto oscila ahora entre los 200 y 2.000 dólares (unos 1.781 euros).

A pesar de la presión ejercida, la administración del presidente estadounidense Barack Obama obligará a todos aquellos que adquieran silenciadores a través de un fideicomiso legal a enviar huellas y fotografías para controlar su uso. Es difícil que Obama haga frente a un cambio legislativo de este calado a nivel nacional en el tramo final de su segundo y último mandato como presidente. 

De todas formas, la Asociación Americana de supresores (silenciadores), un grupo de presión de la industria armamentística de EE.UU., no cesa en su empeño: se trata de un grupo fundado en 2011, que ya ha ayudado a persuadir a 16 estados para legalizar la caza con silenciadores, y a otros 13 estados a aprobar leyes que impidan que los jefes policiales locales bloqueen estos artefactos.

Ahora enfocan su horizonte hacia 12 estados más, con una doble finalidad: intentar que proscriban las leyes que limitan el uso de los silenciadores, o bien flexibilizar la normativa para la práctica de la caza. Una pelea de gigantes asoma en el horizonte.

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