Isaías Rodríguez: el embajador que amaba a la selección española

  • Isaías Rodríguez ha cimentado, con sus posturas y provocaciones, una continua tirantez en las relaciones entre España y Venezuela. Sin embargo, en contra de lo que parece, el embajador venezolano quiere tanto a este país que hasta le ha dedicado poemas a la selección de fútbol.
Rafael del Naranco

Una de las primeras cosas que destacan de Julián Isaías Rodríguez, embajador de Venezuela en España, es su vocación de poeta. No uno de altos vuelos a decir de la crítica, pero sí exacerbado en sus expresiones cuando se vuelve versolari encendido.

Su poema a la selección española de fútbol ante su triunfo en el Mundial de Sudáfrica lo dio a conocer en el Parnaso español:

"Sentí el triunfo de España

igual que si fuera nuestro

es un recuerdo maestro

y el ojo se nos empaña

no es adulación, ni es mañana

es un sentir muy bonito,

es algo que necesito

sacarlo de bien adentro

y convertirlo en el centro

de mi expresión con un grito”.Abogado, senador, parlamentario, vicepresidente, fiscal general

Este mismo encandilamiento y furor interior lo usa en cada uno de los cargos que ha venido ocupando en el régimen bolivariano. Antes de chavista fue 'adeco', es decir, del partido Acción Democrática fundado por Rómulo Bentacourt, y al que Chávez juró "quemar en aceite" una vez llegó a la presidencia del país. Sin embargo, no existe contradicción ideológica: los chavistas de hoy vienen de los viejos partidos de la democracia venezolana.

Abogado de 66 años y con una especialización en Derecho Laboral milita desde la década de los '90 junto a Chávez, participando en la campaña del entonces teniente coronel. Esa andadura, dice él mismo, no le cambió la vida: "Fui senador, después vicepresidente de la Asamblea Nacional Constituyente y, finalmente, vicepresidente de la República. Pero no, la vida me cambió cuando comencé a ser Fiscal General".

En su cargo hizo cara a casos y situaciones difíciles como los sucesos del golpe de Estado 11 de abril de 2002 –narra los hechos en su libro 'Abril comienza en octubre'- , el paro petrolero o el asesinato en 2004 del polémico Fiscal Danilo Anderson, de quien dijo ante su cadáver “me duele más tú muerte que la de mi propia madre”. 

En aquel suceso supo que el testigo principal del crimen aún no esclarecido, Giovanni Vázquez, decía la verdad, tras haberlo “leído en su ojos”. Más tarde el declarante se retrató de lo dicho. A recuento de esa lectura de retina se ordenaron diversas detenciones, y algunos de los presuntos “autores intelectuales” se hallan exilados.

Objetivo: la embajada

Entre los sueños de Isaías Rodríguez siempre estuvo presente la Embajada en España, heredad de sus poetas más admirados. Habiendo realizado toda su carrera política bajo la égida de Chávez, el presidente le concedió ese anhelo. “Ahí escribirás tus versitos”, cuentan que le dijo el mandatario.

Rimas, bataholas, actitudes antidiplomáticas, y un “destape” como embajador que jamás se le había notado tan encolerizadamente hasta llegar a Madrid.

Con ese talante le demuestra al presidente sus raíces revolucionarias y la tarea con ahínco realizada le puede servir para otra apetencia en su vida de abogado de pequeños pleitos aun no teniendo ningún otro estudio académico o de postgrado: ocupar el cargo de presidente del Tribunal Supremo de Justicia.

Novela, historia y horóscopo

Su autor preferido es Antonio Gala. Se ha leído una y otra vez la obra sobre Boabdil, el último sultán de Granada, y algunas de sus notas le sirven de andamio dentro de las actividades en la embajada madrileña.

En ' El Manuscrito Carmesí' los cristianos “anteponen su soberbia a todo, incluso a su propio provecho. Son capaces de perderlo todo y hasta de dejarse matar, con tal de perdurar en la memoria de los demás”.

Con frecuencia lee horóscopos, que le indican sus prontitudes diarias. En numerosas ocasiones –lo reconoce- lo maneja “otro yo”, alguien que usurpa su alter ego. “Anda por allí, suelto, sin control de ninguna especie, haciendo sin freno de las suyas, atreviéndose a lo que “el otro” no se aventuraría a realizar”.

Choques constantes

Ahí, en ese intríngulis, debe estar la razón de sus posturas en España como embajador. Entre varias de ellas el sonado altercado la pasada semana en Barajas, día en que acusó a la policía del aeropuerto de “ofensas y maltrato".

Esto hizo que la Policía acusara al embajador de manipular el incidente para atacar a ese cuerpo de seguridad y enturbiar las relaciones bilaterales con España… El trato que recibió el embajador fue “ajustado a la educación y respeto que merece el diplomático”, según un comunicado policial en el que se explica que no se identificó como el máximo responsable de la representación diplomática venezolana hasta el último momento. Hay que comprender al embajador: no era él. Fue el otro “yo” que usurpa su personalidad y le hace malas jugadas.

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