Israel quiere echar abajo un muro histórico para construir un aparcamiento

  • El Ayuntamiento de Jerusalén quiere construir un nuevo 'parking' subterráneo para facilitar el aparcamiento a los fieles que se acercan a rezar al Muro de las Lamentaciones. Pero el proyecto de la obra, tal y como está ahora, exigiría echar abajo parte de la muralla de la Ciudad Vieja que tanto aprecian los palestinos.
Dos niñas pasean por la Ciudad Vieja de Jerusalén
Dos niñas pasean por la Ciudad Vieja de Jerusalén
Getty Images
Matt Beynon Rees | GlobalPost

(Jerusalén, Israel). Los partidarios de la Intifada pueden respirar un poco más tranquilos. Justo cuando parecía que ni las nuevas construcciones en los asentamientos de colonos judíos ni las duras declaraciones en la ONU por parte del Ministro de Asuntos Exteriores israelí, Avigdor Liebermann, podrían hacer estallar de nuevo la violencia entre israelíes y palestinos, la municipalidad de Jerusalén se plantea algo que prácticamente asegura el estallido de enfrentamientos.

El comité de urbanismo de la ciudad está estudiando la propuesta para construir un aparcamiento subterráneo en la Ciudad Vieja, para lo que se tendrían que romper las murallas del siglo XVI de Solimán el Magnífico y excavar en la roca debajo del viejo Barrio Judío.

"Esto es ilegal", asegura Ghassan Khatib, director del centro de prensa gubernamental de la Autoridad Palestina en Ramala. "Estos cambios ilegales provocarán a los palestinos y a muchos otros, musulmanes y cristianos. Se agravará la tensión entre israelíes y palestinos, y esto tendrá un efecto negativo en los actuales esfuerzos internacionales para renovar el proceso político".

Durante años palestinos y musulmanes han defendido la Ciudad Vieja de Jerusalén de lo que ellos definen como un plan israelí para acabar con ella y, de paso, con la mezquita de Al Aqsa, considerado el tercer lugar sagrado del islam. Tales conspiraciones siempre parecen exageradas, pero aún así resultan efectivas.

Parece que el Gobierno de la ciudad de Jerusalén está ahora alimentando de nuevo las elucubraciones de los palestinos.

Alrededor de Jerusalén (de lo que ahora es la Ciudad Vieja) hay siete puertas en las murallas construidas por el sultán turco Solimán en 1538, aunque son 11 si se toman en cuenta las cuatro que se sellaron hace mucho tiempo.

En 1898 el Gobierno otomano abrió una enorme brecha en la muralla, justo al lado de la puerta de Jaffa, para que el káiser Guillermo II de Alemania pudiese cruzarla sin tener que bajarse de su carruaje. La gran mayoría de los turistas y cualquiera que valore los tesoros de la civilización consideran ese acto como un ultraje al patrimonio. De hecho, la Ciudad Vieja de Jerusalén está reconocida como lugar Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El ayuntamiento de la ciudad está considerando ahora un plan para crear 600 nuevas plazas de aparcamiento en un espacio a construir debajo del Barrio Judío (los otros barrios son el musulmán, el cristiano y el armenio). El objetivo de la obra sería facilitar la llegada a quienes visitan la plaza del Muro de las Lamentaciones (u Occidental), la zona abierta donde los judíos rezan al pie de la pared que sobrevive del Templo de Herodes (o de Salomón), de 2.000 años de antigüedad (los romanos destruyeron el resto del templo en el año 70).

Actualmente los judíos que quieren rezar en el Kotel, así es como llaman ellos la plaza, tienen que encontrar aparcamiento en un espacio relativamente pequeño en los límites del Barrio Judío o bien tomar un autobús.

El plan, que todavía no ha sido aprobado por el comité municipal, abriría una nueva puerta en el muro de Solimán, entre la puerta de Sión, en el monte del mismo nombre, y la de Dung, que es la entrada principal para los visitantes del Muro Occidental. Esa nueva puerta daría acceso a un túnel escarbado en la roca del monte Sión. Al final del túnel, los conductores llegarían a un aparcamiento de cuatro niveles.

En el plan de la ciudad se incluye también otro elemento que podría incendiar la ira de los líderes palestinos: las autoridades de Jerusalén planean cerrar el aparcamiento actual y construir en el terreno nuevas viviendas para los numerosos ultra ortodoxos que viven en el Barrio Judío.

"En Jerusalén siempre está el problema de buscar el equilibrio entre conservación y desarrollo", explica Ruth Lapidoth, profesora emérita de Derecho Internacional en la Universidad Hebrea y que ha escrito abundantemente sobre Jerusalén. "Ya se han hecho de todos modos numerosas construcciones en el Barrio Judío, pero parece que la ruptura de la muralla actual se tendrá que estudiar con mucho cuidado".

En el verano de 1996 una asociación para el desarrollo de la ciudad abrió la salida de un túnel que accedía al Barrio Musulmán. Con ello se pretendía que los turistas atravesaran el muro del templo de Herodes por debajo de las casas del barrio.

Los líderes palestinos utilizaron aquella oportunidad para acusar a Israel de hacer trabajos para debilitar la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aqsa. Los enfrentamientos subsiguientes a lo largo de Cisjordania se saldaron con 96 palestinos y 16 soldados israelíes muertos.

Aunque seis años de Intifada en la última década han reducido la capacidad de ambos lados para revivir esa violencia, la Ciudad Vieja de Jerusalén sigue siendo un tema sensible, como se diría en términos diplomáticos.

"Este plan es una provocación", dice Khatib, "y seguramente provocará protestas. Nadie puede decir hasta dónde podrán llegar esas protestas".

La ruptura de la muralla en honor al káiser no fue la última vez que se alteró la configuración de las puertas de la Ciudad Vieja. La puerta de Dung se amplió durante el mandato jordano posterior a la guerra. La última puerta abierta ha sido, por supuesto, la Nueva, creada en 1887 para dar mejor acceso al Barrio Cristiano.

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