La autoproducción musical es posible, al menos en Brasil

  • Artistas y grupos musicales brasileños consiguen hacerse conocidos sin vender un solo CD. Los discos abiertos en internet y conciertos por todo el país son las claves de las nuevas estrellas de la música.
Artistas y grupos musicales brasileños consiguen hacerse conocidos sin vender un solo CD.
Artistas y grupos musicales brasileños consiguen hacerse conocidos sin vender un solo CD.
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Dom Phillips | GlobalPost

(Belem, Brasil). En los suburbios pobres de Belem, el club Mansao de Forro se empieza a llenar hacia la media noche de una sofocante y húmeda noche de jueves. Chicas en vaqueros ajustados y zapatos de tacón beben tragos en vasos de plástico mientras chicos con bermudas pululan a su alrededor.

En cuanto el tema "Amor virtual" comienza a sonar, un chico de pelo oscuro y con pantalones surferos se pone a bailar en torno a una alta y elegante rubia, mientras sus amigas miran y mueven las caderas. El sonido del "tecno-brega", un pop electrónico original de Belem, nunca falla: siempre logra agitar la pista de baile. "Me gusta porque se puede bailar", asegura Jessica dos Santos, una camarera de 18 años. "A todos mis amigos les gusta".

Tecno-brega significa literalmente tecno-hortera, y es una mezcla chillona de sonidos electrónicos metálicos y agudas voces almibaradas. Producido localmente, se ha convertido en un modelo de negocios singular, ya que en el sector del tecno-brega la música se regala y no hay que pagar por tenerla.

A lo largo de todo el remoto estado amazónico del Pará, en altavoces colgados de farolas en pequeños pueblos o en los potentes equipos de sonidos de los coches en Belem, apenas se escucha otra cosa. "Este es nuestro sonido, nuestro ritmo", dice José Roberto, un programador informático de la Fuerza Aérea de Brasil que dirige la página web Bregapop, el mayor portal de género tecno-brega. "Tiene su propio universo. Por eso quiero difundirlo".

Los artistas tecno-brega distribuyen su música gratis a través de DJ, vendedores callejeros y por internet, con la esperanza de hacerse un nombre entre el público y dar lucrativos conciertos. En Brasil, los DVD y CD pirateados de películas y grandes artistas se venden abiertamente en la calle. En el mundo del tecno-brega no hay lanzamientos oficiales, ya que los grupos graban y producen sus propios CD. Y "si no tienes un CD oficial, entonces ¿qué es pirata?", señala Roberto.

El modelo de la distribución gratuita de música, que comenzó con el tecno-brega en Belem, ahora se ha extendido a otras formas de música de "guetos", como el Rio Funk.

Este sonido nació hacia el año 2000, como evolución de un estilo musical anterior llamado simplemente "brega", que significa hortera, de mal gusto. Utilizando una tecnología informática barata, los productores comenzaron a mezclar el brega-pop romántico brasileño con música electrónica y ritmos caribeños como el reggaetón y el reggae. Los pioneros fueron un grupo llamado Calypso, que según una encuesta del 2007 es la banda que más se escucha en Brasil y que en sus conciertos logra reunir a más de 30.000 seguidores.

"Por todas partes se habla de la crisis en la industria musical", dice Ronaldo Lemos, del respetado instituto brasileño de investigación Fundaçao Getulio Vargas y uno de los autores de un extenso estudio realizado en 2008 sobre la industria del tecno-brega y su singular modelo de negocios. Tan solo en Brasil, las ventas de CD cayeron de 94 millones de copias en 2000 a 52,9 millones en 2005. "El tecno-brega es una industria que gana millones de dólares, pero es un modelo de negocios totalmente diferente", asegura Lemos. "No percibe la tecnología como un enemigo, sino como una oportunidad".

Al principio los grupos distribuían sus canciones a través de DJ y vendedores callejeros. Hoy en día lo hacen a través de páginas web de descargas gratuitas como 4shared, por MSN Messenger (muy utilizado en Brasil) y en redes sociales como Orkut. "Cuanto más se pincha y se escucha una canción, mejor para el grupo", explica Roberto.

Además de grandes artistas del género como Banda AR15 y Gabi Amarantos, hay "sound systems" (grupos de DJ) con nombres como Superpop y Mega Príncipe que actúan ante auditorios de miles de personas. Viajan en convoyes de camiones con sus propios torres de altavoces y luces láser. "En los sound systems se puede ver un montón de tecnología", confirma Roberto.

En Belem también hay un creciente sector de escuelas de baile, que enseñan a las parejas los complicados pasos para seguir estos ritmos. Un vídeo de YouTube sobre el tema, tiene más de 118.000 visitas. Pero el mercado real de esta música son las clases bajas brasileñas. "A la clase media no le gusta el tecno-brega", reconoce Roberto. "Es demasiado populista. Las letras son demasiado simples".

A las afueras de Belem, en una habitación alicatada y vacía en un sencillo edificio de pisos cerca de una autopista, Kleber Cardoso, el bajista de Banda ARK rebusca en su Macbook el último DVD en vivo autoproducido por el grupo. El apartamento hace las veces de casa de Kleber y sede social del grupo. A las 10 de la noche, con un calor todavía insoportable, el teclista Anderson de Melo se sienta frente a un ordenador en la otra habitación de la casa, la única que tiene aire acondicionado y que funciona como estudio de grabación.

"La gente está empezando a ver esto como una fuente de ingresos interesante, y los hombres de negocios están invirtiendo en ello", afirma el cantante del grupo, Renan Pereira. "Ahora los grupos ya no tienen solo un coche, sino que tienen un minibús. El movimiento está creciendo".

Al igual que los CD, el nuevo DVD de Banda ARK será distribuido de forma gratuita. Es una publicidad convincente de los conciertos en directo que dan, hasta 15 al mes, cruzando el norte y noreste de Brasil con cinco potentes bailarines. "Tienes que tener un buen espectáculo", asegura Renan.

Grupos como Banda ARK (por sus miembros, Anderson, Renan y Kleber) graban además a menudo canciones en las que alaban los "sound systems" que apoyan su música. También graban temas para los "equipos" semi organizados que les siguen por todas partes. ¿El costo de todo ello? Unos 160 euros.

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