La bombas en Afganistán dinamitan el discurso de éxito del Pentágono

  • El reciente ataque suicida de Kabul en el que murieron 17 personas, entre ellas cinco soldados estadounidenses, es uno de los hechos que contradice el último informe del Pentágono. En el escrito se dice que la violencia en Afganistán se ha reducido por primera vez en cinco años, pero los especialistas de la zona aseguran que se trata de una visión falseada de la realidad.
Mueren cuatro afganos y trece soldados de la OTAN en un ataque suicida en Kabul
Mueren cuatro afganos y trece soldados de la OTAN en un ataque suicida en Kabul
Jean MacKenzie, Boston (EEUU) | GlobalPost

Cuando un atacante suicida talibán estrelló recientemente en Kabul un automóvil cargado con 1.500 kilos de explosivos contra un autobús de la OTAN fuertemente blindado, matando a 17 personas, causó todavía más conmoción en una nación ya maltratada.

El atacante, identificado por un portavoz talibán como Abdul Rahman Hazarbos, puede que también haya dinamitado el discurso de éxito que el Pentágono lleva perpetuando desde hace más de un año.

El ataque, que ocurrió en el borde oeste de la capital, cerca de Dar ul Aman, el antiguo palacio real, mató a ocho contratistas civiles de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), todos ellos estadounidenses. Cinco soldados, cuatro estadounidenses y un canadiense, también murieron en la explosión, junto con otros tres escolares afganos y un policía.

Ha sido el ataque más mortífero perpetrado contra las fuerzas de EEUU en Kabul, y la mayor pérdida de vidas de estadounidenses desde el accidente de helicóptero en Wardak en agosto en el que perdieron la vida 30 soldados de EE.UU.

El ataque no mermará la determinación de EEUU de continuar la lucha en Afganistán, declaró el embajador de EE.UU. en Kabul, Ryan Crocker, al New York Times.

"Nuestro más sentido pésame a sus compañeros y a sus familias, pero no van a disuadirnos de nuestra misión", aseguró. "Es un shock, pero no vamos a dejar que nos ganen".

Esto es típico de las declaraciones que salen de Washington durante los últimos meses. Cuanto más avanzan los talibanes en sus ataques, la retórica se recrea más en floriturassobre los éxitos de EEUU, la debilidad de los insurgentes, y la proximidad de la victoria en este conflicto de una década de duración.

En un fragmento de "60 minutos" emitido hace apenas dos semanas, el comandante de la ISAF Genral John Allen fue categórico en su respuesta a la pregunta del periodista Scott Pelley: "¿Cuál es su plan para sacarnos de aquí?".

"Bien, el plan es... ganar", dijo Allen.

Esta afirmación hace arquear las cejas de los especialistas en Afganistán, puesto que la lección extraída de los últimos años es que una victoria militar es casi imposible.

Incluso ahora, la mayoría coincide en que "ganar" en una guerra donde los parámetros de éxito parecen cambiar con los vientos políticos, puede resultar un desafío.

Josué Foust, un compañero del proyecto de seguridad estadounidense y experto en temas de seguridad en Afganistán y Asia Central, ha publicado recientemente un artículo titulado "Midiendo el éxito: ¿Estamos ganando?" ( "Measuring Success: Are We Winning?") sobre la guerra de una década en Afganistán.

En el documento, Foust resume los dramáticos ataques en Kabul durante el último año que han convertido a la capital afgana en lo que él denomina "el epicentro de la violencia"."Este profundo cambio parece indicar que se está perdiendo la guerra", escribe. "Pero debido a que EEUU falla al controlar los aspectos cruciales de la guerra, no existe una forma fiable de tener la certeza absoluta".

El ejército de EEUU persiste en utilizar métricas cuantitativas diferenciadas de control, tales como el cómputo de los cuerpos insurgentes, el número de operaciones realizadas, y los ataques mortales de los insurgentes, que no dan una imagen completa de la situación, insiste.

De hecho, añade Foust, los dirigentes del Pentágono y de otros lugares pueden estar borrando de manera intencionada las líneas de acción para generar una evaluación de progreso demasiado optimista.

"Creo que lo que estamos viendo es un intento deliberado de filtrar la información de una manera que hará que (el ejército) se perciba bien", dijo.

Un ejemplo es el reciente informe del Pentágono que afirma que la violencia en Afganistán se ha reducido por primera vez en cinco años. The Wall Street Journal citó el informe como evidencia de que el aumento de tropas y la transición hacia el control por parte de las fuerzas de seguridad afganas están finalmente dando sus frutos.

"Los resultados proporcionan un impulso a los defensores de la estrategia actual, lo que implica la limpieza de zonas de actividad insurgente y su entrega a control afgano. Las autoridades militares han esperando ansiosamente la estrategia de contrainsurgencia de tropas intensivas para comenzar a dar resultados y reducir el número de ataques iniciados por los militantes".

Sin embargo, Foust afirma que el informe del Pentágono es el resultado de dar un giro a los datos que da una falsa creencia de lo que está pasando..

"El Pentágono está contando la "violencia" de manera diferente en octubre con respecto a lo hizo en su informe de abril", dice. "En abril, se contaba cualquier suceso con artefactos explosivos improvisados (IED por sus siglas en inglés), tanto explosiones como aquellos que se encontraron y desactivaron.

En octubre, la "violencia" sólo incluye las explosiones... Es un gran juego de palabras. Están tratando de hacer un giro para convertir en bueno un cuadro negativo".

De hecho, dice Foust, la violencia ascendió bruscamente. El número de "incidentes de seguridad" se ha más que duplicado en los últimos dos años.

Ciertamente, este parece ser el caso, a juzgar por las noticias del sábado.

El espectacular ataque en Kabul eclipsó además a otras malas noticias. En el sur de Afganistán, cerca de Kandahar, un hombre que llevaba un uniforme del Ejército Nacional Afgano disparó su pistola contra los soldados de la ISAF, matando a tres e hiriendo a seis.

Éste es el último de una serie de incidentes de este tipo, donde los hombres con el uniforme de las fuerzas de seguridad afganas han matado a sus aparentemente colegas y socios.

 

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