La fuga de cerebros persigue a una Grecia en crisis

  • Las medidas de austeridad del gobierno griego pretenden ahorrar unos 40.000 millones de dólares en los próximos tres años. Limitar el salario de los empleados del sector público está provocando con cada vez más frecuente que los jóvenes griegos con gran preparación decidan abandonar el país.
Iason Athanasiadis - GlobalPost

ATENAS — Danae Lebesopoulou estaba encantada cuando la aceptaron para trabajar en una empresa de TV por Internet en la capital griega. Esperaba que todos sus años de árabe y persa, así como su máster en Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Edimburgo, por fin comenzaran a dar frutos.

Pero Lebesopoulou se dio cuenta rápidamente que hacía muy pocas cosas, más allá de traducir algún artículo de la prensa en inglés o comprobar algún dato. Como era de esperar, quería ganar algo de dinero, pero muy pronto le dijeron que su trabajo era "voluntario y no remunerado".

"Cuando eres nuevo, no puedes llegar y apuntarte al sindicato de periodistas y esperar que te protejan", declara Lebesopoulou. "Lo que el jefe te ofrece es: 'entras como becaria, sin sueldo y sin involucrar al sindicato. Si no te gusta, te puedes ir".

La historia de Lebesopoulou se repite una y otra vez entre los jóvenes que ingresan al mercado laboral en Grecia. Las medidas de austeridad del gobierno griego pretenden ahorrar unos 40.000 millones de dólares en los próximos tres años. Entre otras cosas, limitarán el salario de los empleados del sector público durante el primer año a unos 600 euros mensuales.

Por eso es cada vez más frecuente que los jóvenes griegos con un alto nivel de preparación opten por abandonar el país y prueben suerte en otros países europeos o en EE.UU.

"No siempre es una opción, sino más bien la falta de opciones", afirma Kalliopi Amygdalou, alumna de la London School of Economics. "No nos gusta necesariamente salir al extranjero, pero no tenemos trabajo en Grecia".

Según un estudio presentado por la Universidad de Macedonia, el 84 por ciento de quienes estudian en el extranjero deciden no regresar a Grecia. Sólo la mitad se toma la molestia de buscar un empleo en el país, lo cual no es ninguna sorpresa ya que uno de cada tres graduados de universidades extranjeras que intentan quedarse en Grecia no tiene empleo.

El paro entre los jóvenes de 18 a 30 años se acerca al 25 por ciento. La cifra es similar entre los que tienen estudios superiores. Durante el día, es posible ver a los jóvenes en los cafés y bares de Atenas. Por la noche, muchos regresan a casa de sus padres, donde viven hasta que tienen más de 30 años. Esto hace que muchos aplacen otros proyectos como casarse o tener hijos.

La reforma laboral pretende que quienes ingresan al mercado laboral reciban un salario de "becario", reducido, de 600 euros.

Los jóvenes griegos han sido durante muchos años uno de los colectivos más preparados y menos apreciados de Europa. Cuando regresan de universidades extranjeras de Reino Unido, EEUU u otras naciones europeas sufren un choque con la cultura patriarcal del país, que les impide recibir un salario adecuado a sus conocimientos y destrezas.

"Es uno de los problemas más graves del país y perjudica nuestro desarrollo", afirma Ioannis Panaretos, viceministro de Educación. "Grecia realiza una gran inversión a través de la educación gratuita, pero no recibe nada a cambio".

Lebesopoulou regresó a Grecia sólo para visitar a la familia, pero decidió quedarse cuando su padre se puso enfermo. "No es que nadie no me hubiera advertido de que no encontraría trabajo", explica la joven.

Obligada a quedarse en Atenas, Lebesopoulou descubrió que el periodismo griego se mueve por contactos, intereses económicos y que no se toman en cuenta los méritos para contratar. Además, los fondos públicos y privados y su asignación están altamente politizados.

Es una situación que se repite en muchas áreas. Un correo electrónico, supuestamente escrito por uno de los compañeros de los empleados que murieron asfixiados tras un incendio en una sucursal bancaria, dice que los jefes les habían obligado a trabajar ese día y a no hacer caso a la convocatoria a una huelga nacional.

"Es hora de hablar de otro tipo de desarrollo, que atienda a las necesidades de la gente y no a la clase capitalista", afirma Yannis Giokas, uno de los 21 parlamentarios del Partido Comunista Griego. Giokas cree que la crisis de la deuda no es más que una excusa para que el gobierno pro-occidental de Grecia apruebe normas que favorezcan a las grandes empresas.

El sistema de contratos de corto plazo -que se puso en práctica durante la década pasada- está acabando con la posibilidad de tener un empleo de por vida.

"La idea de que la vuelta al crecimiento y al desarrollo irá a favor de la población es una ilusión que promueven las grandes empresas", añade Giokas. "Entre el 2002 y el 2008, Grecia tenía una tasa de crecimiento superior al promedio de la eurozona, que coincidió con grandes pérdidas de derechos sociales, educacionales y laborales".

Los tecnócratas griegos que participaron en la campaña para lograr los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004 perdieron todo protagonismo después que acabó la cita deportiva y se han ganado el sobrenombre de "generación perdida". Quienes llegaron a la edad adulta durante los seis años posteriores a los Juegos Olímpicos, descubrieron que la fiesta se había acabado. En el supuesto que encuentren un empleo, serán parte de los miles de empleados encargados de recuperar los más de 10.000 millones de dólares que costó el disparate olímpico.

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