La plaza del atentado en Marraquech es una joya turística

Si por algo es conocida Marraquech es por la plaza Jama el Fna, una parte de la ciudad que nunca duerme. Los locales o los extranjeros hacen que el lugar no descanse, y en el que siempre hay algo que ver, escuchar, oler, algo que comer o beber.

En 1985, casi mil años después de su fundación, Marraquech recibió su primer reconocimiento por parte de la UNESCO. La ciudad fundada por los almorávides ha pasado a ser uno de los centros más importantes del país. En la ciudad se mueven temas de todo tipo, desde políticos o económicos hasta la cultura de la mitad occidental de África, que antes o después pasa por allí.

La UNESCO reconoció como Patrimonio de la Humanidad a toda la medina (barrio antiguo) de Marraquech, y la plaza Jama el Fna es una de las piezas clave de la zona. Allí quedan representadas la mayoría de las facetas de los marroquíes. Música y comercios, restaurantes y cafeterías, motos y locales de comida rápida, espectáculos con animales y cuenta cuentos que mantienen a los niños entretenidos. Todo se entremezcla en la céntrica plaza.

Pero dentro de este caos, todo tiene un orden marcado por la altura del sol. Desde primera hora de la mañana es el momento de los mercaderes. Inmersos en el bullicio negocian precios y cantidades, movimiento que se detiene a media mañana. Durante las horas de más calor, los comerciantes retiran sus puestos y vuelven a sus casas.

El descanso no dura mucho para la plaza. El café Argana, (la imagen del artículo muestra el aspecto normal del lugar) donde se ha producido el atentado, es uno de los locales más conocido entre los turistas. Se encuentra en uno de los extremos de la céntrica plaza y a la entrada del zoco Souk. Por su localización es uno de los locales favoritos de los extranjeros, que buscan allí un espacio para descansar, refrigerarse o comer algo después de haber deambulado por el zoco.

En la medina de Marraquech también encontramos otros lugares reconocido por la UNESCO. La mezquita de la Kutubiya, la famosa casba de la ciudad, las antiguas murallas o las puertas y jardines monumentales.

Por la tarde, y a medida que el sol va cayendo, la plaza Jama el Fna se abre a los locales de comida, donde familias enteras se reúnen allí, sea el día que sea. Los fuegos de las cocinas se encienden y las nubes de humo atraviesan toda la plaza. Los espectáculos de serpientes o monos comienzan, los habitantes se reúnen en grupos de 20 o 30 personas y tocan música popular con instrumentos hechos a mano.

Es entonces, después de un día entero, cuando la medina adquiere sentido pleno como lugar Patrimonio de la Humanidad.