La pregunta que se hacen todos los hoteles: ¿cómo evitar un nuevo caso Strauss-Kahn?

  • El proceso por abusos sexuales abierto contra el ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) pone de manifiesto que las medidas aplicadas hasta ahora por los establecimientos hoteleros no son tan eficaces como se creía. Algunas grandes cadenas se plantean incluir un botón del pánico en la indumentaria de trabajo de sus empleados.
Former IMF Chief Dominique Strauss-Kahn Transferred To New House Arrest Location
Former IMF Chief Dominique Strauss-Kahn Transferred To New House Arrest Location
Roberto Arnaz

En el exquisito mundo de los hoteles de lujo hay una ley no escrita que aplica a rajatabla: ninguna trabajadora accede a una habitación si el cliente está aún dentro, y mucho menos permite que la puerta se cierre tras ella. Esas cuatro paredes diseñadas para que los huéspedes se sientan como en casa se pueden convertir en una trampa si en ellas se aloja un depredador sexual. Por eso, cuando el personal de limpieza desliza la tarjeta llave para entrar a limpiar un cuarto lo hacen con cierto temor preguntándose qué se pueden encontrar al otro lado.

Fuentes del sector hotelero afirman que casos como el de los presuntos abusos sexuales cometidos por Dominique Strauss-Kahn sobre una camarera del hotel Sofitel de Nueva York son "poco habituales" pero "no algo aislado". A pesar de que los especialistas aseguran que hechos como este, o la acusación en la que se vio envuelta la estrella de Los Ángeles Lakers Kobe Bryant en 2003, son una excepción, las estadísticas del Departamento de Justicia recogen que entre 2004 y 2008 se cometieron 7.840 asaltos con violencia en los hoteles y moteles estadounidenses, un 0,1% del total de los registrados en el país.

La mayor parte de las empresas del sector cuenta con un protocolo de prevención de ataques de índole sexual a sus empleados, enfocado tanto al acoso cometido por sus propios compañeros de trabajo como por los clientes. "No permitimos que nuestras limpiadoras trabajen en una habitación con la puerta cerrada", explicó a LaInformacion.com el responsable de uno de los hoteles de lujo más populares de Los Ángeles, que prefirió mantener el anonimato.

Este profesional con más de una década de experiencia trabajando con clientes de perfil alto asegura que "por suerte" no le ha tocado vivir situaciones de acoso contra sus empleados, "salvo en una ocasión en la que un huésped esperó a una de las limpiadoras escondido en el interior de una habitación para masturbarse delante de ella". A pesar de que el cliente negaba los hechos, la dirección del establecimiento creyó la versión de su empleada y no le tembló el pulso a la hora de obligarle a hacer las maletas.

Medidas de seguridad

"La dirección de un hotel tiene la obligación de proteger a sus empleados", asegura Roy Maize, director del programa de estudios de hostelería de la Universidad de Alabama. Según Maize, a los hoteles de lujo no les interesa ganarse una reputación de no respaldar a sus trabajadores. De hecho, muchos hoteles únicamente envían hombres a una habitación durante el turno de noche si los ordenadores muestran que el huésped que solicita el servicio está o ha estado mirando películas pornográficas.

Todas las medidas son pocas para evitar casos con la repercusión mediática que provocan nombres como el de Strauss-Kahn o Kobe Bryant. Por eso, durante la última década la mayoría de establecimientos hoteleros ha implantado medidas de seguridad como puertas y ascensores accionados con tarjeta llave electrónica o circuitos cerrados de cámaras en los pasillos.

Durante el encuentro Lujo y Moda, celebrado la semana pasada en Nueva York, algunos representantes de los principales conglomerados hoteleros internacionales valoraron la posibilidad de incluir botones del pánico en los uniformes de sus trabajadores, con los que cualquier empleado en apuros podría avisar de manera inmediata a seguridad y evitar así que se consume la agresión.

Arnie Sorenson, director ejecutivo de la cadena Marriott International -de la que dependen los lujosos hoteles Ritz-Carlton- aseguró a la agencia de noticias Reuters que, tras destaparse el caso Strauss-Kahn, han decidido revisar sus procedimientos de actuación para evitar situaciones similares para contrastar si son "razonablemente buenos". Sorenson reconoció que "aunque se trata de un evento poco convencional, no debemos ignorarlo".

Para los expertos, los hoteles son una fuente inagotable de posibles conflictos por la peligrosa combinación de alcohol y soledad que se viven en el interior de sus habitaciones. Por esta razón, los responsables de la recepción jamás hablan en voz alta de ninguna información sensible de sus clientes. Cuando la próxima vez que vaya a un hotel y, cuando recoja su llave, el recepcionista le rodee el número de habitación en su tarjeta llave, en lugar de decírselo a viva voz, no piense que es una descortesía o una muestra de desgana, es por su propia seguridad.

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