Las dos muertes de Carlos Andrés Pérez

  • Se cumple un mes del fallecimiento del ex presidente de Venezuela en medio de un pleito familiar sobre su definitiva inhumación. Tuvo esposa y concubina que acompañaron su vida a partes iguales. Mientras la legítima pide que su cuerpo descanse en Venezuela, la amante sentimental desea que continúe en Miami hasta que el país se libere del yugo de Hugo Chávez.
Rafael del Naranco / Caracas
Rafael del Naranco / Caracas

El ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, popularmente conocido como CAP,  reposa en una urna climatizada en una funeraria de Miami desde el pasado 29 de diciembre tras su fallecimiento el día 25 a los 88 años de edad, en espera del resultado de un pleito entre las dos familias que tuvo.

Esta es la definitiva muerte del hombre que gobernó el país caribeño en dos períodos trascendentales, 1974-1979 y 1989-1993.

La primera de las esposas, de la que no se ha divorciado y cuya unión tuvo lugar el 1948, es su prima Blanca Rodríguez de Pérez, la compañera en los tiempos difíciles que los llevó exilados a Costa Rica tras el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, el conocido autor de la novela “Doña Bárbara”.

Con Blanca tuvo cuatro hijos. Ahora solicita al juez de Florida, Arthur Rotherberg, que los restos del cónyuge sean sepultados en su tierra natal al lado de Thais, la hija fallecida hace 15 años.

A ello se opone Cecilia Matos con la que CAP compartió más de tres décadas y le dio dos niñas. Para ello presentó el testimonio del historiador Agustín Blanco, autor del libro “Yo sigo acusando. Habla Carlos Andrés Pérez”.

El escritor alega  que cuando le preguntó al ex mandatario si deseaba a fallecimiento ser enterrado en Venezuela, tres veces respondió: “Cuando haya democracia, cuando hay democracia, cuando haya democracia”,  lo cual prueba fehacientemente según Matos, su rechazo a ser llevado al país donde Chávez, que ahora aboga por que venga la urna a Caracas, intentó derrotarlo militarmente.

El magistrado de Miami se halla ante un difícil dilema, y pide, mientras decide, que el cuerpo de Pérez sea depositado en una cripta hasta que se resuelva la disputa, lo que bien pudiera tardar algunos meses.

No al divorcio

El ex presidente tenía un concepto muy respetuoso de las obligaciones sociales y trató de ajustarse a ellas, aún a sabiendas de lo difícil que resultaba. Esa es la razón de que no se divorciara de doña Blanca.

En una entrevista en su casa  de nombre “La Ahumada” - la cual  tenía por cárcel al ser destituido de la presidencia de la república el 30 de mayo de 1996  por “malversación genérica  agravada”,  según la sentencia de 777 páginas  de la Corte Suprema de Justicia-  y a sabiendas de que ya tenía unos años a Cecilia Matos como compañera sentimental, a la pregunta:   ¿Qué piensa cuando le hablan de su otra vida amorosa? Respondió: “Nosotros los andinos –ésta es una característica  regional– somos muy reservados y respetuosos de los convencionalismo, y nunca abordamos estos temas, no nos gusta tratarlos en discusiones públicamente. Siempre he tenido una gran responsabilidad sobre las ataduras hogareñas, sobre los compromisos con los hijos”.

A otra interrogación de si se había sentido incomprendido sentimentalmente alguna vez, explicó: “No tendría una respuesta fácil para esto porque no he sido  enamoradizo, no he sido persona  de dedicarme a esos menesteres”.

Y remató, acaso sin darle importancia: “Yo creo que ser un Don Juan  es una actividad como otra cualquiera”.

Total discrepancia

La señora Matos está de acuerdo en que los restos de Carlos Andrés sean depositados en un mausoleo en Miami hasta que pueda, una vez Chávez abandone el  poder, regresar a Venezuela. “Además –añade– le daría dignidad”.

Ese es también el parecer del juez Rotherberg. A ello se opone rotundamente la familia legal, formada por Blanca Rodríguez y sus hijas, con el argumento que una vez depositado en la bóveda del camposanto bajo tierra, judicialmente en los Estados Unidos ese acto se considera un entierro, y la demanda planteada para repatriar los restos a Caracas pudiera ser anulada.

En el juicio los abogados de Cecilia afirmaron que si el ex presidente no se divorció de su primera esposa, fue por el impedimento del mandatario Hugo Chávez, que controla los tribunales de justicia en su país.

El Comandante respondió recientemente diciendo que echarle la culpa de que Carlos Andrés Pérez no pudiera divorciarse es “el colmo de la locura”, y expresó su deseo de que el fallecido ex gobernante pueda ser sepultado en su tierra natal.

Para CAP Chávez era un dictador del que prefería no hablar, al considerarlo desgraciadamente una inflexión en la situación política venezolana.

Otra muerte

Esta sería la segunda muerte del hombre de Rubio -su pueblo natal en el estado Táchira, fronterizo con Colombia-, al ser la incipiente cuando se vio ante un tribunal y le costó el cargo presidencial que había asumido en dos ocasiones.

En aquel instante, y ya camino de una celda en la cárcel de El Junquito, rodeado de presos comunes, hasta ser trasladado unos días después a su residencia-prisión, habló al país con emoción pero sin amilanarse.

Si en ese instante se le hubiera pinchado una vena, posiblemente en lugar de sangre manaría jugo de frailejón, al arbusto duro y reseco de los Andes venezolanos de su infancia.

“No he perseguido a nadie. A nadie he hostigado. Sin embargo, contra nadie se ha desatado una campaña sistemática, larga y obsesiva, como se ha ensañado contra mí y contra mi gobierno. Lo he soportado con la convicción de que en las democracias son siempre preferibles los abusos de la oposición que los abusos del Gobierno”

Y remató con denuedo: “¡Hubiera deseado otra muerte!”.

 

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