Todo comenzó como un juego para sentir la adrenalina a tope, pero acabó en tragedia. Se colgaban de vehículos en movimiento, agarrados del techo o las puertas solo con las manos. Una especie de surf sobre ruedas. Su pasatiempo quedaba registrado en vídeos que ellos mismos realizaban y colgaban en YouTube. Eran apenas adolescentes. Un grupo de jóvenes de la comunidad de DeBary en Florida, Estados Unidos.
El 31 de enero de 2011 su aventura tuvo como escenario una avenida con varios automóviles alrededor. "Si muero, recuerden que esto es idea de Carlos", decía uno de ellos al comienzo del vídeo de aquella ocasión, colgado hace unos días en el portal de vídeos propiedad de Google.
"Es una locura… Es increíble… Parece peligroso", gritaban mientras el viento les pegaba directo en el rostro. Un semáforo logró detenerlos. Pasó cerca una patrulla y decidieron terminar el episodio. Pero al día siguiente volvieron con más amigos.
Tragedia en vídeo
Esta vez, Hunter Pérez y Carlos Velazco se montaron por fuera de una camioneta. Ya era 1 de febrero. Uno viajaba en la parte trasera y otro junto a la puerta del conductor. Enfilaron la Fort Florida Road, con menos densidad de tráfico, para poder acelerar sin problemas.
Esta aventura también estaba siendo grabada por estos temerarios 'surferos' del asfalto, que no imaginaban que aquellos serían los últimos instantes de la vida de algunos de ellos. Bastó solo un minuto para la tragedia. En los últimos segundos del vídeo alguien grita: "¡Paren!". Entonces se va la imagen.
El conductor, Josh Ritter, superó al doble el límite de velocidad permitido, perdió el control y volcó. Carlos murió al instante. Hunter quedó atrapado en medio del vehículo en llamas y falleció después en el hospital. Otros tres acompañantes sufrieron heridas pero sobrevivieron, entre ellos Josh, de apenas 18 años de edad.
Pese a la trágica pérdida, la madre de Hunter aseguró que no estaba lista para perdonar a Josh como probable responsable, según reportó el canal local Wesh en noviembre de 2011. Pero tampoco deseaba verlo en la cárcel, pues no lo consideraba un delincuente.
La historia terminó finalmente el pasado 3 de febrero. Josh Ritter fue sentenciado a un año de arresto domiciliario y cinco años de libertad condicional por la imprudencia que le costó la vida a dos de sus mejores amigos.
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