Los bereberes tunecinos siguen siendo un cero a la izquierda tras la caída de Ben Alí

  • De un extremo a otro de Túnez, los ciudadanos siguen deleitándose con las libertades inimaginables durante los 23 años de gobierno autocrático de Zine Al Abidine Ben Ali. Pero a medida que la nueva democracia del país comienza a tomar forma, los tunecinos bereberes siguen luchando por hacer oír su voz.
Jon Jensen, Matmata (Túnez) | GlobalPost

La minoría étnica de los bereberes en Túnez, que viven en los desiertos remotos del sur más conocidos por ser el escenario de la película Star Warsque por cualquier otra cosa, continúan con una batalla que dura desde hace décadas contra las restricciones estatales sobre su identidad cultural.

Para muchos bereberes, el reconocimiento oficial del gobierno de su lengua materna –el tamazight- sería la prueba de fuego definitiva para una democracia incipiente que represente verdaderamente las aspiraciones de todos los tunecinos.

"Siempre he querido que mis hijos aprendiesen el tamazight, pero el gobierno nunca ha permitido que se les enseñe. Nunca hemos tenido otra opción que enseñarles en nuestros propios hogares", explica Milood Lamloom, de 76 años, residente bereber en las montañas cerca de Matmata.

Los bereberes, que representan sólo el 1 por ciento de 10 millones de habitantes de Túnez, fueron los habitantes originales del norte de África. Lucharon contra todo, pero les conquistaron en última instancia, por los sucesivos ejércitos invasores a lo largo de los siglos (el más reciente, por los árabes en el siglo séptimo).

Hoy en día, los bereberes del norte de África se han integrado en gran medida con las poblaciones árabes de países desde Marruecos a Egipto. Las exigencias de unidad nacional durante el gobierno post-colonial en todo el norte de África provocaron un fuerte declive de la lengua tamazight.

"Es muy triste que nuestra lengua se esté muriendo lentamente. Esperemos que las cosas cambien en un futuro con nuestro nuevo gobierno", dice Ahmed Lidarsa, de 48 años, un mecánico de Matmata de origen bereber.

En Túnez no hay ninguna ley que restrinja el uso de la lengua bereber. Sin embargo, la mayoría de bereberes dicen que existía una discriminación de facto extendida ampliamente por parte del Gobierno durante el mandato de Ben Alí. Por ejemplo, se negaba a menudo en los registros oficiales estatales la inscripción de los nombres que no fueran árabes de los hijos de los bereberes.

En un festival cultural bereber que se celebra en Matmata cada año, los residentes aseguran que las autoridades locales permitían a los bereberes utilizar sus trajes tradicionales, pero prohibían representar sketchs en lenguaje tamazight.

El verdadero problema, apuntan varios bereberes, es que el Gobierno de Túnez no permite que la lengua tamazight se hable o se enseñe en las escuelas. Ahora la mayoría de la generación joven de bereberes sólo habla árabe o francés, las dos lenguas oficiales de Túnez.

"Apenas puedo entender a mis abuelos cuando hablan", asegura Said Ben Jemma, de 17 años, refiriéndose a su familia de Matmata. Ghalloul Jhaki espera que el derrocamiento de Ben Alí signifique que el tamazight esté más protegido de cara a las generaciones futuras.

A principios de este mes, Jhaki lanzó una asociación cultural para preservar el tamazight, el primer paso hacia un mayor reconocimiento político de los habitantes originarios de Túnez, según explica.

Los grupos de la sociedad civil como el de Jhaki hubieran sido ilegales durante el Gobierno de Ben Alí.Sin embargo, a pesar del clima de despertar político que hay en Túnez en la nueva era post-revolución, Jhaki todavía está esperando la autorización oficial para operar.

"Todavía soy algo escéptico respecto a que el Gobierno interino nos permita trabajar", confiesa Jhaki, residente en Matmata. "Pero si no lo hacen, continuaremos luchando por los derechos que nos corresponden como pueblo".

Si alguien va a poner a prueba la fuerza de las nuevas libertades en Túnez, esos son los bereberes. Durante años, fueron estos habitantes originarios los que más ferozmente cuestionaron a los gobernantes árabes del norte de África.

Los bereberes, marginados durante mucho tiempo en Libia, fueron de los primeros en unirse a la sublevación que tuvo lugar en febrero en Bengasi en contra de Muamar al Gadafi. Y recientemente, los rebeldes bereberes en la región montañosa del oeste de Libia sorprendieron a las fuerzas pro-Gadafi, conquistando un paso fronterizo a Túnez, controlado por el Gobierno.

En 1980 en Argelia, estallaron protestas generalizadas por parte de los bereberes después de que se prohibiera a un destacado poeta tamazith hablar en una universidad del este de Argel, la capital del país.

La llamada "Primavera Bereber" en la región de Cabilia en Argelia allanó el camino para que se reconocieran los derechos de las minorías, incluyendo la legislación que incluyó al tamazight como una lengua nacional en 2003.

El rey de Marruecos creó un canal de televisión estatal en lengua tamazight en 2010 - tal vez deseoso de evitar disturbios similares.Los estudiantes de las universidades de Marruecos y Argelia ahora pueden estudiar tamazight, un derecho que todavía no se ha reconocido a los bereberes de Túnez.

"Si los argelinos y los marroquíes pueden estudiar nuestra lengua en una universidad, entonces ¿por qué no nosotros?", se pregunta Monji Bouras, responsable de un museo bereber en una aldea al sur de la colina de Matmata.

Bouras, de 44 años, se mudó con su familia de Túnez a la pequeña aldea de Tamazret hace más de una década para vivir en una vivienda tradicional bereber similar a la casa en la que vivieron sus abuelos. Se enorgullece de que su hija de tres años de edad sólo hable tamazight.

Pero mirando hacia adelante, Bouras se muestra menos optimista de que su tamazight llegue a convertirse en una lengua nacional en Túnez. Según cuenta, en los tres meses que han transcurrido desde la revolución, las autoridades locales han denegado el permiso para que su sobrina sea llamada por su nombre de pila bereber.

"Nada ha cambiado para los bereberes desde la salida de Ben Alí", afirma Bouras. "Y es difícil esperar que las cosas cambien. Todavía estamos esperando a que se reconozcan nuestros derechos".

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