Los bosques de Brasil vuelven a llorar

  • Los madereros ilegales brasileños han vuelto a usar técnicas destructivas y prohibidas en el país. Los ecologistas les siguen denunciando, pero las amenazas también aumentan. Aunque el Gobierno defiende la protección de la Amazonía, las leyes vuelven a ser más flexibles para los taladores.
Los madereros ilegales brasileños han vuelto a usar técnicas destructivas y prohibidas en el país.
Los madereros ilegales brasileños han vuelto a usar técnicas destructivas y prohibidas en el país.
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Tom Phillips, Río de Janeiro (Brasil) | GlobalPost

El movimiento ecologista de Brasil ha sufrido dos reveses importantes en una semana. Un hombre armado disparó y mató a uno de los principales activistas de la selva tropical y el Congreso aprobó un proyecto de ley que los ambientalistas creen que provocará una nueva ola de destrucción en la Amazonia.

José Claudio Ribeiro da Silva, un activista del estado amazónico de Pará, que se dedicaba a la lucha contra la tala ilegal, fue tiroteado la semana pasada junto a su esposa Maria do Espírito Santo. Los dos asesinos cortaron las orejas de la pareja como prueba de que habían completado con éxito su misión.

Sólo seis meses antes, Silva había predicho su propia muerte, anunciando en una conferencia en Manaus (Brasil) que había recibido amenazas por parte de madereros que estaban explotando la selva en los alrededores de su aislada casa ubicada cerca de la ciudad de Nova Ipixuna.

"Yo podría estar hoy hablando con usted y dentro de un mes usted podría recibir la noticia de que he desaparecido", dijo Silva. "Protegeré los bosques a toda costa, eso es por lo que podría recibir una bala en la cabeza en cualquier momento… porque denuncio a los madereros y a los fabricantes de carbón vegetal y esto es lo que hace que ellos piensen que yo no debería existir".

Menos de 24 horas después del asesinato de Silva, otro duro golpe llegó a los ecologistas brasileños. Los miembros de la Cámara Baja de Brasil aprobaron sin dudar los polémicos cambios del código forestal del país, que los verdes temen que dará amnistía a aquellos que están detrás de la deforestación ilegal. Ahora el Senado del país debatirá el proyecto de ley.

"Brasil despertó con la noticia del asesinato de un defensor de la selva amazónica y se fue a la cama con la noticia de que la mayoría de nuestros diputados respalda de nuevo el asesinato de nuestros bosques", se lamenta el director de Greenpeace en la Amazonia, Paulo Adario.

Estos últimos contratiempos se produjeron justo unos pocos días después de los datos publicados por el Gobierno que demostraban que los niveles de deforestación estaban aumentando de nuevo en la Amazonia de Brasil.

La deforestación ilegal ha ido disminuyendo desde 2004, de unos 27.000 kilómetros cuadrados a cerca de 6.500 en 2010, en parte como resultado de una ofensiva gubernamental contra los madereros ilegales y ganaderos.

Pero las nuevas imágenes por satélite muestran que en marzo y abril de este año se arrasaron cerca de 593 kilómetros cuadrados de bosques, lo que supone un aumento de más del 470 por cien en comparación con el mismo período en 2010.

En una carta dirigida al personal a su cargo, la ministra de medioambiente de Brasil, Izabella Teixeira, ha admitido que "estamos atravesando un momento difícil en la lucha por la protección del medioambiente".

"La mejor respuesta que podemos dar a los que nos atacan es continuar trabajando con la misma dedicación que nos está aportando resultados", ha dicho Teixeira.

Lo que despierta una mayor preocupación es la parte norte del Mato Grosso, el mayor estado productor de soja, donde se ha registrado la mayor subida.

"Fue un acto muy rápido, en un plazo de 20 a 30 días se produjo un enorme volumen de deforestación", asegura Curt Trennepohl, presidente de la agencia de protección ambiental de Brasil (Ibama).

Trennepohl dice que está más preocupado por el resurgimiento de una forma particularmente destructiva de la deforestación: el uso de los denominados correntoes.

Los correntoes son tractores o camiones a los que se atan cadenas de metal grueso que desgarran la base de los árboles, nivelando grandes extensiones de bosque en cuestión de minutos. La práctica es ilegal en Brasil desde hace una década.

"Este año la técnica fue completamente diferente. Utilizaron el período de lluvias y emplearon  tractores pesados unidos a las grandes cadenas... destruyendo todo el bosque", explica Trennepohl. "Fue un shock ver el regreso de una técnica altamente depredadora".

Después de la publicación de las nuevas cifras, el Gobierno ha desplegado cientos de agentes ambientales a la ciudad amazónica de Sinop, en el estado de Mato Grosso, para confiscar la madera ilegal y el equipamiento. Además, 200 miembros del Ejército se han sumado para reforzar las operaciones.

"Vamos a lanzar a todos nuestros efectivos en la zona", ha prometido Trennepohl.

Durante una visita a Sinop, Teixeira, la ministra de Medio Ambiente dijo a los periodistas que impulsaría "la deforestación ilegal cero" en la región.

"Estoy más que enfadada", dice ahora.

Mientras tanto, en el vecino estado de Pará, agentes de la policía comenzaron la búsqueda de quienes están detrás de la muerte de Silva y su esposa.

"El estado de Pará ya no puede tolerar este tipo de cosas", ha dicho el gobernador del estado, Simao Jatene, al periódico local O Diario do Pará. "El gobierno va a reaccionar, no vamos a permitir que esto siga pasando".

Mientras Jatene hablaba, unos 2.000 manifestantes enfadados y llorosos marchaban por las calles de Marabá hacia el cementerio de la ciudad para asistir al entierro de Silva.

"Estaba convencido de que algún día sería asesinado", comentó Roberto Smeraldi, director del grupo ambientalista Amigos de la Tierra en Brasil.

Cuando los ataúdes fueron bajados, un grupo de dolientes izó una bandera pintada con spray. "El bosque llora", se podía leer en la tela.

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