Messi divino, Barça terrenal

  • En el año más divino de Messi, el Barça se sintió otra vez terrenal. Erigido en el mejor artillero de todos los tiempos, auténtico Rey Sol del universo azulgrana, los cincuenta goles del argentino, 72 en el global del curso, no han bastado para extender la implacable hegemonía culé de los últimos tres años.

Àlex Cubero

Barcelona, 14 may.- En el año más divino de Messi, el Barça se sintió otra vez terrenal. Erigido en el mejor artillero de todos los tiempos, auténtico Rey Sol del universo azulgrana, los cincuenta goles del argentino, 72 en el global del curso, no han bastado para extender la implacable hegemonía culé de los últimos tres años.

Nadie sabrá nunca si fue la consagración de Lionel Messi la que eclipsó al resto de sus compañeros o, si bien, el descenso en las prestaciones de su equipo obligó a 'La Pulga' a tirar del equipo.

Más allá de esa cuestión, lo cierto es que esta temporada ha sido la de la explosión definitiva de Leo, arrollador como no se había visto hasta ahora, prestidigitador en todas sus facetas. Más goleador que nadie, más asistente que nunca. El más brillante de un equipo irremediablemente colgado de la magia de su menudo líder.

Hay personas tocadas por el don la facilidad y Messi es una de ellas. Tan grácil y bello al esculpir sus acciones como sofisticado y barroco en la definición de sus obras, todas museísticas. Hasta en cincuenta ocasiones ha cantado gol en Liga, una marca ante la que el titánico Cristiano Ronaldo poco ha podido hacer.

Ni siquiera con 46 tantos pudo el portugués del Real Madrid superar el medio centenar de Messi. Alma vendida al dios del gol, el mejor 'Pichichi' de la historia, un Bota de Oro irrepetible.

Un mito tras otro han caído sin compasión. Tumbó a Cristiano, su rival en esta época. Barrió el récord del mítico César, máximo artillero de la historia del Barça en partidos oficiales. Igualó a José Altafini, máximo goleador en una edición de Champions. Fulminó a 'Torpedo' Müller como mejor goleador europeo en una sola campaña. Y alcanzó a Platini al ganar el tercer Balón de Oro consecutivo.

El cuarto puede depender de ese récord de goles, o quizás no. A falta de jugar la final de Copa, el Barcelona ha conquistado en esta campaña la Supercopa de España, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes, pero ha dejado escapar Liga y Liga de Campeones.

Los trofeos más preciados, los de más peso. La derrota ante el Real Madrid en el Camp Nou (1-2), que ponía punto final a la remontada liguera, y el penalti fallado ante el Chelsea, que impidió llegar a su equipo a la final de Liga de Campeones, aparecen como los borrones colectivos a un año indiscutible a nivel individual.

No es que haya estado solo, pues el chileno Alexis Sánchez se ha consolidado como uno de sus socios favoritos. La conexión con Messi ha sido notable y su adaptación al idioma Barça, casi completa.

Sus registros goleadores han sido más que aceptables (14 goles en 36 partidos), aunque lejos de segundas espadas de antaño como Eto'o, Henry, Pedro, Ibrahimovic o Villa. Ha sido pieza importante, pero no indiscutible, mermado por varias lesiones musculares.

La metamorfosis más espectacular ha sido la del argentino Javier Mascherano. Se le fichó para ser alter ego de Busquets en el pivote defensivo, pero el 'Jefecito' ha acabado apartando a Piqué de la titularidad como zaguero central. Llegó como perro de presa y ahora parece haber nacido en el corazón de la misma Masia azulgrana.

Y si Mascherano ha sido una de las revoluciones más acertadas de la era Pep, el lateral Dani Alves ha sido el damnificado de otro de los inventos tácticos del técnico catalán.

Mareado en muchas ocasiones por la evolución hacia un 3-4-3, en el que avanzaba su posición al extremo, Alves ha perdido su papel de factor sorpresa, confirmando que, en su caso, es mejor llegar que estar. El descenso de su rendimiento, sumado a rumores sobre la inestabilidad de su vida personal, podrían hacerle salir del Barça.

De menos a más ha ido Adriano Correia, lateral en el otro flanco. Una vez olvidados los problemas musculares, la segunda vuelta de este atípico y polivalente brasileño ha sido más que notable, con el peso de tener que suplir la baja de Eric Abidal, ídolo de la grada.

La redención la logró el quinto latinoamericano del equipo, el mexicano Jonathan Dos Santos. A punto estuvo de marcharse el pasado verano, tras una polémica fiesta con prostitutas con su selección. Pero el canterano supo reconducirse y asentarse en el filial, con algunas apariciones en el primer equipo. Se ganó la renovación hasta 2015 y el próximo año tendrá un hueco en el Camp Nou.

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