Nicaragua pone toda su economía en el asador de Venezuela

  • Las buenas relaciones que mantienen el presidente nicaragüense Daniel Ortega y el venezolano Hugo Chávez han favorecido un aumento del 6.000 por ciento en las exportaciones de Nicaragua al país aliado en tan solo tres años. Sin embargo, los empresarios nicaragüenses no se fían y temen que la época de bonanza estalle de repente.
Tim Rogers | GlobalPost

(Managua, Nicaragua).El Gobierno de Nicaragua celebra abiertamente el crecimiento exponencial de las exportaciones hacia Venezuela y el éxito de su alianza socialista con Hugo Chávez. Pero, según advierten los economistas, esta fase de alegría podría acabar con una desagradable resaca para Nicaragua.

Desde el regreso al poder hace tres años y medio del presidente Daniel Ortega, las exportaciones de Nicaragua a Venezuela han crecido en torno a un 6.000 por ciento, desde dos millones de dólares en 2006 hasta 119 millones de dólares en 2009. Y se calcula que este año la cifra se duplicará. Venezuela es ahora el segundo mercado de exportaciones de Nicaragua (el primero es EE UU), un logro significativo si se considera que hace tres años no figuraba siquiera en la lista de sus 25 principales socios comerciales.

Aunque Nicaragua siempre ha dependido en gran medida de la importación de petróleo venezolano, hace solo unos años ha empezado a hacer exportaciones significativas hacia el país vecino, fundamentalmente de alubias, carne y ganado.

Ortega asegura que los números son una prueba convincente de que el modelo económico de comercio justo de la Alianza Bolivariana está redefiniendo las relaciones internacionales en un mundo dominado por el “capitalismo salvaje”.

Sus detractores, sin embargo, argumentan que la alianza del ALBA (un acuerdo de cooperación entre Venezuela, Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y tres pequeñas naciones caribeñas constituida inicialmente como una alternativa socialista a los avances en comercio libre en Latinoamérica liderados por EE UU) es poco más que un pequeño club de naciones empobrecidas dependientes del petróleo venezolano, así como una plataforma para el liderazgo político de Chávez.

“Venezuela es un mercado que va a continuar creciendo, estamos seguros de eso”, aseguró Ortega a principios de mes en un mitin político. “Ese es el deseo de nuestros hermanos en el ALBA, de nuestros presidentes y de nuestra gente: seguir fortaleciendo este proceso”.

Pero a economistas y líderes empresariales les preocupa que Nicaragua y Venezuela estén construyendo un castillo de naipes económico sobre una base inestable de retórica política. Cualquier temblor en cualquiera de estos dos países políticamente sísmicos podría tener un efecto devastador en el ALBA y en la continuidad del comercio bilateral, según advierten los analistas.

“Esto es comercio político, no es en ningún modo comercio sostenible”, asegura José Guerra, ex alto cargo del Banco Central de Venezuela y jefe ahora del departamento de Economía de la Universidad Central de Venezuela. Guerra dice que la relación comercial entre el gigante petrolífero y la empobrecida nación centroamericana es “ideológicamente conveniente, pero nada más”. Cualquier cambio gubernamental en Nicaragua o Venezuela, advierte, pondrá en peligro los acuerdos.

Otros factores, como la creciente crisis económica en Venezuela, también podría afectar al futuro del papel de Nicaragua como socio comercial emergente. Si Chávez siente presión para normalizar las relaciones con la vecina Colombia y levanta el embargo comercial que impuso el año pasado, Nicaragua podría ver cómo se le acaba el papel de sustituto.

“Si el comercio con Colombia se normaliza, el comercio con Nicaragua se terminará, porque Nicaragua no puede competir”, vaticina Guerra.

Ese es el motivo por el que el sector privado está pidiendo a Ortega que formalice este momento dulce bilateral firmando un acuerdo de libre comercio con Venezuela ahora, antes de que estalle la burbuja. Estableciendo unas reglas de juego claras, el sector privado de Nicaragua espera que las relaciones comerciales entre los dos países pueda evolucionar más allá de un apretón de manos en una antesala o una palmada en la espalda entre Chávez y Ortega.

Roger Arteaga, presidente de la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua, asegura que todo comercio es bueno, pero que se debe de plasmar sobre papel con un acuerdo similar al que América Central firmó con EE UU (el CAFTA). Un acuerdo podría ayudar, según él, a despolitizar y despersonalizar las relaciones comerciales con Venezuela, asegurando que continuarán más allá de cualquier cambio de Gobierno.

Arteaga cree que el hecho de que las exportaciones de Nicaragua hacia EE UU continúen creciendo bajo el mandato de Ortega (destacado crítico del Gobierno estadounidense y su enemigo durante la Guerra Fría en la década de 1980) es una muestra clara de la importancia de regular el comercio.

Lamentablemente, añade Arteaga, el Gobierno sandinista no ha respondido aún a las peticiones para firmar ese tratado formal del libre comercio, y Ortega y Chávez continúan tratando al ALBA como si fuese su patio particular. Utilizando una serie de empresas estatales y grupos empresariales privados, Ortega y Chávez actúan como intermediarios, comprando directamente a pequeños productores nicaragüenses y exportando a Venezuela bajo una fórmula que, según quienes lo critican, confunde los papeles del estado.

Sin unos términos comerciales claros, el sector privado tradicional de Nicaragua está sufriendo para subirse al carro.

Durante el primer año de Gobierno de Ortega, en 2007, la agencia de promoción de las exportaciones NicaExport intentó organizar una misión comercial del sector privado a Venezuela para fortalecer los lazos dentro del ALBA. Pero en lugar de encontrar unos socios gubernamentales dispuestos, los esfuerzos de NicaExport se vieron frustrados por la falta de cooperación de las dos administraciones.Iván Saballos, director ejecutivo de NicaExport por aquellas fechas, cree que el problema fue que ni Chávez ni Ortega querían “que el primer éxito del ALBA viniese desde el sector privado”. “ALBA era solo bla bla bla, sin nada concreto”, añade con frustración.

Sin embargo, tres años más tarde, las crecientes cifras del comercio bilateral y los 1.100 millones de dólares de ayuda de Venezuela a Nicaragua demuestran que el ALBA no es solo palabrería.

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