Poeta Pitika Ntuli dice que Sudáfrica superó el racismo pero olvidó al pueblo

  • El escultor y poeta sudafricano, Pitika Ntuli, dijo que su país superó la segregación racial, pero sus gobernantes olvidaron al pueblo y se interesan más por el capitalismo que los ha llevado a la corrupción.

Ovidio Castro Medina

Medellín (Colombia), 5 jul.- El escultor y poeta sudafricano, Pitika Ntuli, dijo que su país superó la segregación racial, pero sus gobernantes olvidaron al pueblo y se interesan más por el capitalismo que los ha llevado a la corrupción.

En una entrevista con Efe, Pitika (1942), opinó que en Sudáfrica se ven divisiones marcadas, ya no por el color de los gobernantes, sino porque tanto negros como blancos, tienen "lealtades pero con el dinero", y se han olvidado de sus luchas, de sus pueblos.

Pitika, hijo de un sacerdote y en cuya familia también hubo varios chamanes, agrega que su percepción es que a esas personas "lo único que les importa es el capitalismo", sin importar que para ello "tengan que recurrir a la corrupción" que ellos combatieron.

Recordó que para llegar a la etapa en que se superó la segregación racial, fueron muchos los que lucharon "desde varias trincheras" para combatir el régimen.

"Unos lo hicieron con las armas y otros, como nosotros, con versos", recordó Ntuli, quien vivió 32 años exiliado en el Reino Unido, en donde fundó, junto con otros "revolucionarios del mundo" un centro para apoyar a grupos que querían derrocar Gobiernos que no cumplían con las expectativas de los ciudadanos.

Señaló que en ese centro "hubo gente de todos los lados, de Chile, de Bolivia, de Colombia, de Palestina", que buscó "mejores horizontes para sus pueblos".

Él, que es uno de los 90 poetas invitados al XXI Festival de Poesía de Medellín, aseguró que tras la superación de la segregación racial que azotó a su nación por años, "lo que se ve es un grave problema de corrupción".

Reconoció que luego del apartheid, en Sudáfrica se registraron cambios significativos porque "las leyes progresistas permiten" relaciones más fluidas entre blancos y negros "que antes, como se sabe, no existían".

Ntuli señaló que su inclinación política lo llevó a que desde muy joven comenzara a cuestionar al sistema de su país y por eso a los 16 años ya tenía dos arrestos.

Acosado por la situación, se trasladó a vivir a Suazilandia, un pequeño país al lado de Sudáfrica, desde donde, en compañía con otros jóvenes de su época, continúa apoyando la causa rebelde.

Entre viajes a su país y Suazilandia, Ntuli fue arrestado y enviado a la cárcel. "Una experiencia inolvidable". Rememora que fueron días muy duros "pues fue enviado a la cárcel sin un juicio previo. Estuve un año sin hablar con nadie, sin ver a nadie".

Sin embargo, ese tiempo "de inactividad" le permitió comenzar a incursionar en campos que no tenía visualizados y que desarrollaría años después.

Explica que sus elementos de creación fueron el jabón y el pan que algunas veces le llevaban sus carceleros y "con ellos hacía esculturas".

Pero lo que más recuerda Ntuli, es que tuvo que deshacerse de ellos, pues "cuanto estaba sucio, se limpiaba con ellos (los jabones)" y también, "cuando sentía hambre, me comía las esculturas que había hecho con pan".

Al "devolver la película de su vida", el artista señala que mucho antes de Nelson Mandela, hubo otros que lucharon contra la segregación y fueron a parar a la isla de Robben, en donde después el líder negro pasó parte de sus 27 años de presidio por orden gubernamental.

A sus 72 años y afincando en Johannesburgo, en donde es catedrático universitario, señala que a pesar del paso del tiempo, se considera "un artista-guerrillero" porque detrás de las letras de la poesía y las esculturas "se puede esconder".

Y se puede esconder, dice, porque es un convencido de que la poesía y la escultura son "subversivas" por esencia y eso lo ha reflejado en sus obras tanto escritas como las que fabrica en hueso, latón, hierro y otros "tantos (materiales) que la gente deja de utilizar".

Varias de sus más recientes creaciones en escultura están compuestas por viejas carretillas y garlanchas (palas) que dispuestas de forma particular, asemejan seres humanos.

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