La política y los ultras violentos

  • En el Europeo, los hinchas rusos parecen haber dado la nota y el asunto se ha politizado seriamente.

    Los hinchas ingleses, a menudo borrachos, con los que se enfrentaron no son precisamente almas de la caridad pero, en esta ocasión, los seguidores rusos parecen haber sido más cafres.

Aficionados ingleses en Lille
Aficionados ingleses en Lille
Inocencio F. Arias

La Uefa ha advertido a Rusia e Inglaterra que pueden expulsarlas del Europeo si sus gamberros siguen haciendo barbaridades. La medida es discutible por la eventual penalización de selecciones que no tienen nada que ver con la barbarie de unos centenares de aficionados pero como advertencia es válida. Más que nada por la pasividad y, a veces, la connivencia de directivos y autoridades con la actividad de los ultras.

En el Europeo, los hinchas rusos parecen haber dado la nota y el asunto se ha politizado seriamente. Los hinchas ingleses, a menudo borrachos, con los que se enfrentaron no son precisamente almas de la caridad pero, en esta ocasión, los seguidores rusos parecen haber sido más cafres. Más decididos a zumbar al adversario que a ver fútbol, en los ingleses parece que las dos propensiones están igualmente distribuidas, y más organizados para acorralar y dar un repaso violento al contrincante.

Lo malo, y lo grave, es que algún político ruso ha aplaudido la actuación de sus compatriotas; un directivo y diputado, I. Lebedev piropeó el espíritu combativo de sus chicos y el ministro de deportes Vitaly Mutko lo aplaudía mientras se intercambiaban patadas, puñetazos y algún golpe con barras. Sólo el martes el Kremlim condenó la violencia y el ministro ruso de Exteriores ha dicho el miércoles que es inadmisible que se impida a ciertos viajeros rusos, sospechosos por violentos, que entren en Francia.

La prensa inglesa, de mucho más eco en Europa que la rusa, dice que la violencia rusa es de naturaleza más siniestra que la de otros países, está organizada, conectada con grupos ultranacionalistas y mafiosos.

En Rusia, la indignación crece. Aflora el sentimiento de que todo es una campaña occidental, “el cerco secular a Rusia por sus enemigos”, con el objeto de desprestigiarla. A poco que los hinchas rusos se desmanden las acusaciones surgirán en otros países e, inevitablemente, reabrirán dos temas que tocan el orgullo, alimentado por las autoridades, del gigante del Este: ¿Deben los atletas rusos masivamente acusados de dopaje ser excluidos de los Juegos de Río? ¿Debe celebrarse el próximo Mundial de Futbol en Moscú habiendo ya sospechas de que se compraron los votos? Un nuevo frente en la tensión entre Rusia y Occidente que puede traer cola.

En cuanto a nosotros hay que cruzar los dedos para que nuestros ultras no olviden lo que se juega la selección si hacen alguna gracia violenta.

Mostrar comentarios