Presidente-vicepresidente, ¿una relación imposible?

  • Está empezando a no resultar demasiado extraño que la estrecha, lógica y necesaria relación que han de tener el presidente y el vicepresidente de un gobierno, salte por los aires con el paso del tiempo.

José Miguel Blanco

Madrid, 30 may.- Está empezando a no resultar demasiado extraño que la estrecha, lógica y necesaria relación que han de tener el presidente y el vicepresidente de un gobierno, salte por los aires con el paso del tiempo.

Las manifestaciones de José María Aznar sobre la gestión económica que está llevando a cabo el Gabinete de quien fuera su vicepresidente, Mariano Rajoy, y las opiniones vertidas esta semana por Alfonso Guerra con motivo de la presentación de su nuevo libro de memorias parecen hacer bueno el refrán de que no hay peor cuña que la de la misma madera.

Porque, aunque quien ocupe o haya ocupado la alta responsabilidad de liderar el ejecutivo parece que está obligado a aumentar de forma paulatina el grosor de su caparazón ante las críticas, las que provienen de dirigentes de su propio partido tienen la cualidad de traspasarlo más fácilmente y provocar un escozor especial.

Si se pregunta a Rajoy por Aznar, rechaza entrar en polémicas y asegura estar convencido de que los expresidentes quieren lo mejor para España, y si se plantea a Guerra, vicepresidente de González, qué relación tiene con éste, pese a sus puyas afirma que se lleva bien con él y que le considera un amigo.

El concepto de la amistad parece tener, pues, un amplio abanico de matices que se acentúa oyendo la respuesta de quien ocupó la presidencia del Gobierno entre 1982 y 1996 ante la posibilidad de que vaya a hojear las memorias de Guerra: "No sé si voy a dedicar el tiempo que me queda de vida a leer esas cosas".

De lo que sí tuvo tiempo recientemente es de volver a atravesar las puertas del Palacio de la Moncloa para reunirse con Rajoy, justo horas antes de la entrevista televisiva en la que Aznar no cerró la puerta a su regreso a la política activa, defendió que el Gobierno cumpla el programa del PP y abogó por bajar impuestos ya.

¿Coincidencia? ¿O una respuesta preventiva de Rajoy, a la gallega, ante lo que podía decir Aznar y siendo consciente de lo que sentiría el presidente de honor del PP cuando se conociera su reunión con el que fuera secretario general del PSOE?

La cita Rajoy-González en Moncloa no tuvo testimonio gráfico, pero el apretón de manos que seguro que se dieron entonces se repitió el pasado martes en París, esta vez con fotógrafos y cámaras como testigos, al coincidir en un foro sobre el futuro de Europa.

El caso es que Aznar y González, enemigos íntimos, empatan a uno en el número de entrevistas que han mantenido con Rajoy en la presente legislatura y rivalizan en manifestaciones a los medios.

Guerra se ha sumado a ellos ya que, con motivo de la presentación de su libro, concede entrevistas en las que opina sobre el presente defendiendo para él un papel de consejero del PSOE, y analiza el pasado, al que ha vuelto para afirmar que, cuando dejó el poder, sintió un alivio.

No se sabe si sentirían lo mismo en su momento González, Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega, Francisco Álvarez Cascos...

Pero todos han rebrotado en los últimos días en esta primavera política con declaraciones o acudiendo a actos públicos.

El último presidente socialista asistió ayer a la conmemoración del primer año de existencia de la Fundación Mujeres por África, que dirige la que fuera su vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega.

Ambos son también un ejemplo de que la relación personal entre presidente y vicepresidente se deteriora con el ejercicio del poder, porque su sintonía era bien distinta en el momento en que el PSOE recuperó el Gobierno que cuando Fernández de la Vega fue relevada por Alfredo Pérez Rubalcaba.

Muchos consideran a Zapatero como el mejor expresidente de la etapa democrática ya que, hasta ahora, ha sido muy cuidadoso en sus contadas declaraciones, entre ellas las de la semana pasada en las que, tras las palabras de Aznar, aseguró que no saldrá de su boca nada que perjudique a Rajoy.

En la vorágine de actos con presidentes, vices y ex de protagonistas, el próximo mes Zapatero ofrecerá una conferencia en la clausura del curso político del Club Siglo XXI, donde intervendrá también días antes Aznar.

Uno de sus exvicepresidentes, Francisco Álvarez Cascos, que ha llegado a abandonar el PP y con quien tampoco se puede decir que conserve la amistad de otrora, se ha sumado a la cascada de declaraciones diciendo que lo que más le sorprende de las manifestaciones de Aznar es que sólo se haya visto una vez en toda la legislatura con Rajoy.

Todo demuestra que las relaciones que en un momento tuvieron los presidentes y sus segundos son páginas pasadas, aunque, recogiendo el título de las memorias de Guerra, se antojan difíciles de arrancar.

¿Seguirán Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría lo que va camino de convertirse en tradición?

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